Por Elisa Silva
La inclusión social y la
equidad no son solo manifestaciones de una sociedad justa, son también condiciones
críticas para el desarrollo sostenible. Esta causalidad es hoy más visible
gracias a la data que han producido esfuerzos por aterrizar estos conceptos con
indicadores medibles, como las Metas de Desarrollo Sostenible (o SDG por sus
denominación en inglés: Sustainable Development Goals) y recientemente la
Nueva Agenda Urbana de Hábitat III. Encontramos que los niveles de inequidad
pueden ser muy diferentes entre ciudades de un mismo país, a pesar de que las
políticas económicas y sociales suelen ser implementadas nacionalmente.[1] ¿Qué ocurre, entonces, a nivel local
que hace que algunas ciudades experimenten mayor equidad e inclusión social que
otras?
Estudios recientes
documentan las correspondencias entre políticas públicas locales y los niveles
de desarrollo humano, y concluyen que efectivamente ciertas acciones
específicas avanzan en mayor grado hacia una agenda local de inclusión social.[2] Incrementar el acceso al transporte
público, a la educación, al espacio público y a servicios públicos, tienen el
efecto de mejorar la calidad de vida de habitantes. Además, si la
implementación de dichas acciones viene acompañado por una motivada
participación ciudadana y la incorporación de diversos grupos cívicos en el
diseño, la efectividad incrementa así como los beneficios para los ciudadanos.
Quince ciudades de todo el
mundo, que recientemente fueron seleccionadas para participar en la fase final
del Premio Guangzhou de Innovación Urbana, muestran una clara motivación a
enfrentar temas determinantes en los grados de inequidad. Son casos que sirven
de referencia y aprendizaje para gobiernos locales venezolanos e
internacionales, interesados en adelantar una gestión orientada a la inclusión
social.
1. Atraer la participación
de ciudadanos en gobiernos locales
Los gobiernos locales están
cada vez más conscientes de los beneficios que la inclusión puede traer a sus
ciudades. Crear plataformas de participación ciudadana, donde las personas
contribuyen en las decisiones que competen a gobiernos locales, abre espacios
para reconocer donde se pueden hacer mejoras en la eficiencia de la gestión de
servicios que van más allá de lo que las tecnologías y las infraestructuras
solas pueden alcanzar, ya que la eficacia está estrechamente relacionada con
las necesidades y los hábitos de las personas. Los aportes de las comunidades,
y su activa participación, por ejemplo en procesos de planificación urbana,
programas de mitigación de riesgos e iniciativas para mejorar la seguridad
urbana, pueden incrementar su efectividad. Además, la participación ciudadana
es crucial para construir el consentimiento de la comunidad, lo cual es clave a
la hora de considerar cambios basados en usos y hábitos.
En Jakarta, Indonesia,
esta mega ciudad enfrenta el reto de recoger y reconocer la demanda de sus
siete millones de habitantes por proyectos sociales, económicos y de
infraestructura, utilizando tecnologías de información y comunicación. Una
aplicación web invita a los ciudadanos de más de 30.000 comunidades a postular
propuestas que luego son evaluadas y seleccionados por un comité de pares. En
el año 2016 la ciudad recibió 46.000 propuestas de las que varias fueron
seleccionadas y financiadas en cada uno de sus 750 departamentos, incluyendo
varias en los asentamientos espontáneos de la ciudad.
Boston, Estados Unidos,
promueve una iniciativa que empodera a la juventud a través de su participación
en las decisiones de gobierno local. El propósito del programa es contrarrestar
la alienación y falta de compromiso que prevalece entre jóvenes vulnerables y
de escasos recursos. Los organizadores del programa acuden a los lugares donde
se congrega la juventud como los cafetines de los colegios, los centros de
detención e instituciones cívicas, y los invitan a contribuir con sus ideas en
los proyectos urbanos y a decidir cuáles financiar a través de procesos de
presupuesto participativo respaldado por un fondo anual de un millón de
dólares.
En Copenhague,
Dinamarca, la participación de ciudadanos es crítica para lograr una mayor
resiliencia contra las inundaciones que hoy son más frecuentes a causa de
cambios climáticos. Luego de los efectos desastrosos de lluvias en el año 2011,
el “Plan Vecinal de Resiliencia al Clima” de la ciudad, se comprometió a
desviar 30% de las aguas de lluvia de los colectores municipales utilizando
estrategias alternativas para capturar, retener, canalizar y evacuar aguas de
lluvia que asumen cada habitante y cada calle en la urbanización piloto de St. Kjelds.
Escuchar a los habitantes y motivar su participación ha sido clave en la
activación del plan. A su vez, los ciudadanos se han fortalecidos mediante
redes institucionales, asociaciones y organizaciones políticas.
En Copenhagen se diseñan plazas
como Enghaveparken que pueden llenarse de agua en caso de fuertes lluvias
En Melang,
Indonesia, los habitantes de Glintung, una comunidad de barrios ubicada en
terrenos urbanos susceptibles a inundaciones, están adoptando estrategias de
manejo de riesgo con el apoyo del gobierno local a través del “Movimiento Banco
de Agua”. Al igual que el plan de Copenhague, iniciativas comunitarias incluyen
soluciones verdes como la siembra de árboles, la retención de agua en cada casa
o edificación, la construcción de jardines verticales y el fortalecimiento de
la producción de alimentos orgánicos locales como parte de su legado cultural.
Estos a su vez traen retribuciones económicas puesto que los productos
orgánicos son vendidos en mercados locales.
La Paz, Bolivia, al
igual que muchas otras ciudades, enfrenta retos en la concienciación pública de
la seguridad vial. A través de una iniciativa innovadora, la ciudad ha
empoderado a jóvenes en situación de riesgo, de15 años en adelante,
capacitándolos para ser educadores cívicos. Se disfrazan como cebras, sugestivo
del rayado peatonal, y se ubican en las intersecciones viales para motivar a
conductores y peatones a obedecer las señales de tránsito y adoptar un
comportamiento más cordial y cívico. Esto ha disminuido exitosamente los
índices de accidentes, a la vez que ofrece la oportunidad a jóvenes vulnerables
de participar en una experiencia significativa de trabajo por el cual se
sienten orgullosos. También ha permitido que muchos salgan de un círculo
vicioso de exclusión y encuentren un trabajo estable y la oportunidad de
continuar sus estudios.
Programa Las cebras de La
Paz
De forma análoga la ciudad
de Luleburgaz, Turquía, ha promovido iniciativas para incrementar la
participación de mujeres en cargos de gobierno local y así contrarrestar la
percepción de una administración pública dominada por hombres e insensible a
temas de género. En recientes años el porcentaje de funcionarios y gerentes
mujeres ha incrementado sostenidamente y el número de mujeres elegidas a
concejales ha pasado de 1 en el 2004 a 9 en el 2014. Actualmente presiden
cuatro de siete comités parlamentarios: planificación y presupuesto, saludo y
ambiente, equidad de género y eventos culturales públicos. La iniciativa
también va dirigida a motivar otros entes públicos y privados a seguir en sus
pasos.
2. Mejorar la calidad de
servicios públicos e infraestructura
Incrementar y mejorar el
acceso a servicios e infraestructura es otro aspecto que los gobiernos locales
buscan atender para aumentar la inclusión social. Optimizar la eficiencia en el
uso de recursos es clave para mejorar su distribución y reducir costos para
ciudadanos. También, la innovación basada en tecnología, políticas públicas e
incentivos económicos puede traer sustanciales beneficios para los habitantes
de ciudades.
Tempere, Finlandia, ha
desarrollado exitosamente una metodología holística para manejar desechos
sólidos que a su vez es más eficiente desde el punto de vista energético:
ahorra dinero y es más económico para los usuarios. 17 municipios han formado
una compañía sin fines de lucro que se enfoca exclusivamente en atender la
cadena completa del manejo de desechos: los nutrientes de biomateriales son
recuperados, el calor del desecho es transferido a servicios de energía, y los
consumidores contribuyen a amortiguar el costo de plantas de tratamiento,
motivando un comportamiento más cuidadoso por parte del usuario. El modelo está
basado en el concepto de la economía circular que es costo efectivo y permite
al municipio recuperar gastos, minimizar la contaminación ambiental y gozar de
la gestión de desechos más económica del país, que beneficia a usuarios con un
mejor servicio a menor costo.
La Gobernación de Qalyubeya
– Egipto, también ha atendido los retos del manejo de desechos de forma
integral a través de iniciativas complementarias que reflejan la escala de una
ciudad incluyendo los alrededores del Cairo donde viven 17 millones de
personas. El programa reconoce y empodera a la población minoritaria Zeballen,
quienes típicamente han trabajado recolectando y reciclando basura de manera
informal, organizándolos como una compañía independiente para gestionar los
desechos para todo el distrito. Retos logísticos han sido superados con
diversas estrategias: la incorporación de triciclos motorizados permite navegar
las estrechas calles con mayor agilidad; los costos han disminuido a través de
la venta del desecho convertido en combustible para la industria de cemento; y
se han establecido ambulatorios de salud para atender los accidentes y
enfermedades que afectan a los recolectores de desechos.
Acceso a un transporte
público con costo eficiente traerá importantes beneficios a los ciudadanos
de Addis Ababa, Etiopia, donde reside 25% de la población del país, a
través del desarrollo de un sistema de Transporte Rápido en Bus (BRT: Bus
Rapid Transit) de alta calidad. El diseño del sistema incluye corredores con
mejoras para peatones y ciclistas, canales dedicados de bicicletas, y aceras y
cruces peatonales con acceso directo al centro de la ciudad sin la
interferencia de vehículos privados y minibuses. El BRT espera servir a más de
3.000 pasajeros por hora en cada dirección.
Songpa-Gu, Korea del Sur, ha
diseñado un modelo creativo de producción de energía solar enfocado en
beneficiar a todos sus ciudadanos a través de una asociación público-privada
que cuenta con una activa participación comunitaria. Su innovación es
establecer una política pública en la que se comparte energía con grupos
vulnerables, personas mayores y con discapacidades, que típicamente no tienen
continuo acceso. También ofrece alternativas que van más allá de las prácticas
convencionales de energía subsidiada. Por ejemplo, el modelo contempla
remplazar artefactos eléctricos e iluminación de alto consumo energético para reducir
el costo y consumo de energía. Además, las ganancias son utilizadas para apoyar
países emergentes como Mongolia y Vietnam a través de la donación de molinos de
viento y paneles solares.
La ciudad de Tlajomulco
de Zuñiga, México, aporta una iniciativa muy necesaria en la región
latinoamericana al institucionalizar regulaciones y medidas para mitigar el mal
uso de los recursos naturales y del paisaje, con la creación de la Agencia
Municipal de Protección Ambiental. Lo que una vez fue una zona rural en las
afueras de la ciudad de Guadalajara, es hoy una zona de acelerada urbanización
que ha saturado las capacidades actuales de los servicios públicos. El plan se
enfoca en reducir la contaminación del aire, reducir el consumo de agua,
incrementar la conciencia pública de los retos ambientales a través de la
educación, implementar leyes, premiar las buenas prácticas y compartir con los
ciudadanos la responsabilidad de velar por el cumplimiento de las medidas.
3. Incrementar la calidad de
vida a través de la renovación urbana
Las urbanizaciones
empobrecidas tienden a reflejarse en espacios urbanos despoblados o
deteriorados, con altos niveles de criminalidad, bajos niveles de empleo y una
minimizada calidad de vida. Las inversiones y los esfuerzos urbanos dirigidos a
renovar estas áreas urbanas tienen el potencial de re-insertar a sus habitantes
en vidas más productivas, mejorar su calidad de vida y re-establecer en ellos
un sentido de pertenencia e identidad local.
En Bruselas, Bélgica,
la ciudad ha emprendido un proyecto integral de revitalización para renovar el
área del canal donde vive 17% de la población y que con sus 2.509 hectáreas
representa 15% del área urbana de la cuidad. Varias iniciativas complementarias
promocionan la renovación del sector incluyendo la movilización y participación
de actores claves y habitantes a través de asociaciones, la conservación de
infraestructuras existentes, el diseño de nuevos edificios con altos estándares
de eficiencia ambiental y eventos que realzan los atractivos del lugar para
inversionistas de Pymes y la economía circular, que a su vez crean nuevos
empleos en el sector.
Se han sumado
progresivamente proyectos de renovación y reutilización de edificaciones
industriales en el área del Canal de Charleroi en Bruselas
La aproximación a la
renovación urbana de Asunción, Paraguay, también se articula a través
de métodos de planificación y diseño participativo. Asulab, una plataforma
independiente establecida para este fin, funciona como bisagra entre la sociedad
civil, entes privados y públicos. El laboratorio desarrolló un plan para el
centro histórico que incluye 10 estrategias y 40 proyectos pilotos para
revertir los efectos negativos del éxodo urbano y recuperar la vitalidad,
relevancia y el atractivo del centro. Los proyectos incluyen la restauración de
edificaciones, el fortalecimiento del espacio público sobre el borde del río
para mitigar los riesgos de inundación, la integración de un asentamiento
informal vecino y la promoción productiva del turismo, la industria cultural y
la economía creativa.
4. Fortalecer los métodos de
educación y el acceso universal a la información
Tener acceso al conocimiento
e información incrementa el potencial de desarrollar perspectivas más abiertas
a la diversidad y el reconocimiento del otro en poblaciones urbanas. También
les permite alcanzar niveles más altos de realización personal y colectiva en
sus comunidades. Las siguientes dos ciudades han adoptado proyectos innovadores
que usan la educación y la tecnología como medios de empoderamiento e inclusión
social.
Menashe, Israel, aborda
el aislamiento entre comunidades que con frecuencia prevalece en áreas urbanas
étnicamente mixtas, a través de un programa educativo diseñado para niños.
Comunidades judías y árabes en el sector de Wadi en Menashe, a pesar de ser
vecinos, permanecen segregados uno del otro, lo que agrava las tensiones
políticas, las tendencias hacia el estereotipo, el miedo y el odio. El programa
combina clases de colegios en comunidades judías y árabes por seis meses donde
comparten actividades enfocadas en aprender unos de otros, desarrollar
confianza mutua, compartir áreas comunes y trabajar conjuntamente en proyectos
colectivos. Hasta la fecha ha unido a 600 estudiantes, docenas de maestros y
más de mil padres y representantes.
En Ramallah, Palestina,
el limitado acceso a sistemas convencionales de comunicación ha llevado el
gobierno local a buscar plataformas alternativas que les permita reinstaurar
acceso abierto a información. A través de una asociación público-privada que
incluye la academia y agencias de cooperación internacional, el gobierno local
ha adoptado una tecnología alternativa de comunicación y sistema de manejo de
data que permite a los ciudadanos gozar de una vida ciudadana más inclusiva,
con oportunidades para participar en la planificación urbana, la toma de
decisiones a nivel de gobierno local y en una dinámica económica de mercado.
También han emergido mejoras en el acceso y uso de servicios de educación,
turismo y cultura, mejor atención en situaciones de emergencia y una gobernanza
más transparente.
♦
En conclusión, hemos visto
diversas iniciativas urbanas que además de resolver problemas concretos en
ciudades, efectivamente incrementan la inclusión social y reducen inequidades.
El qué en la gestión de ciudades es clave para avanzar una agenda
local de inclusión, especialmente en términos de mejor acceso a servicios
públicos de calidad y ambientes urbanos saludables como en el caso de
Addis-Ababa y Asunción. Pero también el cómo es crítico en el sentido
de que la participación activa de actores claves en todas las fases del
proyecto puede hacer posible o no la efectividad de un plan, programa o
política pública. A medida que las poblaciones crecen y la composición étnica
se hace más diversa, incrementar la participación dejará de ser optativo y
pasará a ser un requerimiento para poder abordar temas urbanos que cada vez
serán más complejos. Por ejemplo, sin la participación de los residentes de
Copenhague, disminuir la exposición a riesgos de inundación en la ciudad no
habría sido posible. Sin embargo, muchas ciudades gobiernan poblaciones que no
tienen una solida trayectoria de participación en asuntos locales. Es por ello
que iniciativas como la del Programa de Juventud en Boston son claves para motivar
a ciudadanos desde temprano a asumir un compromiso más activo y longevo con sus
comunidades. En definitiva, la postura de inclusión debe ser entendida como un
requisito para lograr ciudades más sustentables y eficientes, además de
representar la manifestación de una sociedad más equitativa.
♦♦♦
http://www.spacescape.se/wp-content/uploads/2015/05/CPI-brochure.pdf
[2] Silva,
Elisa and Pablo Vaggione. Pro Inclusión: Herramientas prácticas para el
desarrollo integral de las ciudades de América Latina, CAF: Bogotá 2016.
http://scioteca.caf.com/handle/123456789/961
Articulo derivado de una
versión similar en Inglés para el Journal of Guangzhou Institute for Urban
Innovation Diciembre 2016.
26-12-16
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