De 2005 a 2007,
más de 12.000 millones de dólares del erario estuvieron colocados en cuentas de
la banca privada de HSBC en Suiza. Así lo revela la Lista Falciani, que abrió
un canal a la institución financiera y la expuso a investigaciones en varios
países. El Banco del Tesoro y la Tesorería Nacional, a cargo de Marco Torres y
Alejandro Andrade, hicieron los depósitos en el cuestionado banco.
La Revolución
Bolivariana también guarda su dinero en Suiza. El Gobierno nacional depositó
entre 2006 y 2007 –al menos– más de 12.000 millones de dólares en la filial que
el banco HSBC tiene en Ginebra, la oficiosa capital suiza de los negocios. Y se
sabe ahora solo porque figuran entre las casi 85.500 cuentas cuyos datos se
filtraron desde el interior de la misma institución financiera.
Como sucedió
con los escándalos de los WikiLeaks y los Luxleaks, esta tercera
filtración masiva de datos confidenciales que llega a la prensa, y que ya
aspira al título de SwissLeaks, surge
de uninsider que descargó las bases de datos de un ente financiero, en
este caso, la sucursal suiza del banco HSBC. La filtración expuso a la luz
pública miles de nombres de clientes: entre ellos figuran astros del jet
set, multimillonarios de todo el mundo y hasta personajes enjuiciados por
tráfico de armas.
Los clientes
proceden de 203 países incluyendo exóticas cuentas con propietarios en Cuba y
Haití. En total, los latinoamericanos y del Caribe suman más de 31.000 millones
de dólares, casi la mitad procedente de la República Bolivariana de Venezuela,
cuyas fortunas la ubican de tercera, solo detrás de las cuentas de la propia
Suiza y del Reino Unido.
De los 14.800
millones de dólares registrados que corresponden a cuentas de venezolanos, la
gran mayoría es dinero del Estado. Casi 85% de esos fondos salieron del
Gobierno venezolano y, en especial, de dos instituciones: la Tesorería Nacional
y el Banco del Tesoro.
La del Banco
del Tesoro, por ejemplo, fue abierta el 10 de octubre de 2005 a las 9:10 de la
mañana en la sede del HSBC de Ginebra. En la ficha de la institución financiera
figura como responsable el propio Rodolfo Marco Torres, que entonces se
mantenía al frente de esa institución y hoy ocupa los cargos de ministro para
las Finanzas y Vicepresidente del Consejo de Ministros para Planificación y
Conocimiento.
Dos meses
después la Oficina Nacional del Tesoro también inició operaciones en Ginebra.
Fue el 8 de diciembre de 2005 a las 10:49 de la mañana, según el reloj suizo.
Así quedó asentado en el banco y así se lee ahora en una serie de archivos que
aparecieron en medio de una historia que empezó en 2008 con Hervé Falciani y su
llamada lista Falciani, una de las más grandes filtraciones de los últimos
tiempos, que hoy publica Armando.info, en alianza con una red de
periodistas de más de 45 países motorizada por el diario Le Monde de París y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, con sede
en Washington DC.
La
lista Falciani
Sospechoso de
haber robado la data del banco en el que trabajaba, la Policía Federal de Suiza
arrestó al informático Hervé Falciani el 22 de diciembre de 2008. Allanaron su
casa, registraron su computadora y lo conminaron a declarar en un
interrogatorio que se prolongó hasta la noche.
Las autoridades
le permitieron ir a dormir a su casa con la condición de regresar al día
siguiente, pero Falciani alquiló un carro esa misma noche y recogió a su esposa
y a su hija para emprender camino a la frontera francesa, donde se convirtió en
testigo protegido de un escándalo en el que seis años después ha venido
documentando –a través de HSBC– casos en los que la banca suiza se ha hecho de
la vista gorda para evadir impuestos y lavar dinero de la corrupción, el contrabando
de minerales y hasta el narcotráfico.
Agazapada entre
nombres de banqueros reconocidos y empresarios tradicionales, la filial suiza
de HSBC guardaba una cuenta de 31 millones de dólares ligada al ex ministro de
Industria y Comercio de Epipto, Rachid Mohamed Rachid, condenado por
despilfarro y especulación por la justicia de su país, en un juicio celebrado
en su ausencia luego de que en febrero de 2011 huyera de El Cairo hacia Dubai
en medio de la revueltas contra el gobierno de Hosni Mubarak.
Entre tantas
otras cuentas figura el nombre de Aziza Kulzum, a quien han llegado a llamar laReina
del Coltán y sobre quien
pesa una condena de la Organización de Naciones Unidas, por conflictos como el
de Burundi y el Congo. También el español Arturo del Tiempo, sentenciado a
siete años de prisión por tráfico de cocaína.
También hay
rastros de dos cuentas de Horacio Cartes, presidente de Paraguay, y por mucho
tiempo señalado como uno de los cabecillas del entramado de contrabando de
cigarrillos desde el país sureño.
Junto a ese
tipo de clientes, y en la misma entidad –cuya sede se encuentra al pie del río
Ródano en el 9-17 del muelle de Bergues de la ciudad de Ginebra– las
autoridades venezolanas de finanzas colocaron el dinero público. Y lo
mantuvieron allí al menos hasta el año 2007, cuando Falciani descargó la data
del banco.
¿Dónde
están los dólares?
El diario Le Monde
obtuvo
la base de datos de cada una de las cuentas –a través de fuentes dentro del
gobierno de Francia– y la compartió así con el Consorcio Internacional de
Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), para coordinar
una red que ayudara a jerarquizar y poner en perspectiva la masiva nómina.
El Congreso de
Estados Unidos puso en tela de juicio el nombre de HSBC y, tras una
investigación en el seno del Senado, señaló en 2012 laxitud en los controles de
la filial suiza de esa institución financiera. Tanto así que advirtió sobre
millones de dólares de los carteles de la droga de América Latina, que fueron a
parar a las arcas de la banca suiza.
HSBC, con sede
central en Londres, nació en 1865 en Hong Kong –bajo el nombre de The Hong Kong
and Shanghai Banking Corporation– como vehículo para administrar las ganancias
generadas por el tráfico de opio. Casi 150 años después, se ha mantenido a la
vanguardia de los servicios financieros del mundo, por eso sus directivos
atajaron el escándalo cancelando casi 2.000 millones de dólares en Estados
Unidos para evitar que las denuncias del Congreso terminaran en un juicio.
Mientras las
autoridades de Francia y Estados Unidos tomaban cartas en el asunto, los fondos
públicos venezolanos hacían escala en las bóvedas del HSBC en el país alpino.
“¿Por qué tenemos que enterarnos dónde están las cuentas del erario por una
filtración periodística?”, se pregunta el diputado Andrés Velásquez, desde la
Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional de Venezuela. “El Gobierno
puede colocar en ese o en cualquier otro banco los recursos del Estado, pero
también debe explicar con detalle a qué responden esos recursos”.
Velásquez,
diputado de la oposición por el partido Causa R, aprovecha para preguntar dónde
están los 500 millones de dólares que el gobierno chino entregó a sus aliados
venezolanos para oxigenar la economía del sur de Venezuela por medio de las
empresas básicas de Guayana. “Dijeron que esos fondos habían sido depositados
en la filial libanesa del Gazprombank de Rusia pero luego desaparecieron”,
denuncia. “El Gobierno nos tiene acostumbrados a no informar y, entretanto,
ahora resulta que aparecen dos cuentas en un banco suizo”.
Nacido
en revolución
Las autoridades
venezolanas no han dado luces sobre el tema. Tampoco los funcionarios que
aparecen a cargo de las cuentas suizas. Aunque se intentó en repetidas
oportunidades consultar al ex tesorero nacional, Alejandro Andrade, a través de
contactos en el sur del estado de Florida, Estados Unidos, no fue posible
localizarlo para obtener un comentario.
Fue Andrade uno
de los funcionarios que manejó los casi 700 millones de dólares que aparecen
colocados en el HSBC suizo. El resto de los recursos suman 11.900 millones de
dólares a nombre del Banco del Tesoro, un banco del Estado nacido en
revolución, según presenta su propio eslogan en una retahíla de cuñas que
abundan en la radio y la televisión venezolana.
Al menos hasta
2007, esa institución financiera disponía de 9.500 millones de dólares en una
cuenta principal y otros 2.200 millones repartidos en un par de cuentas espejo,
que fueron creadas cinco meses después de la principal, la noche del 15 de
marzo de 2006.
Conocidas en el
argot de la banca como cash pooling, las cuentas espejo sirven –de acuerdo
con varios especialistas consultados– bien para dar transparencia y seguridad
sobre el monto principal o, precisamente, para simularlo y poder tener libertad
para desviar los recursos a otros instrumentos financieros.
En agosto de
2011, cuando Hugo Chávez aún gobernaba el país, informó que sacaría las
reservas de oro depositadas en Europa y Estados Unidos, para guardarlas en las
bóvedas del Banco Central de Venezuela (BCV). En medio de esos anuncios, varias
voces empezaron a advertir sobre una serie de rumores que, finalmente, el
chavismo confirmó: las reservas internacionales de la República Bolivariana de
Venezuela pasarían a partir de ese momento a bancos de la órbita de aliados
como Brasil, China y Rusia.
"¿Qué está
pasando que no sabemos los venezolanos?”, cuestionó en ese momento el diputado
de la oposición, Julio Montoya, tras filtrar documentos oficiales que daban
cuenta de la intención de transferir las reservas de la Nación. Esa misma
pregunta ahora la hace su homólogo Andrés Velásquez, quien desde ya anuncia
solicitar una investigación en la Comisión de Contraloría de la Asamblea
Nacional, para precisar qué pasó con los recursos que, al menos hasta 2007,
estaban en Ginebra al resguardo de la sucursal que HSBC mantiene en Suiza.
Mea
culpa
Como en Estados
Unidos y Francia, la llamada lista Falciani o lo que ya se conoce como losSwissLeaks,
han fomentado investigaciones sobre la data de HSBC-Suiza. Argentina es el
primer país que lo hace en la región; su Administración Federal de Ingresos
Públicos acusó a HSBC de desarrollar “una plataforma ilegal” que involucra al
menos 3.000 millones de dólares con el fin de evadir impuestos.
Las
filtraciones que hoy empiezan a aparecer en los medios imprimen un nuevo
capítulo en una serie de señalamientos que ponen a la institución bancaria en
el peor escándalo de su historia. Al principio, sus autoridades insistieron al
ICIJ que debían destruir la data, pero ahora hacen un mea culpa.
A finales del
mes pasado, después de conocer detalles sobre una serie de investigaciones
periodísticas que hoy publican en simultáneo en más de 45 países, dieron una
respuesta más resignada: “Reconocemos que la cultura de cumplimiento y los
estándares de procedimiento en el banco HSBC de Suiza, así como la industria en
general, fueron significativamente más bajos que en la actualidad”.
A través de una
carta, señalaron que el banco había dado pasos importantes en los últimos años
para poner en práctica reformas necesarias. Hablaron incluso de haber
sacrificado clientes. “Como resultado de este reposicionamiento, el banco
privado suizo HSBC ha reducido su base de clientes en casi 70% desde el año
2007”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico