El
activista comparecerá el miércoles ante un tribunal de Kírov. Se le acusa de
robar más de 400.000 euros en 2009
Los procesos políticos y la represión
van a ser el “principal recurso” deVladímir
Putin para mantenerse en el poder con un rumbo que se asemeja cada vez
más al de Bielorrusia, según afirma Alexéi
Navalni, el aguerrido luchador contra la corrupción en Rusia, que el
miércoles comparecerá ante un tribunal de Kírov (a 900 kilómetros al este de
Moscú). A Navalni, de 36 años, le acusan de organizar en 2009 el robo de 16.165
millones de rublos (algo más de 404.000 euros al cambio actual) resultantes de
la venta de 10.084,2 metros cúbicos de madera y productos forestales en aquella
provincia gobernada por Nikita Belykh, un liberal cooptado por el Kremlin, del
que Navalni fue asesor.
Navalni es un “bloguero” y abogado que
ha denunciado numerosos escándalos de malversación de fondos públicos. El
proceso contra él fue incoado por orden del jefe del comité de
investigación, Alexandr
Bastrykin (hombre próximo a Putin), cuando la fiscalía ya le había
descartado como sospechoso y se había disculpado. Kírov se convierte así en la
meca de la oposición a Vladímir Putin en virtud del juicio contra el hombre que
puso la etiqueta de “partido de bandidos y ladrones” a la principal fuerza
gubernamental (Rusia Unida). El abogado ha anunciado su deseo de ser presidente
de Rusia, pero una ley que se debate esta semana en la Duma Estatal (cámara
baja del parlamento) prohibirá presentarse a elecciones a las personas
condenadas por delitos graves. La suma que se le imputa a Navalni basta para
invalidarlo políticamente, si le declaran culpable.
“Si Putin decide por fin encerrarme,
me encerrará y no importa cuál sea el asunto que emplee para ello”, dice
Navalni en conversación con cuatro periodistas extranjeros, entre ellos esta
corresponsal. “Si no me encierran por el caso de Kírov, será por otra cosa. Hay
cuatro procesos en marcha contra mí. Han acusado a mi hermano y a mis padres.
Todos los miembros de mi familia, mi suegra incluida, han sufrido registros”,
afirma el fundador de “Rospil”, una página de web que analiza y denuncia
irregularidades en el sistema de compras del Estado. Uno de sus métodos ha
consistido en convertirse en accionista de las grandes corporaciones
controladas por el Estado y en calidad de tal, reivindicar información interna
de la compañía.
Navalni dice estar preparado para todo
y afirma que el trabajo de la fundación que dirige continuará con o sin él.
“Rospil ha recaudado 10 millones de rublos [245.000 euros] y eso le basta para
un año y no me necesita. Puede que si me aíslan, le sea más difícil encontrar
dinero, pero por otra parte, si me encierran de forma ilegal, la gente tendrá
más simpatía por nosotros y nos apoyarán más”.
Ante las denuncias del político, las
autoridades han reaccionado en casos puntuales y hace poco dos legisladores han
abandonado el parlamento por no declarar su patrimonio. Pero las grandes
denuncias acaban diluyéndose. El equipo de Putin está especializado en “robos
en las grandes obras de infraestructura”, afirma Navalni, refiriéndose a los
3.065 millones de euros que la empresa Transneft se habría gastado de más en
tender un oleoducto por Siberia Oriental, y a la partida de excavadoras chinas
hinchada de precio (350 millones de euros en lugar de 230 millones de euros)
comprada por el banco VTB aparentemente vía Chipre. Para estos asuntos “las
autoridades no aceptan la investigación criminal porque esta socava su misma
base política y afecta al mismo Putin”, señala. “El robo en las gigantescas
obras de infraestructura es uno de los grandes know-how del
equipo de Putin”, afirma, citando las instalaciones para la cumbre económica de
países de Asia y el Pacífico en Vladivostok y para las Olimpiadas de invierno
de Sochi.
Opina Navalni que detrás del proceso
contra él hay una “decisión política” tomada por Putin. Después de haberse
“asustado” tras las manifestaciones en 2011-2012, “Putin de forma consciente
eligió la vía de Bielorrusia y Kazajistán y copia directamente los inventos
políticos de Alexandr Lukashenko (el líder bielorruso)”. “Putin entiende muy
bien cómo dirigir el país”. El “mecanismo económico” está dejando de funcionar
debido a la recesión que se avecina y el “mecanismo de propaganda” pierde
efecto tras ser empleado durante más de una década. “La represión será el
principal recurso y yo creo que habrá muchos procesos políticos especialmente
en provincias”, afirma. Pero “incluso dentro del sistema hay mucha
insatisfacción”, ya que la idea de la “élite nacional” promovida por el Kremlin
no gusta a una parte de la clase dirigente porque le causa dificultades “para
llevar a los niños al extranjero” o para “pasarlo bien con el dinero
robado”.”Una parte de la gente del sistema considera que Putin es una fuente de
problemas y que, por su culpa, hay sanciones como la lista Magnitski”, dice
refiriéndose a los 18 funcionarios rusos vetados en EE UU, en su mayoría por su
relación con la muerte en prisión del abogado Serguéi Magnitski. A Occidente,
Navalni le pide que ponga “una barrera” al “dinero sucio” para que “la gente
que se inventan procesos y matan no puedan ir allí”. “Por el momento, sólo
vemos que EE UU ha publicado la lista Magnistski, pero al Ramzán Kadírov, al
que acusan de asesinatos, lo metieron en la parte secreta de la lista”, dice
con ironía.
“Putin quiere ser presidente de por
vida y ya ha tomado esa decisión para sí”, afirma. “Todas las especulaciones sobre
quién le sustituirá en 2018 son un bulo, porque va a gobernar mientras esté
vivo y entiende muy bien que cualquiera que lo sustituya, Medvedev o Rogozin
incluidos (el jefe del Gobierno Dmitri Medvédev y el vice primer ministro
Dmitri Rogozin), lo encarcelará y por eso quiere ser presidente de por vida y
se resistirá hasta el final”, afirma. “No sé si la insatisfacción social
llevará a algo o si habrá una sublevación…”. “Para resolver todo esto hay que
sacar a la gente a la calle. De otro modo no se puede. Y si la gente no sale es
que no supimos encontrar las palabras necesarias. En Moscú hay 2 millones de
personas dispuestas a salir a la calle, y no salen porque no somos bastante
convincentes, pero tarde o temprano, sucederá”. Navalni puntualiza que “el
poder en Rusia no cambiará como resultado de las elecciones”. “Nuestra tarea es
lograr que en Rusia haya por fin elecciones honradas y libres y, cuando las
haya, participaré”.
El abogado afirma ser más optimista
que en 2004, 2008 o 2010, “cuando falsificaban elecciones, pero la economía
crecía, a Putin lo querían y parecía que no había futuro (para la democracia)”.
Él es partidario de mantener el sistema presidencial, aunque transfiriendo más
competencias y recursos financieros a los municipios. Hoy “Rusia no es una
república presidencial, sino una autocracia”, afirma.
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