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martes, 11 de septiembre de 2012

La actitud del Presaliente me dice que “Hay un camino”


Por Golcar, 10/09/2012

Cuando salgo a la calle y veo tantos afiches del Saliente por todos lados, tantas vallas gigantes contaminando visualmente la ciudad, tantos carros a los que les pagan un dineral para que porten las calcomanías del corazón a lo largo y ancho del vidrio trasero. Cuando hago zapping en la TV., recorro los diales de la radio, veo la cantidad de publicaciones impresas con las que cuenta el oficialismo, me siento apabullado por el gran aparataje comunicacional del régimen, me desilusiono y entro en pánico al pensar en lo difícil que es vencer tanto dinero y poder dedicados a obtener la victoria el 7 de octubre y perpetuarse en el poder.
Pero mis temores se disipan cuando al pasar por VTV me encuentro con una edición de La Hojilla o de La Iguana en las que en lugar de dedicar las más de 3 horas que duran esos espacios a promocionar las propuestas del candidato de gobierno para un nuevo mandato, se dedican a insultar a Capriles. En esos escatológicos programas, no escatiman en ofensas para el candidato opositor. Para desacreditar a Capriles se valen de mentiras, medias verdades, manipulaciones y montajes. Entonces siento que el miedo que ellos están manifestando indica que algo debe estar pasando.
Cuando veo a Vanessa Davis entrevistando a gente del oficialismo, manipulando la información de manera descarada, induciendo al entrevistado a responder a sus preguntas de la forma como ella quiere escuchar las respuestas, no tengo más remedio que pensar que el desespero demostrado a tal punto que no le importe perder el poco respeto que como comunicadora social pueda aún tener, habla de que debe tener números guardados bajo llave en los que su candidato no queda muy bien parado de cara a las elecciones de octubre.
Y cuando veo y escucho al saliente con la yugular brotada de tanto gritar insultos contra Capriles, queriendo meter miedo en el electorado diciendo que el candidato de oposición tiene una agenda oculta, que eliminará las misiones, que le quitará las pensiones a los viejitos, que le regalará el país al imperio, que es un majunche, un jalabolas, un judío de mierda, un maricón de closet. Que va a privatizar hasta el aire que respiramos, que es el demonio disfrazado de angelito. Apátrida, imperialista, fascista, golpista… La memoria no me da para recordar toda la retahila que en sus cadenas de medios vocifera el Presaliente, para enumerar aquí todos los insultos que en grandes derroches de creatividad espeta a los cuatro vientos mico- mandante presaliente sin importarle irrespetar los horarios infantiles ni poner a los pies de los caballos la dignidad y majestad del cargo que desde hace 14 años ostenta.
Cuando el saliente se fija y habla tanto del bojote y del paquete oculto de Capriles y quiere meternos miedo a todos con un supuesto programa de gobierno de la unidad que llevará al país a un infierno, que eliminará las misiones, cuando amenaza con guerra civil si él pierde, con crisis si el capitalismo vuelve, y le dice 20 veces jalabolas a Capriles en menos de 2 minutos. Cuando ordena a sus manganzones que se dediquen vía twitter a desmontar y manipular los discursos del candidato opositor inventando hashtags que pretenden subir en los trending topics. Cuando veo semejantes desafueros y desespero, respiro tranquilo porque la sensación que transmite el saliente es de tener terror de perder y de derrota.
Las últimas escasas apariciones y discursos del candidato de gobierno, ¡me recuerdan tanto la campaña de 1998! Cuando sus oponentes querían asustar a los venezolanos diciendo que Chávez era un comunista, socialista, come niños, ateo o, por lo menos, evangélico. Golpista, fascista, de ultraizquierda. Con que si él ganaba nada sería de nadie, porque lo que se nos venía encima era comunismo ultroso. Ante lo cual, el líder del golpe de febrero del 92, tenía que salir a decir que él no era socialista y mucho menos comunista. Que no irrespetaría la propiedad privada y que entregaría la presidencia al finalizar su mandato. Que él no era un político ni un dictador.
Como todos sabemos, y muchos lamentamos, la guerra sucia en el 98 no rindió frutos. El miedo que quisieron inocular en los votantes no surtió efecto. Por el contrario, parece que hizo que la gente se decidiera a votar por el líder golpista del 92.
Ahora al oficialismo le incomoda y molesta que Capriles ofrezca lo que en el 98 ofrecía Chávez y que después de 14 años en el poder no cumplió. Muchas de las cosas que se le endilgaban a Chávez en el 98 para asustarnos terminaron siendo ciertas y eso me hace pensar que cualquier día el candidato del gobierno dirá, en su frenético desespero:
-Hagan caso. No voten por Capriles. Vean lo que pasó conmigo, no creyeron lo que decían de mí y ya ven que tenían razón en casi todo.
No entiendo por qué el oficialismo piensa que esa guerra sucia que está llevando a cabo en la campaña actual sí funcionará esta vez. Parece que creen que en esta oportunidad los venezolanos sí nos asustaremos por un posible gobierno de derecha. Como pretendieron asustarnos en el 98 con un posible gobierno de izquierda. Es difícil de entender que un hombre que ganó, entre otras cosas, porque la gente no lo veía como un político, ahora pretenda descalificar a Capriles y a los que lo acompañan en el equipo de campaña diciendo que “no son políticos”.
Cuando el saliente sale a hablar del “paquete oculto del majunche” lo que nos recuerda es el paquete socialista oculto que él tenía en el 98 y que negó hasta el último momento. Como negó admirar a Fidel hasta que ganó y terminó diciendo que la momia cubana era como un padre.
En fin, que lo errático de la campaña del oficialismo, el desespero manifiesto en insultos, patrañas y mentiras, hacen que me vaya tranquilo a mis próximas vacaciones. Pasearé feliz por tierras uruguayas, argentinas y panameñas. Trataré de escribir algunos posts sobre mi nueva experiencia turística y publicarlos con sus respectivas fotos. Me voy por quince días tranquilo y regresaré tranquilo -y a tiempo para votar- porque la campaña de Capriles me llena de confianza pero, sobre todo, porque la campaña del saliente me indican que, definitivamente, “Hay un camino”.

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