María Eugenia Rodríguez 22 de julio, 2013
El pasado jueves, gran parte de la
comunidad venezolana residente en Santiago (y sus alrededores) se congregó en
la sede del Ex Congreso de Chile para encontrarse con el líder opositor Herique
Capriles Radonsky, quién visitó Chile como parte de su gira por los países
miembros del Unasur, para solicitarle a los gobiernos que Venezuela cumpla con
el acuerdo de realizar la auditoria completa de las elecciones del 14 de abril.
Parece ya ser una costumbre que cuando
la comunidad venezolana (en su mayoría opositora) se reúne en actividades
relacionadas con la política de Venezuela, también se congregan para “funarla”
el Partido Comunista chileno y otras asociaciones ideológicamente afines como
lo son la Asamblea Popular por la Unidad Social (APUS) y la Unión Clasista de
Trabajadores (UCT).
Pero una cosa es tener que lidiar con
su “funa” a nuestras actividades y otra muy diferente es tener que soportar el
irrespeto y las agresiones de las que fueron víctimas los venezolanos y
chilenos que querían ingresar al recinto para participar del encuentro con
Capriles. Pues esta vez no sólo se limitaron a gritar insultos sino que
decidieron tirar huevos y golpear a los asistentes sin discriminar entre
hombres y mujeres.
La violencia que se vivió a las
afueras del antiguo Congreso, no tienen ninguna justificación y merece ser
condenada. Pues si bien, ellos tienen derecho a protestar en contra de quién
consideran “persona no grata en Chile”. Nosotros, los participantes de este
evento, también tenemos el derecho a la libre asociación y a libertad
ideológica, sin temor a ser agredidos o vulnerados.
Esta situación, merece despertar la
preocupación por el abuso que se ha hecho, del estereotipo que crearon a favor
de la llamada “Revolución del siglo XXI” como bandera de las luchas sociales.
Al punto de defenderla con la violencia, producto no sólo de la ignorancia,
sino del fanatismo que les da el tomar como justificación aquello que
consideran como una “verdad absoluta” pero que no es más que la burda promoción
de los mal llamados “logros sociales” que ha vendido éste régimen y que solo
les ha servido para consolidar la mayor estafa política de la historia de
Venezuela y tal parece que de América Latina.
Adaptar una versión de la realidad
venezolana a la experiencia de Chile como país o sumarse a defender una causa
solo por un discurso seductor de igualdad y justicia social, no los exime de la
necesidad de documentarse e informarse sobre aquello que con tanta convicción
dicen defender. Negarse a desconocer la propia ignorancia sobre una “verdad”
que no viven, no conocen y por ende no les duele, los convierte en títeres
mediáticos de un régimen que no practica lo que predica y que necesita de
violentistas de oficio para demostrar que tiene respaldo del pueblo
internacional, pues ya se ha encargado de comprar el silencio de los gobiernos.
Los venezolanos en Chile, somos una
voz de Venezuela en este hermoso país, somos una ventana a la realidad que
viven nuestras familias y amigos. Y estamos comprometidos con mostrarle al
pueblo que nos ha acogido que nuestra lucha no es entre la izquierda y la
derecha (que nunca ha existido en Venezuela) ni es una lucha de clases… es una
lucha por la defensa de los principios democráticos y por el derecho que
tenemos los venezolanos a tener en un país próspero, libre, seguro y con
oportunidades para todos.
¡La violencia y el amedrentamiento no
nos callarán! Seguiremos buscando chilenos amigos de la democracia, seguiremos
sumando solidaridad y respaldo, aprovechando cada oportunidad para denunciar
con evidencia y argumentos los abusos de poder que se viven en nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico