ALEJANDRO HERNÁNDEZ 03 de julio de 2024
La
visión sobre Venezuela del reconocido analista global parece, de entrada,
desalentadora. O puede ser tan realista que obliga al lector y al interesado a
pensar y repensar sin prejuicios. “Hay es una líder, que quizás es la mejor
política de América Latina, que ha logrado movilizar a una población que estaba
resignada, frustrada e indolente a marchar contra todas las trampas que hace el
régimen”. Y siendo optimista, dice, “los milagros existen en política”
A
partir de su último libro –Lo que nos está pasando, una selección de sus
columnas de opinión publicadas entre 2016 y 2023-, Moisés Naím aborda el
complejo proceso político venezolano, que ha sido parte de sus desvelos como
observador y analista de lo que ocurre en el mundo globalizado. Los dos textos
más extensos del libro referido tienen por tema a Venezuela. “Lidiar con
estas dictaduras modernas, es uno de los grandes dilemas de la humanidad de
hoy”, sostiene.
Naím es crítico de la política hacia Venezuela que ha ejecutado la administración Biden, “lo han abordado mal, pero, sobre todo, han tenido una interpretación equivocada de cuál es la situación real y cuáles son las capacidades y debilidades de los diferentes actores, acota, y asoma un par de escenarios sobre la realidad nacional: una división dentro del chavismo que resquebraje el gobierno, una confrontación civil interna. “Todo es posible (…) pero puede saltar la liebre”, comenta en referencia al liderazgo de María Corina Machado.
-En la
columna de “Dictadores sin salida”, usted dice que el mundo se ha quedado sin
respuesta ante los regímenes autoritarios de hoy, porque no saben cómo hacer
para que dejen el poder, ¿es lo que pasa con Venezuela y con Nicolás Maduro?
-Sí,
también con Vladimir Putin, Daniel Ortega y todos ellos. En el pasado los
dictadores perdían el poder, casi siempre, por un conflicto dentro de las
élites gobernantes, alzamientos de las fuerzas armadas o una intervención
extranjera; cuando eso pasaba, salían huyendo y encontraban cobijo en sitios
como Mónaco y otros lugares de éxito y dinero del Mediterráneo. Ahora no es
así, porque nadie democrático recibe a la chatarra política de estos tiempos.
Por esto, y por el temor a las acciones que puedan encabezar instituciones que
persiguen a violadores de derechos humanos como la Corte Penal Internacional,
los autócratas de hoy se atrincheran y hacen lo que sea necesario para no
soltar el poder.
-Pero,
¿por qué las potencias del mundo no han podido dar con una solución a un punto
tan crucial?
-Porque
no es sencillo, eso de ir con unos papeles a decir que hubo una votación, en la
que el 80% de los votos fue para un candidato opositor, y por eso deben
abandonar el poder, es un escenario que no existe; porque algo van a pedir. Y
ahí viene otro problema debido a que las víctimas de estos regímenes,
normalmente, no comulgan con el ofrecimiento de garantías e incentivos a
dictadores. Es entendible que gran parte de la población que ha sufrido
muchísimo pretenda que a estos personajes les toque la cárcel o más, entonces,
esto también complejiza la situación. Entender cómo lidiar con estas dictaduras
modernas, es uno de los grandes dilemas de la humanidad hoy.
-Con
Nicolás Maduro se han probado ambas cosas: el ofrecimiento de incentivos y
garantías, como ha hecho la administración de Joe Biden; y también la mano
dura, que impuso el expresidente Donald Trump; pero ninguna de las dos resultó
exitosa.
-Deben
pensar qué hacer con el sector militar, porque mientras la Fuerza Armada esté
del lado de Maduro, no habrá cambio político. Los militares de Venezuela son la
guardia pretoriana del dictador y cuentan con el apoyo de aliados
internacionales como Cuba, Rusia, China, Bielorrusia, Irán, etcétera… La
oposición está enfrentando potencias mundiales que apoyan al régimen con
recursos, logística, armas, dinero y alianzas con grupos criminales; creando
una enorme asimetría entre ambos. Sin embargo, no hay que desilusionarse,
porque también están ocurriendo sorpresas positivas, por ejemplo, yo no pensé
que las primarias se iban a suceder, y tuvieron mucho éxito. Ahora estamos
viendo el arrase de María Corina Machado en las calles del país, situación que
es extraordinaria y no tiene precedente.
«Esta
ola de apoyo y potencia política que representa María Corina, agarró
desprevenido a Maduro y sus colaboradores»
-¿Qué
opina de la política que ha tenido Estados Unidos y la administración Biden
hacia Venezuela?
-Yo
soy muy crítico de la manera como Estados Unidos, sobre todo, el Departamento
de Estado y el National Security Council han manejado el problema de Venezuela.
Lo han abordado mal, pero, sobre todo, han tenido una interpretación equivocada
de cuál es la situación real y de cuáles son las capacidades y debilidades de
los diferentes actores. Honestamente cuestiono mucho la manera cómo la
administración Biden ha manejado el tema venezolano. Ya veremos qué pasa si hay
un cambio de gobierno y gana Trump, cosa que sería catastrófica para todos; o
si sigue Biden y logra poner un equipo para América Latina más competente que
el que tiene ahora.
-¿Por
qué el régimen ha permitido que María Corina Machado haga giras por el país y
Edmundo González siga en carrera hacia el 28 de julio?
-En
parte creo que esta ola de apoyo y potencia política que representa María
Corina, agarró desprevenido a Maduro y sus colaboradores. No hay duda de que no
han sabido cómo manejarla y por eso han llegado al extremo de cerrarle el
negocio a unas señoras humildes que venden empanadas o meter preso al lanchero
que la ayudó a cruzar el río. Ese tipo de acciones me hacen ver que el gobierno
está muy sorprendido de lo que está pasando y busca qué vuelta le puede
dar.
-En su
columna titulada “Cuando el crimen organizado es gobierno”, explica lo que es
un estado mafioso y pone de ejemplo a Vladimir Putin y también a Maduro, ¿es
posible el desmontaje de un Estado de esas características por la vía electoral
y democrática?
-Si
vamos a ser optimistas hay que decir que los milagros existen en la política; y
que es perfectamente imaginable, aunque aún no sé si probable, que llegue el
momento de una división interna dentro del chavismo y el gobierno se
resquebraje. También puede ser que se dé una guerra civil, aunque estas nunca
son entre civiles, sino entre facciones de las fuerzas militares. Todo eso es
posible, pero en estos momentos lo que hay es una líder, que quizás es la mejor
política de América Latina, que ha logrado movilizar a una población que estaba
resignada, frustrada e indolente a marchar contra todas las trampas que hace el
régimen. Eso es casi milagroso y hay que tenerlo presente cuando se hacen los
pronósticos, porque por ahí puede saltar la liebre…
-¿Cómo
ve a la oposición venezolana?
-No
hay dudas de que el sistema tradicional de partidos opositores en Venezuela ha
colapsado, no funciona; y atrae, simplemente, a sobrevivientes y manipuladores
del sistema para obtener beneficios personales; pero también hay héroes y
personas que de alguna manera la población agrede e insulta, a pesar de que han
hecho esfuerzos gigantescos por el cambio político en el país. Uno de
ellos es Leopoldo López, que las encuestas no lo favorecen, pero ha podido ser
el Mandela venezolano; el propio Guaidó, que ha tenido consecuencias muy malas
para él y su familia. Estos que nombro no son políticos tan tradicionales, pero
forman parte del sistema de partidos y ese sistema hay que renovarlo,
relanzarlo, y repensarlo.
-¿El
2024 está siendo un año de esos que usted llama “definidores de décadas”?
-Depende
de lo que pase en la elección de Estados Unidos. Si gana Trump, lo que va a
pasar en el mundo es bastante diferente de lo que estamos viendo hoy. Pienso
que Biden es un mal candidato, pero es el que hay; y va a hacer un gobierno más
o menos parecido a los habituales. Sin embargo, Trump vendría con una agenda
muy diferente y transformadora, impulsada por la venganza, y lo que yo he
llamado “Las tres P”: populismo, polarización y posverdad, que haría al 2024 un
punto de inflexión.
-¿Qué
opina del continuismo en México?
-Escribí
en el libro sobre el que estamos conversando, que para la salud política de un
país, es más peligroso el continuismo que el populismo. Porque este último hace
daño, pero, si no vulnera la Constitución, tiene fecha de caducidad; mientras
que el primero significa mantener el mismo gobierno durante muchos años como
Cuba o Venezuela, y eso plantea retos muy diferentes que no se logran resolver
con las reglas de la democracia. México acaba de tener una elección, que
es el continuismo de López Obrador, a través de su protegida; pero creo que
ella nos va dar sorpresas, porque parece que tiene ideas propias y no solo se
va a dedicar a obedecer a su antecesor; vamos a ver cómo funciona eso. En todo
caso, el ascenso del crimen organizado con los cárteles transnacionales
operando en diferentes países es algo que la región debe atender con más
atención.
-¿Qué
pueden esperar los venezolanos de los gobiernos de Brasil y Colombia?
-Son
parecidos, pero muy diferentes, esta entrevista ocurre cuando el gobierno de Brasil
anuncia que no mandará observadores electorales para las presidenciales en
Venezuela. ¿Qué señal más clara se puede pedir? Es muy evidente con quien están
aliados. Lula ha buscado la manera de lavarse la cara y presentarse como un
demócrata, pero no mandar veedores que certifiquen la naturaleza de una
elección tan importante, es un hecho contundente que revela quién es él.
Petro, por su parte, está mucho más descalabrado políticamente, está lleno de
autogoles, que le hacen daño a Colombia, pero también a él.
-Son
muchas las columnas que ha escrito sobre Vladimir Putin, ¿cómo define la
relación del presidente ruso con Maduro?
-Se
dice que los países no tienen amigos, sino intereses; yo llevo eso a decir que
los líderes no tienen amigos, tienen intereses. O sea, está claro que la
relación entre Putin y Maduro es transaccional, ambos tienen algo que el otro
quiere. Putin necesita apoyo en muchos sentidos, y lo mismo Maduro, entonces
simplemente es una relación de conveniencia.
-¿Cómo
cree que va a terminar la situación en Ucrania y en el Medio Oriente?
-Con
una negociación que no le va a gustar a nadie.
ALEJANDRO
HERNÁNDEZ
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