Desde que Cristo sentenció que “primero pasa un camello por el ojo de
una aguja, que un rico entra en el Reino de los Cielos”, la historia relata los
intentos por hacer pasar a un “camello por el ojo de una aguja”, que es otra
manera de decir que el capitalismo sea bueno.
El intento
tiene muchos nombres. Alguna vez le dijeron “nuevo ideal”, también lo han
calificado como “dos sistemas, un solo país”. Otros lo nombraron “capitalismo
con rostro humano”, también “eurocomunismo”, y hasta hablaron de “Socialismo
nuestro”, con nuestras características… todo los intentos de pasar el camello
(capitalismo) por el ojo de una aguja (comportamiento amoroso, Reino de los
Cielos) han fracasado rotundamente.
Es que el
capitalismo, su esencia, no es compatible con otro comportamiento que no sea el
egoísmo, el individualismo, la cosa, el dinero por encima del humano, la guerra
de todos contra todos. Al intentar suavizarlo, hacerlo amigable con el hombre,
imponerle un comportamiento fraterno, el capitalismo se desvirtúa, la relación
entre práctica capitalista y conciencia egoísta se fractura, la práctica
impuesta a martillazos choca con la conciencia egoísta que es el motor del
capitalismo, su combustible. Al final, el egoísmo, “los vientos que mueven los
molinos siguen soplando” y el ensayo irremediablemente fracasa.
La batalla
por superar al capitalismo se da, en última instancia, en el alma, en el
espíritu. El
capitalismo, su relación de propiedad no social de los medios de producción,
viene acompañado de egoísmo, éste es su mayor protector. Entonces es imposible
mantener la relación de propiedad no social de los medios de producción y,
simultáneamente, pretender un comportamiento amoroso.
He allí la
imposibilidad de que el camello pase por el ojo de la aguja, o de que un rico
vaya al Reino de los Cielos. Si el capitalismo dejara de ser egoísta, dejaría
de ser capitalismo. En ese caso podría pasar por el ojo de la aguja, pero ya no
sería capitalismo. Podría ir al Reino de los Cielos pero no sería capitalista
sino un renacido, un transformado en Socialista.
Los que
intentaron domar al capitalismo tienen este epitafio en sus tumbas: “Más fácil
es construir el Socialismo que endulzar al capitalismo”.
Cuando un
proceso revolucionario confunde el linchamiento de algunos capitalistas con la
superación del capitalismo, cuando la polvareda protege las relaciones capitalistas, cuando pierde
el sentido del espíritu fraterno, cuando extravía el objetivo del amor, de
establecer nuevas relaciones humanas basadas en la hermandad, y se regodea
en lo material, cuando sus acciones no educan para lo grande, para la nueva
relación humana, entonces corre grave peligro de caer en la inhumanidad, está
educando a la masa para la barbarie, para el logro fácil, e
irremediablemente esta masa apoyará soluciones fascistas, se convertirá en
turba de linchamiento y no en fuerza de construcción de un nuevo mundo.
Cuando un
proceso revolucionario confunde tumulto con Revolución, linchamiento con
justicia, venganza con objetivo, vendetta con tribunal,
entonces es hora de encender las alarmas. La desviación puede despeñarnos por
los acantilados de la historia, y allá abajo las serpientes fascistas esperan a
los ingenuos.
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