MARÍA
MAS HERRERA lunes 22 de julio de 2013
La estatización se fundamenta en el
control y gerencia de las organizaciones por parte del Estado. Y como éste es
una entelequia formado por territorio, pueblo y gobierno, resulta que estatizar
es otorgar el control del gobierno sobre las organizaciones. El comunismo se
caracteriza por la estatización completa. Todas las organizaciones bajo el
control de un poder omnímodo del gobierno pues el pecado mortal del capitalismo
es la propiedad privada de medios de producción y de consumo, así como la
existencia de los excedentes (mire que gran error económico el del abogado y
filósofo Karl Marx). Hasta aquí valgan los conceptos en teoría económica.
La Venezuela democrática se ha debatido entre la estatización y la privatización, siempre manteniendo al petróleo en manos de todos, por cierto, con distribuciones muy desiguales entre ricos, arrimados al poder, versus pobres y excluidos. Pero desde hace 14 años, con el advenimiento del gobierno pretoriano, tiznado del oscuro hollín cubano, la estatización se convirtió en la moda nacional. Por cierto, con la antesala de la expropiación.
Los militares estatizaron todo para controlar la administración del país y hacerse dueños de los fondos públicos y la institucionalidad nacional. El saldo del saqueo, la corrupción y la inexistencia de los elementos básicos de la administración gubernamental es evidente: disminución del PIB en más del 26% en promedio interanual, incremento de importaciones en más del 280% considerando rubros críticos como alimentos y bebidas, químicos, medicinas y piezas metalmecánicas que ya se estaban produciendo en el país y el brutal incremento de la deuda que supera el 150% respecto a los últimos 10 años. Todo ello manteniendo unos ingresos espectaculares por venta de petróleo que en promedio superaron 100 dólares por barril, durante el período de crecimiento más largo de la historia. Una inmensa fortuna en manos de Alí Babá y sus 40 generales(as) almirantes(as) que han regalado y dilapidado, sin contemplaciones, la riqueza de Venezuela, acusando a un imperio al cual ahora se le solicitan recursos y adulando a vejestorios decrépitos y sanguijuelas como los Castro.
Pero quizás el mayor pecado de la estatización haya sido la destrucción de la moral de los funcionarios gubernamentales. Jubilaron a destiempo al personal añejo e incorporaron a unos improvisados cuya máxima capacidad ha sido ir a marchas e ignorar, sin espíritu crítico, el inmenso desastre que ejecutan los militares venezolanos en los cargos de la administración del gobierno. Estos personajes le han demostrado a Venezuela como la pobreza puede disfrazarse de uniforme. El último inventario arrojó que el 90% de los cargos con cartera en Venezuela están ocupados por militares. He allí el mayor de los males y el verdadero cáncer que aqueja a estos organismos. El hecho de corromper al gobierno y, en general, a toda Venezuela más de lo que ya estaba. Éste será el pecado que revolcará a estos infelices en el séptimo círculo del averno; más allá del infierno de Dante y de la Ponchera de sangre de Carapita. Estatizar ha sido en Venezuela pecado mortal.
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/130722/estatizar-pecado-mortal#.Ue0knZCKack.twitter
La Venezuela democrática se ha debatido entre la estatización y la privatización, siempre manteniendo al petróleo en manos de todos, por cierto, con distribuciones muy desiguales entre ricos, arrimados al poder, versus pobres y excluidos. Pero desde hace 14 años, con el advenimiento del gobierno pretoriano, tiznado del oscuro hollín cubano, la estatización se convirtió en la moda nacional. Por cierto, con la antesala de la expropiación.
Los militares estatizaron todo para controlar la administración del país y hacerse dueños de los fondos públicos y la institucionalidad nacional. El saldo del saqueo, la corrupción y la inexistencia de los elementos básicos de la administración gubernamental es evidente: disminución del PIB en más del 26% en promedio interanual, incremento de importaciones en más del 280% considerando rubros críticos como alimentos y bebidas, químicos, medicinas y piezas metalmecánicas que ya se estaban produciendo en el país y el brutal incremento de la deuda que supera el 150% respecto a los últimos 10 años. Todo ello manteniendo unos ingresos espectaculares por venta de petróleo que en promedio superaron 100 dólares por barril, durante el período de crecimiento más largo de la historia. Una inmensa fortuna en manos de Alí Babá y sus 40 generales(as) almirantes(as) que han regalado y dilapidado, sin contemplaciones, la riqueza de Venezuela, acusando a un imperio al cual ahora se le solicitan recursos y adulando a vejestorios decrépitos y sanguijuelas como los Castro.
Pero quizás el mayor pecado de la estatización haya sido la destrucción de la moral de los funcionarios gubernamentales. Jubilaron a destiempo al personal añejo e incorporaron a unos improvisados cuya máxima capacidad ha sido ir a marchas e ignorar, sin espíritu crítico, el inmenso desastre que ejecutan los militares venezolanos en los cargos de la administración del gobierno. Estos personajes le han demostrado a Venezuela como la pobreza puede disfrazarse de uniforme. El último inventario arrojó que el 90% de los cargos con cartera en Venezuela están ocupados por militares. He allí el mayor de los males y el verdadero cáncer que aqueja a estos organismos. El hecho de corromper al gobierno y, en general, a toda Venezuela más de lo que ya estaba. Éste será el pecado que revolcará a estos infelices en el séptimo círculo del averno; más allá del infierno de Dante y de la Ponchera de sangre de Carapita. Estatizar ha sido en Venezuela pecado mortal.
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/130722/estatizar-pecado-mortal#.Ue0knZCKack.twitter
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