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lunes, 15 de julio de 2013

Snowden y María Corina


Por Mario Villegas, 15/07/2013
Columna de Puño Y Letra

Para explicar ese fenómeno conocido como el “doble rasero” o “doble estándar”, puede resultar útil el cuento de aquella mujer que relataba a una amiga cómo les había ido a su hija y a su hijo en sus respectivos matrimonios. Al hablar de la hembra, le comentó con tristeza que a ésta le había ido muy mal pues se casó con un hombre demasiado machista al que su pobre hija no hacía otra cosa que cocinarle, lavarle, plancharle y cachifearle. “En cambio –agregó la mujer con satisfacción- al varón le ha ido sumamente bien: se casó con una maravillosa mujer que lo único que hace es cocinarle, lavarle, plancharle y cachifearle”.

Esta forma de valorar contradictoriamente dos hechos semejantes dependiendo de las conveniencias es bastante común en la vida de las personas, incididas sensiblemente por los afectos y las emociones, las creencias y los intereses particulares o familiares. Pero no por usual y explicable esta conducta debe ser justificable, mucho menos como ejemplo a seguir por los demás, especialmente por los hijos, a quienes las familias deberían educar en la coherencia y la justicia.

Si ese doble rasero es insano en la vida personal y familiar, tanto más lo es cuando se hace práctica común en el lenguaje y el comportamiento de instituciones o personas de alta exposición e influencia pública. Por desgracia, es justamente en el discurso político donde es más frecuente, más notorio, más dañino y peligroso, dado el impacto confusionista y multiplicador que tiene sobre las sociedades.

El debate político cotidiano de nuestro país siempre ha sido una fuente inagotable de ejemplos. Veamos someramente dos de ellos. Los referidos a Edward Snowden, el ex agente de la CIA al que el presidente Nicolás Maduro le ha ofrecido asilo, y al audio de María Corina Machado.

Para el gobierno venezolano, todo agente de la CIA es malo, pero si éste rompe (ya sea de verdad o en apariencia) con la CIA, el agente pasa a ser bueno cualquiera haya sido su prontuario y se hace merecedor del asilo cualquiera sea el costo político y de otro tipo que haya que pagar. Pero mientras condena el espionaje norteamericano, el gobierno venezolano espía descaradamente las comunicaciones privadas de las personas que no le son afectas. Y lo hace bajo el pretexto de abortar golpes de estado y de proteger la estabilidad democrática, aunque mira para otro lado ante el presunto golpe de estado que al decir de Mario Silva está siendo montado desde el propio chavismo.

La oposición, por su parte, protesta el espionaje del que son víctimas las comunicaciones privadas de sus dirigentes, como el caso reciente de la diputada Machado, pero resta importancia a la inaceptable violación de la privacidad de las personas y de la soberanía de los países por parte de los órganos estadounidenses de investigación. Pide la Mesa de la Unidad investigar la presunta conjura golpista que comanda Diosdado Cabello, según lo delató Silva, mientras algunos de sus integrantes estarían promoviendo una salida “no dialogante y no electoral”, como confesó la diputada Machado ante el historiador Germán Carrera Damas en el audio dado a conocer por el gobierno. Piensan en la oposición que el gobierno venezolano no debería proteger a un fugitivo de la justicia norteamericana como Snowden, pero nada dicen de la protección que el gobierno estadounidense da a Luis Posada Carriles, prófugo de la justicia venezolana por la voladura de un avión cubano con 73 pasajeros a bordo.

La política venezolana está plagada de episodios que evidencian el doble rasero o doble estándar que reina en la prédica y la acción de muchos de nuestros actores políticos, lo cual en muchos casos es lo mismo que tener doble moral. Y, sin duda, tener doble moral equivale a no tener ninguna.


Mario Villegas
Twitter: @mario_villegas

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