María
Isabel SANCHEZ 28 de octubre de 2016
La
oposición venezolana redobla este viernes la presión contra el presidente
Nicolás Maduro, con una huelga general acatada aún tímidamente y que el
gobierno prometió conjurar con intervenciones militares de las empresas que
cesen sus actividades.
En
Caracas, Maracaibo -segunda ciudad del país-, San Cristóbal y otras capitales
de estados del país se registra menos movimiento de personas que lo usual, pero
el transporte y algunos comercios y escuelas están funcionando, aunque no
muchos niños acudieron, en tanto que los bancos están abiertos.
La
huelga, que comenzó a las 06H00 locales (10H00 GMT) y concluirá a las 18H00
(22H00), es parte de la ofensiva que lanzó el miércoles la oposición para
forzar la salida de Maduro del poder, tras la suspensión hace una semana del
referendo revocatorio.
La
coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) llamó “a dejar las
calles y puestos de trabajo vacíos” para “presionar que el gobierno acate la
Constitución y respete nuestro derecho a elegir”.
Efectivos
de la Fuerza Armada, cuyo alto mando declaró esta semana “lealtad incondicional”
al presidente, se disponen a iniciar inspecciones en unas 720 empresas para
verificar que estén funcionando.
“Vamos
a tener un despliegue para garantizar al pueblo acceso a los alimentos y
medicinas, que ningún hospital esté parado. La única manera de salir de las
dificultades es trabajando”, declaró el ministro de Defensa, general Vladimir
Padrino López.
Maduro
aseguró que responderá enérgicamente al “sabotaje” y “golpe parlamentario”,
refiriéndose a la huelga y al plan de la mayoría opositora en la Asamblea
Nacional de declararlo en “abandono del cargo”, al hacerlo responsable de la
crisis política y económica.
“No
voy a aceptar ningún tipo de conspiración. Empresa parada, empresa recuperada
por los trabajadores y la revolución”, sentenció el mandatario.
Justo
el jueves, el presidente socialista anunció un aumento del 40% en el ingreso
mínimo -llegando a unos 140 dólares a la tasa de cambio oficial- y el pago
adelantado de aguinaldos.
“La
huelga será un rotundo fracaso (…). Vamos a trabajar con mucho más esfuerzo
celebrando el aumento de salario. Con la clase obrera, vigilaremos que el ente
patronal no paralice las labores”, aseguró el ministro del Trabajo, Oswaldo
Vera.
Pese a
ser el cuarto aumento que decreta Maduro en 2016, los venezolanos se quejan de
que los salarios no alcanzan para nada, ante una imparable inflación que el FMI
calcula en 475% para este año, la más alta del mundo.
Empresarios
y economistas, por su parte, acusan al modelo socialista de “desmantelar” la
capacidad productiva del país petrolero, golpeado por la caída de los precios
del crudo y dependiente de las importaciones.
La
Confederación de Industriales de Venezuela llamó a sus empresas a “dar
libertad” a los empleados de participar en la huelga por ser la protesta “un
derecho constitucional”.
En
tanto, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) dijo que responderá
al llamado porque la crisis afecta “en su inmensa mayoría” a la fuerza laboral.
Según
la firma Venebarómetro, Maduro enfrenta una impopularidad de 76,4% y un 67,8%
se dice a favor de revocar su mandato, que concluye en enero de 2019.
La
nueva estrategia de la MUD, anunciada el miércoles en una multitudinaria manifestación,
incluye una marcha el 3 de noviembre al palacio presidencial de Miraflores, en
el centro de Caracas.
La
marcha a Miraflores y la huelga repiten, para el gobierno, el “libreto” del 11
de abril de 2002, cuando una masiva movilización hacia la casa de gobierno
derivó en enfrentamientos que causaron 19 muertos y un golpe de Estado que sacó
del poder a Hugo Chávez durante tres días.
Diosdado
Cabello, número dos del chavismo, consideró que los directivos de la patronal
Fedecámaras deberían ser llevados “presos”, así como el empresario Lorenzo
Mendoza, presidente del grupo Polar, mayor productor de alimentos de Venezuela.
Mendoza,
a quien Maduro acusa de ser punta de lanza de la “guerra económica” con la que
-dice- el sector privado y la oposición buscan derrocarlo, participó el
miércoles en la manifestación de la MUD.
Según
reportaron medios de comunicación, la planta de Polar en Los Cortijos, este de
Caracas, fue rodeada de agentes de inteligencia en la tarde del jueves.
“Vinieron a amedrentar”, denunciaron trabajadores de la empresa.
Al
apoyar el llamado de la MUD, el primer vicepresidente de Fedecámaras, Carlos
Larrazábal, señaló que no se trata de un paro patronal, sino de una “huelga
ciudadana”.
“Esa
es una gran diferencia con respecto el pasado”, dijo Larrazábal, al aludir al
hecho de que al día siguiente del golpe contra Chávez el entonces líder de
Fedecámaras, Pedro Carmona, se autojuramentó presidente de Venezuela.
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