Escrito por Vladimiro Mujica, 06/09/2012
Está
emergiendo un verdadero movimiento popular a favor del cambio que representa la
candidatura de HCR, La elección de HCR debe
garantizar que la democracia y la libertad de nuestro país nunca más estarán en
juego
Todo parece
indicar que se avecinan tiempos de profundos cambios en Venezuela. La era de
hegemonía del chavismo está en una etapa cada vez más comprometida y lo que
puede ocurrir el 7 de octubre si se produce la victoria de Capriles será un
verdadero sismo social. A pesar del ventajismo oficial y de las amenazas de
caos y guerra civil que el candidato del gobierno repite incesantemente, hay
indicios cada vez más fuertes de que está emergiendo un verdadero movimiento
popular a favor del cambio que representa la candidatura de HCR. Las
dificultades en evidenciar este crecimiento en las encuestas no pueden esconder
el hecho de que los actos de la campaña se han convertido en multitudinarias
expresiones de calle a lo largo de todo el país.
Mucha gente ha
comparado lo que está ocurriendo ahora con el fervor que despertó en su momento
la candidatura de HCF en 1998, cuando mucha gente se negaba a reconocer que se
estaba armando un triunfo en la calle ante los ojos incrédulos de un país que
se había acostumbrado al dominio bipartidista de AD y COPEI. Catorce años
después, y con tan solo un cambio de letra en las siglas de los nombres de los
candidatos, de HCF a HCR, lo que está en juego es mucho más que los cambios de
gobierno de nuestra historia reciente.
La posibilidad
real del triunfo nos obliga a todos, ciudadanos y dirigencia política, a hacer
un alto en el camino de la euforia anticipada y examinar las implicaciones y
consecuencias y, sobre todo, los retos del nuevo gobierno. La lista es muy
larga y no tengo la pretensión de intentar un análisis exhaustivo, pero hay un
reto específico que tiene que ver con una pregunta que todos debemos hacernos:
¿Cómo nos metimos en este enredo? Mucho se ha escrito sobre el tema y recuerdo
en particular un ensayo de Mario Vargas Llosa en el cual señalaba que a veces
los pueblos se suicidan y que el pueblo venezolano había elegido suicidarse.
El extraño
contraste entre esta reflexión y la vieja frase “El pueblo nunca se equivoca”
que ha sido atribuida a muchas personas, entre ellos el ex presidente Rafael
Caldera, es muy impactante. La frase termina por ser un artilugio oratorio,
imposible de verificar en un sentido histórico real. Yo tiendo a pensar que el
pueblo sí se equivoca, de hecho se puede equivocar en dimensiones
catastróficas, y hay factores muy profundos que inducen a la equivocación.
A los errores
del pueblo contribuye primariamente la carencia de educación para el ejercicio
de la ciudadanía. En Venezuela quizás el hombre que más insistió en que esto
era una necesidad inescapable fue Arturo Uslar Pietri.
Una de las
tragedias de nuestra historia es que la tesis de Uslar sobre la educación
ciudadana perdió frente al populismo que terminó por imponerse como regla de
conducta política en la Venezuela post Pérez Jiménez.
A la carencia de educación ciudadana, que valore la preservación de la
democracia y la libertad por sobre todos los otros bienes, se le une la
frustración y el resentimiento. Pero mucho más allá de la responsabilidad
individual en los desaciertos del pueblo está la responsabilidad de la
dirigencia nacional en inducir y estimular conductas, en jugar con salidas
mesiánicas que siempre terminan en grandes tragedias.
El pueblo
venezolano se equivocó profundamente en elegir a HCF y ahora tenemos que
asegurarnos de que la elección de HCR garantice que la democracia y la libertad
de nuestro país nunca más estarán en juego a causa de los desaciertos ni de la
dirigencia ni de los ciudadanos. Para ello son necesarias muchas cosas, pero
ninguna tiene la importancia de comprender que hay fuerzas que se han
despertado con la aventura chavista que no podrán ser acalladas con palabras y
que requerirán de acciones muy concretas e inteligentes de parte del nuevo
gobierno si se pretende que la recuperación que se inicie el 7 de octubre sea
duradera.
Las dos
fuerzas que se han despertado tienen que ver con la pobreza y la exclusión. Yo
creo que es indispensable reconocer dos logros muy importantes de la época
chavista. El primero tiene que ver con la elevación del tema de la pobreza a
materia de interés público y nacional. Nunca más se podrá ignorar la pobreza en
ningún programa político y su superación ha sido reconocida como el tema
capital de nuestros tiempos.
Por supuesto
que este reconocimiento tiene que venir acompañado de la triste reflexión de
que el chavismo le falló al pueblo en su promesa de hacerlo menos pobre. Pero
la promesa está allí y es de capital importancia atenderla efectivamente. La
otra fuerza es el así llamado “empoderamiento” de la gente. Un neologismo un
tanto inusual, pero con un profundo sentido porque atiende al aspecto de
participación de las comunidades en la atención de sus propios problemas. Como
en todo lo que toca, el chavismo convirtió una idea de oro en un monstruo que
obstaculiza el propio funcionamiento social, pero la semilla de algo muy
importante esta ahí.
Que el triunfo
de HCR se convierta realmente en el triunfo de la libertad y la democracia en
Venezuela dependerá de que asimilemos las lecciones de estos años y que usemos
las poderosas energías que se han activado para que en verdad NUNCA MÁS
pongamos en riesgo nuestro patrimonio más preciado.
Vladimiro
Mujica es miembro de Compromiso Ciudadano
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