Papa Francisco 29 de octubre de 2016
Santo
Evangelio según San Lucas 14,1.7-11
La
verdadera humildad cristiana: Un sábado, Jesús entró a
comer en casa de uno de los principales fariseos. Y al notar cómo los invitados
buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un
banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que
haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que
los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así,
lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando
te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el
que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien
delante de todos los invitados. Porque todo el que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor.
Reflexión
del Papa Francisco
Esta
es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay
otro. Y no hay humildad sin humillación.
Al
recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la condición de
siervo. En efecto, humildad quiere decir también servicio, significa dejar
espacio a Dios negándose a uno mismo, despojándose, como dice la Escritura.
Esta – este vaciarse – es la humillación más grande.
Hay
otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La
mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito...
Es la otra vía.
El maligno se
la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto.
Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, sólo con su gracia, con su ayuda,
también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad,
no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias
de la vida.
En
esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en
silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los
demás: un familiar enfermo, un anciano solo,
una persona con discapacidad, un sin techo...
Pensemos
también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son
discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en
nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de
hoy – hay tantos – no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y
ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar en verdad de una nube de
testigos: los mártires de hoy(Homilía en la Plaza de San Pedro, 29 de
marzo de 2015)
Oración
de Sanación
Mi
Señor, te agradezco por cada gota de compasión que has derramado en mi vida que
me ha servido para ser humilde y sencillo. Mantén siempre mi corazón lleno de
una sana humildad, que sepa empequeñecerme en cada acto que haga. Tú siempre me
escuchas y me hablas directo al corazón. Manifiestas tu poder con sutileza y
tus señales prodigiosas se esconden bajo el rostro de la amabilidad en
cualquier pequeño gesto caritativo que ocurre a mi alrededor.
Quiero
ver mi corazón libre de malos deseos, de la codicia y de la vanidad. Ayúdame a no
buscar los halagos de este mundo y siempre me considere como un siervo inútil
al cuál le queda mucho por hacer todavía. Con tu humildad, líbrame de ese
cáncer del orgullo y la soberbia que me lleva a ver a los demás por encima del
hombro, y que poco a poco me conduce por ese oscuro pasaje solitario que me
lleva a creer que sólo me bastan mis fuerzas
Padre
amado, quiero ser humilde y verdadero, sobre todo en la oración, ese en ese
diálogo profundo que entablo contigo y que siento que hablo como con un amigo
que consuela y anima a salir adelante. Ven y transforma mi vida, mi corazón,
aduéñate de él, hazme humilde y compasivo ante las necesidades de mi prójimo,
en mis decisiones, en mi obrar y sobre todo en cada palabra que digo.
Quiero
ser una persona llena de fe, de amor. Quiero que mi norte seas Tú, porque sólo
Tú eres la esencia de la vida misma que lleva a la plenitud y a la abundancia.
Un corazón dócil y humilde, Tú jamás lo desprecias. Por eso, me siento seguro
que me escuchas, acudes a mi llamado y me ofreces tu compasión y tu amor. Amén
Propósito
para hoy
Haré
un examen de conciencia para evaluar mis actos de caridad ¿Me he esforzado lo
suficiente en dar? ¿he dado sólo lo que me sobraba o he sido generoso?
Meditar...
Reflexionemos
juntos esta frase:
"Aprendamos
a decir “gracias” a Dios, a los demás. Lo enseñamos a los niños, pero luego lo
olvidamos". (Papa Francisco)
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