Escrito por Alexander
Cambero (periodista) Viernes, 19 de
Julio de 2013
twitter @alecambero
El presidente ilegitimo es el
tembloroso capitán de un barco a la deriva. Su pulso debilitado por sus
múltiples carencias y debilidades, lo hacen que sea presa fácil de la
desesperación. A veces juega el papel de creerse un estadista que el mundo
admira por el poder de su cerebro. Hace algunos días la presidente de Argentina
Cristina Fernández de Kirchner, en la reunión de MERCOSUR escenificada en
Montevideo, en donde Venezuela asumió la conducción pro témpore del organismo
multilateral, indicó que quien ha debido presidir el ente regional era Hugo
Chávez. Prácticamente le dijo en su cara a Nicolás Maduro, qué estaba allí por
un golpe de suerte del destino. Solo la muerte de su mentor y el posterior
fraude electoral montado con la anuencia del oficialista CNE, lo han convertido
en el primer magistrado nacional. Son tan ineficaces quienes presiden la
política informativa oficial, que trasmitieron en horario estelar el momento en
que la líder sureña dejaba en ridículo al usurpador criollo. Creemos que la
falta tino es tan contagiante que funcionarios inteligentes ruedan por la
serpenteante cuesta en donde se ocultan las pocas neuronas presidenciales.
Ahora lo vemos diariamente como un
simple imitador. No existe en él algún rasgo de originalidad, siempre es la
copia al carbón de las que cosas que le resultaron a su antiguo mentor. Trata
de engolar la voz para mostrar fortaleza ante el reclamo general de un pueblo
que siente como su esperanza se esfuma. Son por demás elocuentes sus
discusiones con personas humildes que le increpan su incapacidad para asumir la
solución de los problemas.
En Miraflores debe contar con un
amplio armario en donde guarda sus disfraces del día. En cada evento posturas
diferentes para buscar el liderazgo que no tiene, cuando las cosas aprietan
saca de la galera a Hugo Chávez para llorar sobre su rostro y de esa forma
buscar una conexión espiritual que lo haga tomar un poco de oxigeno de
ultratumba. Es lamentable que alguien sin definiciones claras nos lance al
despeñadero.
Que sus incontables carencias
arrastren también al futuro del país, poniendo en la orca a millones de
venezolanos que padecen la despiadada acción de esta crisis originada por el
gobierno boliburgués. Un hombre que juega con las armas cortas del mandatario
sin talento. Las confusiones abundan hasta terminar escuchando ciegamente a
quien lo dirige. Nicolás Maduro es simplemente un hombre que carga una banda
presidencial que nació de un descomunal fraude. Aparece en actos oficiales y
hasta se muestra con cierta magnificencia, sin embargo detrás de la escena
teatral están los verdaderos amos de quien ni siquiera se sabe su lugar de
nacimiento.
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