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martes, 27 de diciembre de 2016

¡La negación!; ¿política de Estado?, por @MiguelBM29



MIGUEL BAHACHILLE 26 de diciembre de 2016

Los “responsables” de mostrar el paisaje interno del país (por cierto muy sombrío) persisten en negar dogmáticamente la infinidad de conflictos que acorrala a todos los venezolanos. Esa cosmología, efecto del nocivo atraso gubernativo, tiene como designio único cuidar el actual caudillaje para preservar el poder. Es una ingenuidad, por decir lo menos, pensar que puede seguirse negando la ruina mediante una política de Estado basada en palabrerías: “patria, revolución, socialismo”.

Luego de 18 años en el poder el régimen se resiste a reconocer, peor, a cotejar razonadamente la existencia de la crisis que ellos mismos han creado. La negación, como a diario “la ejercitan” por muchos medios que controlan, no la civilidad, refleja la soberbia e impericia de los “actuales regentes” para cumplir con su deber. Niegan todo trance, casual o no, que no sea de su agrado como si de esa manera pudieren ocultar la realidad del país. Veamos:

“No hay escasez de alimentos sino escamoteo de mercantes inescrupulosos. Tampoco existe inflación sino especulación de mercantes usureros. No hay carestía de medinas sino ocultamiento para sacarlos del país. Seguimos presidiendo a Mercosur. No hay corrupción en las filas del oficialismo sino manipulación informativa de la oposición golpista. El pueblo sigue feliz apoyando la revolución. Ha bajado el índice de criminalidad”. Y así un montón de retruécanos orientados a disfrazar la verdad.

La renuencia a admitir y corregir cualquier escenario conflictivo no es una novedad del actual gestión; también de su antecesora. Ha sido una política rutinaria desde que Chávez asumió en 1998. Del gran volumen de pretextos que fluye por el circuito de información oficial es imposible ver “algo feo” mientras la gente pasa horas en  colas. Se reseñan algunos hechos eventuales de poca intensidad para culpar a la oposición. El boceto oficial negador de conflictos ocupa casi todo el espacio público a la vez que resalta las bondades revolucionarias que por cierto, nadie advierte.

La estrategia rumiada por los guardianes de la tranquilidad para que la población, sobre todo más pobre, postergue sus esperanzas para tiempos mejores (que jamás llegaran bajo formato marxista) ya no seduce ni al más lerdo. Más del 80% de venezolanos no cree como lo proclama el régimen que los apremios de hoy no son tan graves y que serán subsanados humanísticamente en socialismo.

Todos los medios oficiales ofrecen una sola verdad. En esa categoría entran diarios, revistas, televisión y radio. El pluralismo en el mundo comunista, como proclamaba Fidel, es una apología despojada de diversidad. En Venezuela es un entuerto al estilo cubano para reforzar el empaquetamiento de conciencias.

Más allá del juicio particular de cada quien sobre la actual crisis, todavía percibida por algunos con desdén u omisión, vale la pena reflexionar sobre el manejo oficial que algunos hacen de ella. Los “rebeldes” persisten con designios vagos para pasar por encima del contexto personal y social de cada venezolano sin importar los daños presentes y futuros que ocasionan. Otros ejercitan el voluntarismo ruidoso para salvar el apoyo de los pocos ingenuos que encuentren en su camino. La falsa doctrina voluntarista, pulida como alucinación del mito de El Dorado, llega a su fin. No entra “el oro fácil” mientras el pueblo pasa hambre.

La mayoría hasta hace poco cautivada por una trampa ideológica extinta tramada por un charlatán, está al tanto de la existencia de alternativas políticas para restaurar el orden democrático perdido. La democracia, no el marxismo ni el colectivismo, es el único sistema capaz de garantizar el desarrollo valiéndose del esfuerzo individual o agrupado mediante reglas claras de participación. La MUD es la única alternativa democrática visible para sustituir al régimen. Todo lo demás es mera fantasía.

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