Por Heinz R. Sonntag,
07/09/2012
A 33 días para las elecciones presidenciales es obligatorio
considerar algunos aspectos relacionados con ese proceso tan esencial para el
futuro del país. El fundamental es precisamente la pregunta acerca de por qué
las elecciones son tan esenciales. La respuesta parece sencilla, pues en las
mismas los ciudadanos decidiremos entre dos proyectos para los próximos 6 años.
Pero en realidad es compleja, porque no elegiremos simplemente un jefe del
Estado y de gobierno, sino que decidiremos cómo queremos vivir como miembros de
una nación que ha venido pasando en los últimos 32 años por un periodo de una
democracia en proceso de regresión entre 1980 y 1998, y por otro, encabezado
por un líder carismático que prometió profundos cambios económicos, sociales,
políticos y culturales y que fue elegido por las esperanzas que generaban sus
promesas.
En este segundo periodo,
sin embargo, no se cumplieron las promesas del líder. Al contrario, los cambios
anunciados resultaron en la profundización de la crisis, básicamente porque se
intentó imponerle a la nación un sistema cuyas características le eran ajenas a
los ciudadanos que habían luchado por la democracia y la modernidad desde 1936
y la habían vivido entre 1945 y 1948 y a partir de 1958 hasta comienzos de los
ochenta: la democracia del proyecto de Hugo Chávez resultó cada vez más en su
contrario: un régimen tendencialmente totalitario, contrario a la Constitución
que el pueblo aprobó en 1999, con una fuerte inclinación militarista, con un
Poder Ejecutivo más que deficiente en las políticas económicas, con algunos
logros en lo social que no pudieron contrarrestar las fallas de los sistemas de
educación y de salud pública, con el intento de imponer cada vez más controles
en lo cultural y hasta en la vida de los ciudadanos.
Este aspecto fue la causa
fundamental del nacimiento de otro proyecto. Los partidos y organizaciones
sociales de la alternativa democrática opositora no siempre lograron organizar
una resistencia coherente, sobre todo en los primeros años, lo cual se
manifestó en la decisión de no participar en las elecciones de 2005 para la
Asamblea Nacional. Pero en los años posteriores, sobre todo después del rechazo
del proyecto de reforma constitucional de Chávez en 2007, fue creciendo y
organizándose, hasta que en febrero de 2012 los distintos sectores eligieron el
candidato que iba a representar el proyecto de cambio que se había plasmado con
el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la alternativa democrática. Un
aspecto de relevancia para este proceso fue la permanencia del espíritu
democrático en amplios sectores del pueblo y con el cual se aliaron los
partidos y los movimientos de la sociedad civil organizada. Este proyecto fue
combatido y difamado por el del Presidente.
Todos estos hechos
llevaron a que la campaña para las elecciones presidenciales asumiera el
carácter de una lucha entre dos modos de vida. Esto es hoy absolutamente claro.
Mientras el candidato de la unidad lleva su campaña de forma tal que favorezca
el espíritu democrático del pueblo, el presidente-candidato trata
demagógicamente de recuperar el carisma que se le ha diluido.
No puedo dejar de
expresar lo que me parece el peligro de la transición. Como es sabido, el CNE
fijó el 7-O para elección y la juramentación del presidente para el 10 de enero
de 2013. Es fundamental que la alternativa democrática se prepare desde ya para
este periodo, independientemente de quién gane. La defensa de la victoria del
candidato de la unidad y de denuncia de la del contrincante es tarea de los
ciudadanos democráticos y debe incluir la previsión de siniestras maniobras del
candidato-presidente.
Heinz R. Sonntag es miembro del Observatorio Hannah Arendt
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