Por Roberto Patiño
En las comunidades
populares escuchamos repetidamente de la boca de las personas la frase
“¡Este gobierno nos está matando!”, para definir el estado de la
situación. No es una metáfora. Las acciones que realiza el gobierno de
Nicolás Maduro para mantenerse en el poder profundizan la pobreza, incrementan
la violencia y son hostiles y agresivas contra la vida de las personas.
Al momento de escribir estas
líneas tribunales penales de Valencia, San Fernando de Apure, Aragua y Bolívar
ordenaron medidas para posponer cualquier acto generado de la recolección del
1% de firmas, invalidando en sus estados las jornadas del 20% que iban a
iniciarse el próximo miércoles 26 de octubre. Posteriormente, el CNE anunció
que acataba esta medida y decidía suspender totalmente (en todo el país) el
proceso,asestando un golpe mortal a la realización de un referendo revocatorio,
no sólo para este año si no para el próximo.
Horas después, en la noche,
el circuito judicial de Carabobo emitía órdenes de prohibición de salida del
país a líderes políticos de la MUD, como Chuo Torrealba y Henrique Capriles.
Aunque el CNE ha anunciado
la realización de elecciones a gobernadores para el primer semestre del 2017 y
conmina a promover un diálogo nacional, lo hace en medio de unasituación de
represión y persecución política, sin poderes e instituciones independientes, y
de desconocimiento y negación por parte del gobierno de sectores mayoritarios
de la población. Ha quedado claro que el gobierno de Nicolás Maduro ha decidido
fracturar definitivamente las formas democráticas que constituían uno de los
últimos espacios de convivencia en el país.
Esto nos plantea una difícil
e inédita coyuntura, donde deben reformularse las formas de participación
y donde los liderazgos políticos deben abrirse para articularse en conjunto con
los diversos sectores del país, para hacer una lectura correcta del momento y
planificar y ejecutar acciones para abordar la complejidad y dificultad de
nuestra situación.
Más allá de posturas
políticas e ideológicas, los venezolanos hemos venido expresando en diferentes
contextos la necesidad de convivencia y solidaridad, de encuentro
verdadero de los diversos sectores de la sociedad. Y no hablamos de un
anhelo ingenuo o ideal, sino de la construcción de vínculos auténticos y
acuerdos confiables y sostenibles, que puedan articularnos efectivamente para
enfrentar los graves problemas que estamos atravesando y transformar nuestra
realidad.
A este respecto la
agudización de la crisis ha estimulado el surgimiento y el refuerzo de
organizaciones y redes de apoyo que proponen soluciones puntuales, en la medida
de sus posibilidades, como el intercambio de medicinas y prestación de
servicios médicos básicos o la creación de bancos de comida, por ejemplo. La
efectividad de estas propuestas no se encuentra solo en la obtención de
donaciones e insumos sino también en la conformación de equipos de trabajo,
donde los organizadores y beneficiarios asumen responsabilidades y en conjunto
forman parte activa en la planificación y ejecución de las iniciativas.
También en este contexto de
crisis, la agenda sectaria y violenta del gobierno ha puesto en
evidencia el agotamiento del modelo de polarización cuya consecuencia más
dañina ha sido la fragmentación del país y el establecimiento de un clima de
desconfianza y rencor entre los diversos actores que lo conforman. En los
sectores populares se han abierto espacios para el intercambio y la
participación. En el Municipio Libertador, hemos podido participar de esta
nueva realidad, en un proceso de intercambio y aprendizaje con las comunidades,
en un trabajo de creación de relaciones y establecimiento de confianza mutuos
para la realización efectiva y sostenible de proyectos.
En la actual
situación, la suspensión del RR ha cercenado vías de consenso
primordiales, en un claro intento de explotar la desesperación y generar
reacciones inmediatas que puedan desbordarse en escenarios de violencia y
conflictividad, ideales para el gobierno.
Las exigencias de la
situación actual piden el encuentro del país, la unión real, organizada y
operativa de comunidades, sociedad civil, centros de estudiantes, sindicatos,
gremios, organizaciones, partidos políticos, entre los diversos sectores que
nos conforman. La construcción de estas relaciones de las que hablamos, sin
condicionarlas solo a las necesidades del ahora político sino a la vista de la
serie de retos implícitos a corto, mediano y largo plazo que están planteados
para salir de la crisis histórica que hoy nos sacude.
El encuentro entre los
venezolanos ya no puede seguir siendo otro punto en la agenda para un
posible proyecto de país. Es la condición básica e impostergable sin la
que no podremos revertir las políticas nefastas de este gobierno, salir de
la crisis en la que estamos atrapados y construir nuestro futuro.
Coordinador de Movimiento Mi
convive
Miembro de Primero Justicia
25-10-16
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