LUDMILA VINOGRADOFF 28 de octubre de 2016
La
oposición venezolana da hasta el próximo jueves al chavismo para que acepte un
acuerdo que permita celebrar elecciones para salir de la grave crisis que
vive el país. Un ultimátum que llega con la amenaza de forzar la destitución de
Maduro en una acción combinada del Parlamento y de la movilización social. La
Mesa de Unidad Democrática (MUD) ha convocado una huelga general de
doce horas para hoy que se celebrará en un ambiente de fuerte tensión
y bajo la sombra de que el país se vea atrapado por una ola de violencia y
represión a la vista de las detenciones
y heridos registrados durante las masivas marchas del miércoles.
Según
el gobernador de Miranda, el opositor Henrique Capriles, 120
manifestantes fueron heridos en choques con la policía. Por otra parte, el
ministro de Interior y Justicia de Venezuela, Néstor Reverol, aseguró
que un policía del estado de Miranda murió y otros dos fueron heridos cuando
intentaban disolver una manifestación de opositores. La policía de Miranda
confirmó la muerte, pero no dio detalles de cómo se produjo ni de si esta fue
consecuencia de que los manifestantes disparasen cuando los agentes intentaban
disolver la protesta.
Capriles
señaló asimismo que fueron detenidas 146 personas, aunque la Ong Foro
Penal elevó la cifra a 208. Ayer en la tarde seguían arrestadas 147.
Para
intentar disuadir a la población de que siga la huelga, Maduro
anunció ayer una subida del 40 por ciento del salario mínimo. Parece un
alza sensible, pero no lo es tanto cuando se tiene en cuenta que el FMI
pronostica para el país una inflación del 700 por ciento al acabar 2016.
De hecho el Gobierno se ve obligado a aprobar periódicas subidas del sueldo
para poder sobrevivir ante la constante subida de precios.
Comandos chavistas
El
régimen, además, ha desplegado a sus leales para boicotear todos los actos
previstos por la disidencia. Así, decenas de chavistas se concentraron
ayer a las puertas de la Asamblea Nacional –dominada por la oposición–
para intentar impedir el paso a diputados y periodistas. Incluso intentaron
entrar por la fuerza en el Parlamento, lo que fue evitado por la Guardia
Nacional Bolivariana.
No
dejaron entrar en el hemiciclo a algunos legisladores, y representantes del Legislativo
denunciaron que también les cortaron la luz, por lo que tuvieron que
trabajar con el auxilio de generadores eléctricos. Pero finalmente la
Asamblea pudo celebrar una sesión consagrada a la «participación de la
ciudadanía en la defensa de la Constitución».
El
Gobierno está dispuesto asimismo a recurrir al Ejército para
controlar la huelga general. El número dos del régimen, Diosdado
Cabello, anunció así que las fuerzas armadas tomarán el control de las
empresas que se sumen al paro. «Lo conversé con el presidente, es instrucción
del presidente: empresa que se pare, empresa tomada por los trabajadores y por
la fuerza armada, aquí no vamos a permitir bochinche (alboroto)», sostuvo
Cabello.
El
propio Maduro amenazó indirectamente con confiscar a las empresas alimentarias
y farmacéuticas que secunden la huelga. «Empresa parada, empresa recuperada por
la clase obrera (...), no voy a dudar ni voy a aceptar ningún tipo de
conspiraciones», declaró. La oposición cree que la mayoría de las fábricas e
industrias irán al paro pero que no lo harán las empresas de servicios
y comercio. Pero la amenaza a las empresas no es el único golpe de
efecto del Gobierno que, como viene siendo habitual, ha convocado una
«contramarcha» para el próximo 3 de noviembre. «Derrota viene para la
burguesía, el 3 (de noviembre) el pueblo se va para Miraflores (...) el 3 le
diremos al mundo: Venezuela se respeta, Venezuela es libre, Venezuela
es soberana», ha asegurado Cabello desde un acto con simpatizantes en el
céntrico estado Carabobo.
Por su
parte, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, aseguró que
el Ejecutivo fiscalizará todas las empresas productoras y
distribuidoras de alimentos y medicinas, con el fin de garantizar su
distribución. «Debemos garantizarle a nuestro pueblo que le llegue su alimento,
que le llegue su medicina, que los hospitales tengan sus insumos», declaró el
ministro, quien subrayó que «ninguna distribuidora de alimentos se puede
paralizar», por lo que exhortó a los Comités Operativos de Producción Obrera
(COPO) a que sean los propios trabajadores los que «garanticen el
funcionamiento» de las empresas.
El
objetivo de la oposición con el paro de hoy es mantener las calles
vacías y que el país parezca desierto. Va a ser un duro pulso en un
tipo de acción a la que no está habituada, ya que hasta ahora ha centrado sus
protestas en las marchas masivas.
Participación en el diálogo
En lo
que la oposición no parece tener claras las cosas es en el diálogo anunciado
por el Vaticano para el domingo. El miércoles Capriles aseguró que no
acudirían, pero ayer el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo»
Torrealba, aseguró que sí asistirán, pero con el objetivo de buscar una salida
electoral a la crisis: «Vamos a plantear un punto central: recobrar la agenda
electoral. Bien para activar el revocatorio, o bien para celebrar elecciones
generales».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico