Por Leonardo Morales
En los Estados Unidos como
en Venezuela hay expectativas respecto a consultas electorales que deben a
hacerse a los ciudadanos: en el país del anglosajón Donald Trump compite contra
la Sra. Hillary Clinton por los votos de los ciudadanos estadounidenses donde,
según los analistas electorales, el voto latino tendría una importancia enorme
en el resultado. En el último debate realizado fue notable el esfuerzo de los
candidatos por conectar con la población latina residente en territorio
norteamericano, en la que parece haber sacado mejor partido la abanderada
demócrata.
Para el 8 de noviembre la
patria de George Washington escribirá un nuevo episodio en su historia democrática;
durante los últimos 8 años un presidente de color, para sorpresa de muchos y
bofetada a incrédulos, un hombre de color; Barack Obama, dirigió los destinos
de la potencia más importante del mundo. ¿Quién hubiera podido imaginar, un
decenio atrás, que una nación en la que aún subsisten algunos niveles de
racismo se decantaría en dos oportunidades por un presidente negro?
Hasta ahora todos los
inquilinos de la White House han sido del sexo masculino. Bien, el
mundo está a las puertas de que la nación del Tío Sam ofrezca una nueva
sorpresa al elegir a una mujer, a la Sra. Hillary Clinton.
En el caso venezolano
también hay elecciones. Nada extraño en estos últimos 16 años, elecciones tras
elecciones, consultas y consultas, y no por ello los niveles de democraticidad
y fortalecimiento de las instituciones complacen a analistas y ciudadanos en
general.
Muchos comicios han habido:
este año 2016 se deberían realizar las elecciones regionales pero al gobierno
no les interesaba y el CNE satisfizo el interés del Ejecutivo –nada raro por
demás. Se consultó sobre el referendo revocatorio presidencial (1%), pronto, si
no lo impide el TSJ, se consultará al 20% de la población y, como resultado de
dicho proceso, hacer el referendo revocatorio este mismo año, no obstante, de
nuevo, el CNE le brindo una capsula de oxígeno para alargar la vida
presidencial del deslegitimado de Miraflores hasta el 2017.
Mientras en los Estados
Unidos dan lecciones de superación de atavismos en la Venezuela de hoy perviven
y retoñan ideas militaristas y cesaristas, profundamente antidemocráticas.
Nunca como ahora, en lo que va de este siglo, habíamos estado tan cerca de un
régimen no deseado ni querido.
Las instituciones
El Sr. Trump, una amenaza
más sería que el huracán Matthew, se le ocurrió en el último debate insinuar
que no estaría seguro de reconocer el triunfo de la Sra. Clinton; puso en dudas
las instituciones democráticas del Estado, lo que la ha valido una tempestad de
críticas desde el bando demócrata y también del lado republicano. Para los
norteamericanos dinamitar las instituciones es mucho más grave que calificar a
un contendiente de deshonesto y eso lo pagará Trump, no en impuestos sino en
puntos que perderá en la carrera presidencial. Los extremos del derechista
Trump los corregirán las instituciones norteamericanas.
Aquí los excesos de la
izquierda siguen su curso y las instituciones sometidas al uso de collarín de
tanto asentir a los requerimientos de quien dicta su comportamiento. La
Constitución, que tanto se alabó, quedó para ser interpretada a favor de los
intereses del gobierno. Ya no hay poder legislativo que ejerza funciones y se
pretende que gobernadores y alcaldes asuman la responsabilidad de ser
signatarios de un presupuesto aprobado a contrapelo de la norma constitucional.
Los extremismos, de
izquierda o derecha, como muchas veces se ha sugerido, tienden a encontrarse en
algún punto. A los extremistas las normas y las instituciones les estorban, por
eso se conducen como trombas para satisfacer unos antojos que no saben
construir a través de los cauces formales y legales que brinda la
institucionalidad democrática.
22-10-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico