Juan Guaidó 03 de diciembre de 2021
@jguaido
Luego
del evento del pasado 21 de noviembre sobre el cual resaltamos la ausencia de
condiciones electorales que hoy ha sido reiterada por la Misión de Observación
de la Unión Europea, se ha abierto un debate muy válido sobre la significación
de la ‘Unidad’ y la necesidad de revisar la legitimidad de los liderazgos que
la componen para poder avanzar en una ruta común.
La Unidad de las fuerzas democráticas ha sido un vehículo fundamental en la lucha, no sólo en Venezuela, sino en la historia de todos los países que han enfrentado regímenes autoritarios. Esa Unidad nos dio la victoria en las parlamentarias del 2015, la fuerza para protestar en las calles en el 2017, nos permitió demostrar ante la comunidad internacional la ilegitimidad de Maduro tras la farsa electoral en 2018, y convertir a Venezuela en una causa que el mundo democrático ha respaldado con vehemencia desde el 2019 con el reconocimiento de la Asamblea Nacional como único hilo constitucional del país, y con ello de la presidencia encargada, según el artículo 233 de la Constitución.
Esa
Unidad como vehículo ciertamente hay que irla revisando, cuidando y renovando
constantemente, pero en este momento nos corresponde hacerlo con el mayor
pulso, la mayor empatía y sobre todo con plena conciencia del objetivo por el
que se lucha, pues la estrategia de la dictadura para dinamitar nuestra
coalición se ha renovado y eso no podemos ignorarlo.
Las
dictaduras han innovado en sus mecanismos para permanecer en el poder. Maduro
aparte de haber destruido el Estado de derecho y controlar los poderes
públicos, sofisticó su estrategia para debilitar la coalición democrática con
tácticas más complejas que las inhabilitaciones, persecuciones y detenciones
arbitrarias que acostumbra, y que por cierto hoy sostiene en casos como el
arrebato de la gobernación de Barinas a Freddy Superlano donde la dictadura que
se rehúsa a aceptar la pérdida en la cuna de Chávez ordena a través del TSJ
(Tribunal Supremo de Justicia) de Maduro, repetir el proceso e inhabilitar al
gobernador electo; la detención de Omar Fernández, Alcalde electo del Municipio
Arzobispo Chacón, en el estado Mérida, o el intento de burlar la victoria de
Superlano en Barinas, estado que ha sido bastión del chavismo y se niegan a
entregar.
Su
estrategia ahora se complementa. Desde hace más de un año el régimen orientó
sus esfuerzos en dispersar la representación de las fuerzas que se le oponen
apostando a la desmoralización, generando aparentes “divisiones internas” que
han sido planificadas y financiadas desde el poder del Estado. Intentaron
secuestrar el Parlamento comprando voluntades en 2020, se robaron las tarjetas
de los partidos a través del TSJ para confundir al electorado y se la
entregaron a dirigentes cooptados a cambio de protección y financiamiento, beneficiaron
a estos actores en los medios libres donde el régimen controla y censura al
resto, e incluso promovieron la creación de nuevos partidos para abonar en la
dispersión de las fuerzas.
Ante
esa realidad hay que actuar. Claro que hay que sumar cada vez más hacia una
mayor y mejor unidad, pero reducir la causa de la dispersión a un asunto de
voluntad política es simplificar e ignorar el contexto. La verdadera Unidad, la
que desafía a la dictadura, es la unidad de propósito. Eso lo que debe
movernos. Quienes se prestaron para robarse los partidos, para lavarle la cara
a empresarios del hambre que hoy están respondiendo a la justicia
internacional, o para ser leales a la dictadura, han probado que no comparten
el propósito por el que luchamos: recuperar la democracia y salir de un régimen
que viola derechos humanos, tortura, y tiene al país sumergido en la peor
crisis de su historia.
Tenemos
que trazar una línea clara con quienes abandonaron sus valores para intentar
normalizar la dictadura a cambio de beneficios personales. Claro que hay que
conversar con todos los factores, pero no podemos olvidar su naturaleza ni
relativizar sus acciones. Finalmente, no podemos olvidar que luchamos contra
una dictadura que usa todo el poder coercitivo que tiene para desarmar todos
los esfuerzos que la desafíen, y descomponer esa Unidad para debilitarnos es su
principal objetivo. No podemos decaer, debemos insistir en lograr una elección
presidencial libre y justa, la próxima en el escenario venezolano, la que nos
deben desde 2018 y la que debe dar paso a la solución al conflicto; eso hoy nos
une a todos.
*Reconocido
por más de medio centenar de países como presidente interino o encargado de
Venezuela
Juan
Guaidó
@jguaido
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