Por Vanessa Davies
El integrante del
Observatorio Electoral Venezolano sostiene que “en el chavismo hay gente que
entiende que debe haber un cambio sobre la base de una conversa”. Opina que
“hay que cambiar de gobierno, conversar y renovar los pactos de la
sociedad"
Como todos los fanáticos de
los Tiburones de La Guaira, Ignacio Ávalos pertenece a la extraña logia de los
eternamente optimistas. Profesor universitario e integrante del Observatorio
Electoral Venezolano (OEV), Ávalos insiste en que el país necesita dialogar
para restablecer la convivencia y construir nuevos pactos. Pero subraya que
esos nuevos pactos no deben excluir a nadie, sino partir de que todos debemos y
podemos estar juntos en el mismo suelo.
En conversación con
Contrapunto, este sociólogo afirma que el país debe volver a Perogrullo, o lo
que es lo mismo, al sentido común. ¿Qué implica eso para la Venezuela que, en
octubre de 2016, afronta crisis de todos los colores?
El revocatorio no es una
varita mágica
En la coyuntura actual el
principal problema del país si es el revocatorio, porque “nosotros tenemos una
crisis muy severa, muy grave” en varios planos y “la responsabilidad de esa
crisis recae fundamentalmente en el gobierno y en la manera como se nos
gobierna”. Ante eso, la manera civilizada de resolver la crisis de pérdida de
confianza en un funcionario es la posibilidad de revocar, señala Ávalos. “Para
mí ahorita es muy importante, a corto plazo, el revocatorio, porque despeja la
cancha y empieza a ser un país que mira su futuro de otra manera”.
Pero si se revoca al
presidente Maduro, “sea ahorita o sea después, no habremos resuelto el tema, ni
mucho menos”, advierte. El RR “despeja un momento crítico, hay una crisis política
muy brava y hay que hacerlo, pero el revocatorio no es una varita mágica”. En
otras palabras, “no es que el revocatorio lo hacemos hoy y mañana tenemos un
nuevo país”, pero sí “comienza la posibilidad de construir un nuevo país”.
Para que un país funcione se
necesitan “ciertos pactos básicos” que en Venezuela “se rompieron”. “Ya no
tenemos el pacto que hace que los venezolanos seamos compañeros de ruta”,
señala. “Nosotros tenemos, en el mejor de los casos, dos visiones de país y no
una visión compartida o un acuerdo básico”.
-¿Lo tuvimos?
-Sí. El Pacto de Punto Fijo
lo fue. Con sus deficiencias, y con sus deterioro sí hubo un sentido de país,
unas reglas básicas y una dirección básica durante un tiempo. Se congregó al
país en un esfuerzo hacia un lugar.
-¿Nos congregó a todos?
-Es verdad, a nosotros no se
nos puede olvidar que los pactos se deterioraron, los pactos se rompieron y
empezamos a tener una situación que generó los polvos que trajeron estos lodos.
Ahora hay circunstancias muy importantes que hacen que la necesidad del pacto,
del acuerdo sea esencial, y para lo cual el diálogo es importante. La gente
cree que el diálogo es una cosa ingenua. Hay que hablar. Hay que dialogar
precisamente porque la situación está muy complicada. No hay que cejar en la
intención del diálogo. Va el revocatorio, de las elecciones regionales nadie
volvió a hablar y probablemente no se hagan.
Establecer las reglas de
juego
-No hay regionales. ¿Igual
hay que hablar?
-Razón de más para que haya
que hablar.
-¿Hablar sobre qué?
-Sobre qué hacemos con este
país que tiene gente comiendo de la basura. Eso no puede ser un dato del
paisaje nacional. No puede ser un dato del paisaje nacional 25 mil muertos al
año, que tengas la inflación más alta del planeta, que no haya una
institucionalidad que diga cuáles son las reglas de juego. Hay que establecer
las reglas de juego otra vez. Y hay que tener un acuerdo básico.
-¿Cuáles son los acuerdos
básicos a los que podemos aspirar?
-Uno de ellos es la
restauración de la convivencia. Eso pasa por volver a tener Estado. Nosotros
tenemos un Estado privatizado. En la retórica del socialismo del siglo XXI la
consecuencia final fue que se privatizó el Estado, incluso con sus riquezas. El
petróleo está privatizado. Lo que pasa que no está en manos de una
multinacional, sino de un grupo. Necesitamos que haya instancias de arbitraje
social. Las sociedades no con conventos, tienen conflictos y es normal que los
haya. ¿Cuál es la idea de los acuerdos? Que en medio de los conflictos marques
cómo se van a dirimir sin matarnos ni destruirnos. La otra cosa es tener un
rumbo. Mientras estamos ahogados por la coyuntura no estamos entendiendo las
claves de los tiempos que vienen, los códigos con los que se está moviendo el
futuro.
-¿Cuáles?
-¿Cómo va a ser la Venezuela
pospetrolera?
-¿La de 2040?
-La de mañana. Alguien dijo
que entramos tarde al siglo XX. Y estamos entrando tarde al siglo XXI. La serie
de cosas que están cambiando en el siglo XXI nos están dejando fuera porque
nosotros estamos, con razón, ocupados de la sobrevivencia. ¿Cómo va este país a
pensar en estrategias a largo plazo si tiene que preguntarse si va a haber
comida? Nosotros no sabemos si van a llegar los barcos que nos traen la comida.
¿Va a haber dinero para comprar la comida? La sobrevivencia ocupa todo nuestro
tiempo, pero hay que hacer un esfuerzo para que pensemos cómo va a ser la
Venezuela pospetrolera. Es evidente que la era de los combustibles fósiles
termina.
-¿Qué implica eso para
Venezuela?
-Decimos que tenemos las principales
reservas, lo cual es verdad, pero ¿qué pasa si el patrón energético cambia y
mutamos hacia energías verdes? Ese tema marca definitivamente al país y exige
un acuerdo. ¿Qué hacemos? Yo digo que el futuro viene envuelto en sociedad del
conocimiento, en una economía en la que lo importante son los intangibles y no
los tangibles. Se trata de neuronas.
-¿Estamos preparados para
eso? ¿Para que esa sea una de las grandes discusiones del país?
-Tenemos que estarlo. Ya
está pasando, ya hay países que tienen una porción importante de su demanda de
energía atendida por opciones alternativas.
La coyuntura va a pasar
-¿Pero cómo vamos a estar
pendientes de esto si, como usted dice, debemos empezar por retomar la
convivencia?
-Es importante que no olvidemos
que la coyuntura va a pasar. Que resolver la coyuntura no resuelve los
problemas estructurales y del futuro de Venezuela, porque los signos de los
tiempos indican que las cosas van por otro lado. Cuando hablas de
nanotecnología hablas de algo que implica cambios radicales en la economía y en
la vida de las personas.
-¿Usted cree que la
coyuntura va a pasar?
-Va a pasar. Creo mucho en
que los hechos son tercos, y la terquedad de estos hechos y la imposibilidad de
que la vida normal transcurra hacen necesario que esto pase. Va a ser necesario
el diálogo. El diálogo empieza porque ya la situación no es tolerable para
nadie. En estas crisis y en estos desmadres colectivos siempre hay gente que se
aprovecha y es gente que no quiere el diálogo. Pero yo distingo mucho: una cosa
es el chavismo y otra cosa es el madurismo. Creo que hay barajitas que no
terminamos de conocer, de gente que está del lado del chavismo, que entiende
que la crisis es muy grave y que entiende que este gobierno no la puede
resolver. Es gente que entiende que debe haber un cambio sobre la base de una
conversa. Ahora, los radicales de ambos lados no quieren conversar, porque
creen que el radicalismo les rinde frutos políticos.
-¿La carta definitiva la
tienen los chavistas?
-No. La carta definitiva la
tenemos todos los venezolanos. Las encuestas revelan que el sector que más
crece es el que no está contento con ninguno de los dos.
-¿Eso qué consecuencias
tiene?
-La gente que no se define
políticamente no está en la postura de que se vayan todos.
-¿Cuál es la suya?
-Yo creo que esto no puede
seguir. Hay que cambiar de gobierno, hay que conversar y renovar los pactos de
la sociedad venezolana. Si me pongo como Simón Rodríguez, digo: “O pactamos o
erramos?. Hay que crear pactos.
Retomar a Perogrullo
-¿Pero si ni siquiera
coincidimos en el diagnóstico, cómo vamos a coincidir en las soluciones?
-La necesidad es tener un
relato de país en el que quepamos todos, con las diferencias. La gobernabilidad
no es ausencia de conflictos, sino la posibilidad de vivir con los conflictos y
con las diferencias.
-¿Ve a Venezuela
ingobernable ahorita?
-Sí. Si tú gobiernos solo
para una parte del país, gobiernas sin árbitros para que cumplas las reglas…
eso es falta de gobierno. La gran crisis venezolana actual es esa, y la
demostración más evidente es la cuestión electoral: el árbitro tiene las reglas
pero las interpreta y las acomoda de acuerdo con una de las partes. Eso no es
gobernabilidad.
-El Consejo Nacional
Electoral dice que ha cumplido.
-No es verdad. No hay ni que
discutir eso. El problema no es jurídico. La discusión es política. Dicen que
el país está polarizado, pero eso es mentira. La que está polarizada es la
élite política. Hay un sector político que tiene el poder institucional y que,
simplemente, se vale de unas reglas que existen. El TSJ y el CNE, las
instancias de arbitraje, no es que interpretan las leyes: las reescriben.
Cuando dices que es posible que el Presidente no vaya a la Asamblea Nacional a
hablar sobre el presupuesto, estás reescribiendo la norma. Los representantes
del pueblo están en la Asamblea, no están en el Tribunal Supremo de Justicia.
-¿Qué consecuencias va a
tener eso?
-Ratifica la idea de que el
presupuesto se maneja según lo diga el Presidente de la República. Las
habilitantes y las leyes son una forma de prescindir de los poderes que
controlan para que el Ejecutivo pueda gobernar y manejar los recursos a su
aire.
-¿No está la AN saboteando
la gestión del Ejecutivo?
-No es saboteo. El
presidente Chávez gobernó con leyes habilitantes, aun teniendo mayoría en la
Asamblea Nacional. El nivel de discrecionalidad que él requería fue de tal,
magnitud, que incluso tenía habilitantes en esas condiciones.
-Ese es el país que
tendremos en 2017: con un presupuesto aprobado por el TSJ.
-Ese es un escenario. El
otro escenario es el de un país que cayó en cuenta de que hay que volver a la
palabra, que la palabra tiene una gran fuerza política y que los seres humanos
actúan con base en la palabra. Nosotros hace tiempo que no hacemos política, porque
la imposición no es hacer política. Mi autor preferido en los últimos años es
Perogrullo: hay que recordar lo obvio.
El chavismo también dice
“salgamos del madurismo”
-¿Volver a la palabra qué
implica para los próximos meses?
-Yo no descarto que haya
revocatorio.
-¿Qué le hace creer que va a
haber revocatorio?
-El conocimiento que tengo
del tema electoral desde el Observatorio Electoral Venezolano indica que es
posible, aunque difícil y con muchos obstáculos. La gente habla del costo
político de que no haya revocatorio y se lo carga a la MUD, pero yo digo: ¿Cuál
es el costo político para el gobierno? Cualquier cristiano que ve las
encuestas, que ve el rechazo hacia el gobierno y que ve que no hay comida ni
medicinas y ve que existe una solución, se preguntará: ¿Cómo es posible que un
gobierno no lo permita? Literalmente el CNE está haciendo lo que el gobierno le
pide. Es evidente que el gobierno no haga una elección y entonces la estrategia
del gobierno es absolutamente meridiana: aquí no va a haber elección. ¿Cuál es
el costo político de eso?
-¿Cuál es?
-Tiene un costo que tengas a
80% de la gente diciendo “esto no puede seguir así” mientras tú, como gobierno,
trancaste la salida.
-Pero todo puede seguir
igual.
-La observación
internacional no es cuento. No puedes hacer impunemente cualquier cosa y que
eso no tenga un costo. Ni siquiera en el chavismo hay unanimidad en que la
opción sea “tranquemos las opciones”. Yendo a la política más mezquina, hay
otros que sacan sus cálculos: ¿Qué me conviene más? Y hay gente que dice
“salgamos del madurismo”.
-¿Por qué alguien pondría la
cabeza para que se la corten? ¿Qué espacio de inclusión hay para que el
chavismo diga “me siento incluido”?
-Lo que pasa es que la
oposición son 45 mil micrófonos distintos. La oposición sensible e inteligente
entiende que el chavismo es un fenómeno importante, con buenas razones para
existir. Cuando hablamos de los pactos, la inclusión del chavismo tiene que ser
un dato fundamental del futuro venezolano.
-¿Cómo?
-Hay cosa que parecen
mágicas. Todas las negociaciones empiezan así. El consuelo que tengo es que
nosotros no hemos pagado en vidas humanas ni en destrozo el costo que pagaron
otros países. Creo en la palabra, creo en la política. Creo que llega un
momento en que los hechos te obliguen a que te sientes con el otro.
-¿Los hechos nos están
obligando a sentarnos?
-Sí. El hecho de que 60% de
la población que quiere revocar a Maduro es chavista, ¿qué te está indicando?
La gente que dijo que el socialismo la sacaría de abajo, ahora está diciendo no
más porque está pasando hambre. Lo que pasa es que los micrófonos más radicales
son los que suenan más.
-¿Necesitamos la mediación
internacional?
-Sí. Uno siempre piensa en
la Iglesia, hay una autoridad moral y un sentido de la imparcialidad política.
Yo sí creo que necesitamos diálogo, y que el diálogo necesita la mediación.
16-10-16
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