Por Mario Villegas, 2/09/2012
Columna de Puño y Letra
Una
productiva controversia desató en las redes sociales mi artículo “Bájense de
esa nube”, en el que cuestioné a quienes, desde el chavismo o el antichavismo,
podrían ver en una victoria de Henrique Capriles Radonski la oportunidad para
entregarle el país a grupos económicos locales o foráneos, privatizar la
industria petrolera, aplicar políticas contrarias al interés de los sectores
populares y robarse los dineros públicos. Esa barbaridad, decía entonces, no
sólo no está en la brújula de los sectores patrióticos y progresistas que hacen
vida en la Unidad Democrática, ni éstos están prestos a propiciar o hacerse
cómplices de semejante desatino, como tampoco las clases populares están
dispuestas a tolerar un nuevo engaño o una nueva frustración.
Infinidad
de mensajes atiborraron mi twitter y mi correo electrónico, la mayoría
coincidentes con estos planteamientos y favorables a trabajar por la victoria
del candidato de la Unidad con el firme propósito de no defraudar al tan
vapuleado pueblo venezolano que hoy deposita en Capriles sus sueños por
alcanzar un país de creciente bienestar y progreso para todos.
No faltaron
unos poquísimos mensajes de quienes sospechaban de una cierta ambigüedad. Pero
que va, ninguna ambigüedad. Más claro imposible. Sólo un alerta para quienes no
están convencidos de que el cambio que viene a partir del 7 de octubre debe
honrar las promesas hechas en la campaña a ese pueblo irredento, cansado de charlatanerías
y hambriento de soluciones.
Uno de mis
interlocutores en twitter, la siempre polémica @LaDivinaDiva, celebró el
artículo y comentó que en esos términos podría concluir jugándosela a favor de
Capriles. Le respondí: “Decídete de una vez, Diva. Apoyar no significa
hipotecarse”. El afamado cocinero Sumito Estévez me honró al rebotar el
comentario y escribió: “Buena frase del amigo Mario: Apoyar no significa
hipotecarse”, a lo cual contesté: “¡Incondicionales jamás!”. A partir de allí
la sucesión de mensajes se convirtió en una avalancha de adhesiones orientadas
al apoyo activo a Capriles para reforzar el carácter genuinamente popular de su
compromiso.
Y de eso
precisamente se trata. Así como le objetamos al chavismo la cómplice obediencia
ante el caudillo, también debemos objetar la sumisión o el silencio encubridor
ante cualquier eventual desviación en el gobierno por venir. Ese compromiso y
la garantía de plena libertad en la opinión y en la crítica constructiva es un
valioso atractivo para sectores que aún deshojan la margarita y que bien
podrían terminar inclinando la balanza a favor del cambio.
Por suerte,
ni Capriles nos está pidiendo incondicionalidades ni debemos estar dispuestos a
dárselas. La era de las incondicionalidades está llegando a su fin. Y el propio
Capriles acaba de confirmarlo en Guayana durante su encuentro con los líderes
sindicales y populares: “Si lo hago bien, ustedes me apoyan. Si no les cumplo,
me sacan”. Más claro, ni el agua.
BREVES
-
Bienvenida la posición expresada por el secretario general del Partido Comunista de Venezuela,
Oscar Figuera, quien exige una seria investigación de las causas que condujeron
a la tragedia de Amuay. El parlamentario ha solicitado crear una comisión
especial sin presencia de los gerentes del Centro Refinador Paraguaná y en la
que tomen parte delegados de seguridad industrial de los trabajadores. La
investigación, según ha dicho, debe hacerse sin contemplaciones y producir
severas sanciones para quienes hayan podido incurrir en negligencia o saboteo.
Contrasta con la actitud del Partido Socialista Unido de Venezuela,
marcadamente cerrado a una seria investigación.
- Ya está circulando el libro de mi amigo y colega Carlos Subero, “La alegría triste de emigrar”, que habla de las vicisitudes de los venezolanos que en la última década del siglo veinte y lo que va del siglo veintiuno se fueron a vivir a Estados Unidos y Canadá. La obra periodística lleva prólogo de mi modesta autoría.
- Lucio Segovia, ilustre educador vecino de la parroquia Coche, afirma que la campaña de Henrique Capriles Radonski no sólo es admirable sino también “mirable”. Según su criterio, la presencia de Capriles no es virtual o mediática sino tangible, palpable, se puede ver y sentir en cada pueblo y en cada comunidad.
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
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