ABIGAIL CARRASQUEL 12 de octubre de 2021
@Abicarrasquel
Jesús
Herrera, Álvaro Álvarez y Laura Benítez se conocieron estudiando Ingeniería
Civil en la Universidad Central de Venezuela y actualmente conforman Civil Green Venezuela,
una compañía que apunta al uso de recursos renovables y a la no dependencia de
hidrocarburos y mediante la cual han creado biodigestores para generar energía,
fertilizantes y tratar aguas residuales.
“El primer biodigestor lo diseñamos e instalamos en Caiza, estado Miranda, justo después del apagón nacional de 2019”, dice el fundador y CEO de esta iniciativa, Jesús Herrera, quien relata que decidió trabajar en energías alternativas “porque intuía que íbamos a llegar a este punto”.
Por
esta razón, en 2018 el proyecto empezó a materializarse con página web, redes
sociales y cursos de formación en esta área. Pero la idea y el concepto de
ingeniería verde está en la mente de este joven de 26 años desde el año 2014.
Al día
de hoy, han instalado cuatro biodigestores rurales en distintas zonas del
territorio nacional como los estados Apure, Miranda y Portuguesa. “Queremos
producir energía de manera alternativa y los biodigestores son relativamente
económicos, muy rentables en el país e incentivan la economía circular”,
expresa Herrera.
¿Qué
es un biodigestor y cómo funciona?
Un
biodigestor “es un reactor que está formado por una geomembrana hermética donde
ocurre la fermentación de la materia orgánica introducida, y en el proceso se
forman gases como el metano y dióxido de carbono con trazas de otros menores,
una mezcla conocida como biogas”, explica Herrera.
Luego,
estos gases se almacenan en un depósito que forma parte de la misma bolsa “para
luego ser extraído, purificado y utilizado para generar calor o
electricidad”, añade, al enfatizar que de este también se obtiene “un líquido
rico en nutrientes que es conocido como biol o biosol, que funciona como fertilizante
orgánico muy potente y que puede ser usado en muchos tipos de
cultivos”.
Los
biodigestores, además de poder generar gas metano para la producción de energía
calórica o eléctrica y producir fertilizante, sirven para tratar aguas
residuales de desechos orgánicos mientras minimizan los olores
mediante un proceso anaeróbico, cerrado y sin presencia de oxígeno libre.
Por
ello, actualmente realizan en el estado Portuguesa “un proyecto que surge de la
necesidad de tratar las aguas residuales que tenía una granja porcina de 2.000
animales y que requerían que en el proceso fuesen captados los malos olores
para evitar las quejas de las parcelas vecinas. En este caso, el biodigestor
surge como una solución a este problema”, dice Jesús Herrera.
Cuatro
tipos de biodigestores
A
pesar que la iniciativa hasta los momentos ha generado únicamente sistemas de
biodigestores rurales, en Civil Green Venezuela tienen el objetivo de desarrollar,
en el país y en la región, biodigestores pensados para el hogar, las
industrias y también las escuelas.
“Con
algunas ONG hemos recuperado cuatro centros comunitarios en Caracas, al aportar
en labores de energía eléctrica y agua, pero nuestro plan es obtener
financiación para desarrollar los biodigestores urbanos y sería un logro en el
que podrían beneficiarse múltiples familias”, explica Herrera, quien
actualmente es tesista de la UCV y por la pandemia sus estudios están en pausa
ante la realidad cuesta arriba de la educación a distancia en un país con
fallas de energía y recursos.
“Mi
tesis está basada en diseñar un biodigestor pequeño, compacto, de bajo
costo y con la capacidad de cubrir la demanda de gas de un hogar con los pocos
residuos orgánicos que dispone una familia humilde venezolana, porque
sabemos que muchos no pueden alimentarse como deberían”, exclama el ucevista,
al tiempo que asegura que en el mundo existen personas que hacen biodigestores
que cubren la demanda de gas de las viviendas.
En
cuanto al sistema para industrias, Herrera acota que hay iniciativas en Europa
que lo realizan y una de ellas produjo uno que está en Lara, Venezuela.
Para
las escuelas la idea que tienen es proveer de gas a los comedores
estudiantiles y para ello, el equipo se plantea buscar apoyo de
organizaciones, crear un fondo mediante la compra de objetos ecológicos y
contar con la ayuda de las unidades educativas para hacer realidad los
proyectos.
Otros
servicios verdes
Además
de los biodigestores, este equipo de jóvenes ofrece bombas de agua de ariete,
las cuales no requieren electricidad ni combustibles fósiles, y hasta la fecha
han instalado dos en Caiza. A la lista de servicios se suman la energía solar,
el diseño arquitectónico ecológico y los muros de contención de materiales
reciclables.
“Básicamente
nuestro objetivo es ofrecer servicios de ingeniería civil y producción de
energía y recursos de manera sustentable o minimizando los efectos de
contaminación”, afirma Herrera.
Si
bien Civil Green Venezuela está integrado por Jesús, Álvaro y Laura, de 26,25 y
27 años de edad, respectivamente, también incorpora a más expertos en
ingeniería civil, algunos jóvenes y otros con décadas de experiencia. En el
caso de los tres venezolanos fijos en el equipo, son egresados como asistentes
de Ingeniería del Centro Técnico Profesional (Centecpro) en Caracas.
A pesar
de que estos tres tesistas de la UCV no han podido avanzar en sus carreras por
la pandemia, siguen trabajando en soluciones para generar energía en las
comunidades.
“Nuestro
objetivo es poder aportar nuestro grano de arena entre la magnitud de áreas que
conforman la ingeniería civil, porque es una de las más invasivas al ambiente y
así cambiar procesos convencionales por acciones lo más amigables posible con
el planeta”, dice Herrera.
Para
este venezolano de 26 años de edad, oriundo del estado Amazonas y con
conciencia ecológica, la meta fundamental es independizarse del “sistema
antiguo y dañino”, como describe al actual, y en el futuro hacer de esta
iniciativa venezolana una de las principales referencias de la ingeniería verde
y sustentable.
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