VLADIMIRO MUJICA 25/07/2013
Hay una clara
manipulación de cifras y la falsificación de la realidad de nuestro país.
Venezuela ha recibido elogios internacionales por reducir la pobreza y mejorar
las condiciones de vida de las mayorías. La alternativa democrática tiene que
revelar la dimensión de la manipulación y la desinformación
El reciente reconocimiento de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
a Venezuela por, según reza el anuncio oficial, "progresos notables y
excepcionales en la lucha contra el hambre", puede alternativamente ser
interpretado como una burla en momentos en que el país se debate en una dura
crisis económica y social que afecta sobre todo a los sectores de menores
ingresos, o como algo muy revelador de la forma en que se manejan las
estadísticas a nivel internacional.
En este contexto no deja de llamar la
atención que en el mismo anuncio se señala que "Según las estimaciones más
recientes de la FAO, Venezuela forma parte del grupo de 18 países, entre los
que se cuenta Cuba, Guyana, Nicaragua, Perú, San Vicente y las Granadinas, que
han realizado progresos excepcionales, al haber reducido la prevalencia de la
subnutrición del 13.5% en el periodo 1990-1992 a menos de 5% en el periodo
2010-2012 y haber alcanzado así la meta del Objetivo de Desarrollo del Milenio
(ODM) 1 referente al hambre".
Al reconocimiento de la FAO hay que
añadirle el premio Handam de educación de la Unesco en 2012 a Nepal, Sudáfrica
y Venezuela; y la lista no termina allí.
Venezuela también ha recibido elogios
internacionales por reducir el desempleo, por tener una distribución del
ingreso más equilibrada y, en general, por reducir la pobreza y mejorar las
condiciones de vida de los sectores de menores ingresos.
La pregunta termina por ser
inescapable ¿Sobre qué datos reales se sustentan estas afirmaciones? Uno puede
escoger la ruta fácil, que consiste simplemente en pensar que estas
distinciones se compran con el dinero petrolero y que los premios y
reconocimientos internacionales a Venezuela son parte de una conspiración
internacional de los aliados del chavismo para transformar mentiras en
verdades. Pero lo extenso y complejo del tema exige una revisión con mayor
profundidad.
En primer lugar, es indispensable
reconocer que hay un ingrediente innegable de manipulación de las estadísticas
y de falsificación organizada de la realidad de nuestro país que el gobierno y
sus aliados internacionales realizan de manera continua y en múltiples
escenarios.
Uno de los espacios donde la opacidad
es dominante es el tema petrolero. Las cifras oficiales presentadas por Pdvsa
no son auditables y la única manera más o menos realista de hacerle seguimiento
a temas de vital interés para el país, como la magnitud de la producción
petrolera, la proporción entre producción nacional y extranjera, etc., es
recurrir a los organismos internacionales que monitorizan el flujo de crudo.
La distorsión de información le
permite al Gobierno presentar la nacionalización de la industria como obra de
la revolución chavista, cuando la realidad es que hoy la producción de empresas
extranjeras excede con mucho la producción de Pdvsa. Es decir, que en la
práctica se ha ido desnacionalizando la industria y se ha aumentado de manera
descomunal la deuda de la empresa hasta hacerla insolvente.
Otros terrenos en que la opacidad y la
desinformación son sistemáticas son los relacionados con la educación y el
desempleo.
Pero aquí es necesario detenerse un
poco porque los indicadores que maneja el gobierno en los organismos
internacionales sobre la forma de calcular el desempleo, teniendo en cuenta el
así llamado empleo informal, han introducido un grado considerable de
discusión, inclusive entre los expertos.
Otro tanto se puede decir sobre el
tema educativo, donde el Gobierno presenta cifras de crecimiento de la
matrícula, alfabetización y acceso al sistema educativo que se prestan a ser
interpretados como índices positivos de la gestión gubernamental.
Una conclusión importante es que las
fuerzas de la alternativa democrática tienen que hacer un esfuerzo deliberado y
por disciplinas, no solamente para revelar la dimensión de la manipulación y la
desinformación, sino para contrarrestar con argumentos técnicos y datos
sólidos, en los casos en que ello sea necesario, cada una de las
interpretaciones sobre indicadores sociales y económicos que se introducen a
conveniencia del Gobierno venezolano.
A los venezolanos no es necesario
convencernos del fracaso de esta larga década de desgobierno.
Produce una gran indignación el
contrastar el supuesto paraíso en que se ha convertido Venezuela, según algunas
organizaciones internacionales, y el infierno de la vida cotidiana y la
destrucción del país que se respira a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Cada vez que un líder del chavismo
vocifera "No hay papel tualé, pero tenemos patria" mueve a coraje el
cinismo de una oligarquía enchufada en el poder.
Pero ninguna de estas reacciones puede
reemplazar el estudio disciplinado y profesional que es necesario realizar como
soporte a las posiciones del liderazgo de la alternativa democrática.
Mucho se ha avanzado en esta
dirección, pero esta es una pelea que requiere atención continua, porque los
ojos de otros países son muy sensibles a lo que opinan organizaciones que gozan
del respeto internacional como la FAO y la Unesco.
El chavismo lo sabe, y por eso
manipula, y nosotros bien haríamos en también entenderlo a cabalidad.
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