ANTONIO MARIA DELGADO
Publicado el lunes, 07.22.13
El régimen bolivariano, inmerso en una
asfixiante crisis de liquidez, se esfuerza por persuadir a China de que
mantenga abierta sus líneas de financiamiento, asegurándole que Nicolás Maduro
ya descansa sólidamente en el poder y que protegerá los futuros desembolsos de
la corrupción dentro de las filas del chavismo, dijeron analistas.
Y es que Pekín ha dado señales de que
podría reconsiderar su posición en Venezuela, en medio de las quejas del país
asiático de que Caracas ha estado incumpliendo con los compromisos obtenidos y
la percepción de un mayor riesgo de invertir en la nación sudamericana tras el
fallecimiento de su fundador, el presidente Hugo Chávez.
Pero las dudas sobre Venezuela habían
comenzado incluso cuando Chávez estaba con vida, dijo Antonio De La Cruz,
director ejecutivo de la firma de asesores Inter American Trends.
“Los chinos se han desencantado con
los venezolanos”, comentó De La Cruz.
Evan Ellis, profesor de Estudios de
Seguridad Nacional en la gubernamental Universidad de Defensa Nacional,
coincidió.
“Estaban ya muy frustrados porque los
fondos que ingresaban a las cuentas del Bandes [Banco de Desarrollo Económico y
Social de Venezuela], no parecían llegar nunca a los distintos proyectos”,
comentó Ellis, quien lleva años estudiando las relaciones de China con América
Latina.
“Estaban cada vez más frustrados
porque los fondos no llegaban y porque ellos brindaban recomendaciones y no
pasaba nada. Sentían que sus recomendaciones no estaban siendo escuchadas”
agregó.
Esas frustraciones y preocupaciones
sobre la estabilidad del régimen tras el fallecimiento de Chávez obstaculizaron
los esfuerzos del gobierno venezolano de conseguir que los chinos desembolsaran
otros $4,000 millones en el denominado fondo pesando, instrumento de préstamos
renovables que Venezuela cancela con envíos de petróleo.
Funcionarios del gobierno venezolano
no estuvieron disponibles para conversar con El Nuevo Herald.
Los problemas con Pekín se hicieron
evidentes durante una visita a China del canciller Elías Jaua en febrero, poco
antes de que el régimen anunciara que Chávez había fallecido.
Jaua había viajado a Pekín para
destrabar el desembolso. Pero “en ese momento, ellos básicamente le dijeron que
no, y de una manera inusualmente pública le expresaron su frustración en la
manera como el régimen pretendía disponer de los fondos”, relató Ellis.
“También se quejaron de que los
recursos no estaban siendo destinados a los proyectos correctos y mencionaron
temas contractuales muy específicos, particularmente el hecho de que el tipo de
petróleo que estaba siendo utilizado para repagar los préstamos no cumplía con
las especificaciones”, agregó.
En el centro de la renuncia china
están las preocupaciones de que Pekín podría ya haberse sobreextendido en
Venezuela, tras haber desembolsado más de $40,000 millones en distintos
proyectos, algunos de los cuales dan señales de no estar avanzando.
“La percepción es que ellos se
metieron mucho más hondo y con mucha más rapidez [en Venezuela] de lo que
realmente se quería. Y cuando se dieron cuenta comenzaron a reconsiderar el
tema, comenzaron a pisar el freno”, dijo Ellis.
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