Juan Mario Solís Delgadillo 12 de octubre de 2021
@Latinoamerica21
Recientemente
se hizo pública la mayor filtración de documentos de la que se tenga registro.
Un extenso equipo de periodistas de investigación analizó casi 12 millones de
documentos que revelan el mecanismo que personajes poderosos de todo el mundo
utilizan para ocultar sus fortunas y, en consecuencia, evadir impuestos. Sin
embargo, lo que quizás mayor indignación ha provocado a los latinoamericanos es
la desproporcionada presencia de personajes de la política en estos complejos
entramados.
Es
cierto que de acuerdo con las leyes vigentes estos mecanismos no son ilegales,
pero el escándalo abre todo un debate sobre la naturaleza de los recursos y el
probable usufructo de la corrupción que puede estar detrás de algunas fortunas.
Sobre todo, por que es aún más indignante que alguien se haga rico haciendo
política y que quienes hacen las leyes tributarias, que mantienen cautivos a
millones de contribuyentes, sean los primeros en utilizar información
privilegiada para sacar dinero de sus países para ocultarlo en sendos paraísos
fiscales.
Desproporción latinoamericana
La
nómina de políticos, además de amplia, puede sacar los colores a más de uno,
sobre todo cuando se observa que los latinoamericanos destacan por encima de
sus pares de otras regiones del mundo. Los reportes de los Pandora Papers
revelan que tres presidentes y 11 ex presidentes de América Latina sobresalen
entre las celebridades que emplean los mecanismos de offshore para “resguardar”
su patrimonio económico. Pero, además, la lista incluye a ministros,
embajadores, legisladores, funcionarios y hasta miembros de bancos centrales.
La
triangulación de activos a través de este mecanismo no tiene nada de ilegal.
Sin embargo, en una región con marcadas asimetrías, precarización,
informalidad, corrupción e impunidad, revelaciones como la de los Pandora
Papers dejan al desnudo que la estructura de oportunidades entre quienes tienen
poder —económico y político— y el resto, no sólo es abismal, sino que puede a
llegar a niveles que rayan en lo impúdico y grosero.
El
mensaje que nos dejan los Pandora Papers, sobre todo en una región
extremadamente desigual como América Latina, es que en la política como en el
ajedrez, no es lo mismo ser peón que reina. Mientras el primero es carne de
cañón y su movilidad está cautiva, la segunda no sólo tiene más estatus, sino
que puede moverse con libertad por todo el tablero.
Esta
metáfora, citada por un entrevistado en un programa televisivo de la cadena
española La Sexta, describe a la perfección como mientras millones de personas
son contribuyentes cautivos de las imposiciones fiscales que crean sus
verdugos, estos últimos tienen la capacidad de hacer de la política una
actividad lucrativa muy rentable, de la que, además, se valen para evadir las
reglas creadas por ellos mismos.
Con
nombre y apellido
Destaco
tres casos a manera de ejemplo. El presidente chileno Sebastián Piñera es
conocido por su fortuna previa a su incursión en la política profesional. Sin
embargo, este se ha valido de su posición de privilegio para acrecentar su
riqueza a través de operaciones como la compraventa de la Minera Dominga en la
que también participó su esposa.
El
segundo caso es el del ex presidente Horacio Cartes quien ha convertido al
Paraguay en su estancia personal. Señalado por lo oscuro o irregular de algunos
de sus negocios, lo cierto es que tras su paso por la presidencia no sólo ha
hecho crecer su fortuna, sino también su influencia, lo que en un país
altamente corrupto lo ha hecho prácticamente intocable.
Y el
tercer caso es el del legislador mexicano Armando Guadiana del oficialista
Morena. Este rico empresario del carbón se ha beneficiado de jugosos contratos
de adjudicación directa durante la actual administración del presidente López
Obrador, a quien defiende a ultranza.
En
conclusión, los Pandora Papers superan por mucho a los Panamá Papers que en
2016 habían revelados el modus operandi que grandes celebridades utilizan para
escapar del control tributario de las haciendas nacionales a través de empresas
fantasmas u offshore. Esta filtración es un nuevo recordatorio que, además de
los políticos que en teoría deberían representarnos, muchos de nuestros
admirados cantantes, deportistas, artistas y empresarios latinoamericanos se
siguen aprovechando del resto de la sociedad. Al fin y al cabo no es ilegal y
qué tanto es tantito.
Juan
Mario Solís Delgadillo
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