Por Fernando Pereira
Darwin recién cumplió
los 16 años y desde antes de que comenzara la pandemia estaba empecinado en
irse Colombia. El virus solo retrasó su ímpetu; pero en los últimos meses
repotenció su voluntad. Sus notas fueron bajando y cada vez que se toca el tema
insiste en que no le ve sentido a culminar el cuarto año. Dice que no le
importa ser bachiller porque aquí no tiene futuro. Carmen, su mamá, le plantea
la situación mundial, producto de impacto del coronavirus y que eso complica la
opción de salir del país. Darwin insiste en que se quiere ir de una vez.
Carmen está preocupada
y le insiste en que termine los estudios; pero por otra parte se queda sin
argumentos cuando él expone las privaciones y dificultades que están pasando.
Viajando solos
La situación de Darwin
no es un caso aislado. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR) estima que desde el año 2015 más de 25.000 niños y adolescentes han
migrado de Venezuela no acompañados o separados, entendiendo por ello cuando
viajan en compañía de una persona que no es su representante.
Migrar se convirtió en
un acto desesperado para miles de venezolanos. Entraña un riesgo para cualquier
adulto o familia; pero en el caso de niños y adolescentes viajando solos
aumentan los factores de riesgo que los exponen a la trata, tráfico, violencia
de todo tipo incluyendo la sexual, explotación laboral, captación por bandas
delincuenciales, grupos armados.
Carmen está mucho más
preocupada desde que conoció el caso de las familias y niños que perecieron
ahogados en Güiria y la información sobre las mafias que se mueven lucrándose
de la miseria de la gente en todas las fronteras por donde nuestra gente se va
de manera ilegal.
El que muchos hayan
viajado sin documentos de identidad vigentes: cédula de identidad, pasaportes,
partida de nacimiento aumentó su vulnerabilidad para ser extorsionados, quedar
apátridas, solicitar servicios sociales, registrarse en centros de tránsito,
regularizar su estadía y dificultar la reunificación familiar.
El Sistema de las
Naciones Unidas alertaba para finales de 2019 sobre la existencia de 1,1
millones de niños y adolescentes salidos de Venezuela en situación de riesgo,
con necesidades de atención y protección en los países de la región a los que
ha llegado el mayor flujo migratorio. Países que ya tienen sus servicios
sociales y de protección colapsados.
Unicef advierte que 4.3
millones de niños migrantes venezolanos requerirán asistencia en el 2021.Nada
más en Colombia se estimaba que 400.000 niños y adolescentes ingresarían
durante el 2020 y 800.000 para el 2021. La pandemia retrasó el flujo; pero no
lo detuvo porque las causas permanecen y se profundizan.
El éxodo se
incrementará sin duda en este año. Los niños y adolescentes cuentan cada vez
con menos posibilidades de ser atendidos en su desplazamiento y tránsito y de
ser socorridos en los puntos de destino. Estarán privados de su derecho a la
educación, salud, protección y expuestos a todo tipo de discriminación y
xenofobia.
Tomar previsiones
Miles de familias,
niños y adolescentes se han visto forzados a migrar huyendo de la adversidad que
se ha cernido sobre sus vidas. Viajes que han estado mediados por la falta de
previsión.
Por lo que debemos
insistir con nuestros adolescentes en que no se trata de “irse como sea”, pues
entraña riesgos reales que los pueden afectar seriamente.
Cuando haya
condiciones de emigrar, lo ideal es hacerlo en familia, con algún familiar o
llegar donde está algún familiar o allegado.
Es necesario definir el
país al que se migrará, conocer cuáles son sus condiciones actuales y los
requerimientos para el ingreso al mismo.
Es muy importante
contar con la documentación de identidad nacional. Es una herramienta
fundamental; a sabiendas que requiere un tiempo y recursos que se deben prever
para su tramitación, sobre todo en el caso de los pasaportes.
Se requiere
tramitar los permisos de viaje en caso de que el niño o adolescente no viaje
con ambos representantes.
Es necesario programar
la ruta a seguir para el desplazamiento desde el origen hasta el destino. No
dejar al azar el trayecto que se realizará.
Hacemos votos en este
inicio de año para que su sueño no se convierta en pesadilla.
14-01-21
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