Por Marino J. González R.
La muerte de Gómez abre
en Venezuela las posibilidades de modernidad. Pocos meses después, el gobierno
de Eleazar López Contreras aprueba la creación del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social (MSAS). Entre las primeras tareas se encontraba asumir la
lucha contra la malaria. Una de cada tres muertes que se sucedían en el país
cada año, era producida por esta enfermedad. Las descripciones de las novelas
sobre esa época, expresan la realidad de los estragos que sufrían los
venezolanos por esa causa. Venezuela era sinónimo de malaria.
En esas condiciones se
inicia bajo el liderazgo de Arnoldo Gabaldón una de las páginas más brillantes
de la salud pública, con repercusiones en Venezuela y en todo el mundo en
desarrollo. Con una mezcla de dedicación, conocimiento, y especialmente
disciplina y tesón, las legiones de trabajadores de “la Malariología”
comenzaron a mapear el país para conocer los hábitos del mosquito que
transmitía la enfermedad, así como los efectos en las personas.
Entre 1936 y 1945 se generó
todo un cúmulo de conocimientos que permitió una fase de control con la
utilización del DDT, justamente en las áreas que podían ser más susceptibles al
efecto del insecticida. En 1937 se inició el registro de casos de malaria. El
número de casos en 1941 fue 19.528, la cifra más alta del período.
En 1950, luego de cinco años
de iniciar el rociamiento con DDT el número de casos había descendido a 2.012,
es decir, prácticamente la décima parte de los casos de diez años atrás. El
control de la malaria fue un factor relevante en el surgimiento de la Venezuela
moderna.
La implementación de esta
política condujo a que en 1962 se registraran en Venezuela 210 casos (la menor
cifra de la historia). El éxito del programa anti-malárico de Venezuela fue
reconocido por la OMS en términos de la mayor extensión de superficie en el
mundo con control de la enfermedad. Tal fue el impacto de la estrategia que
Venezuela era el sitio al cual asistían los malariólogos de todo el mundo para
aprender las mejores prácticas para el control de la enfermedad. Las epidemias
de malaria que se produjeron en los primeros años de la década de los setenta,
y a fínales de los ochenta, fueron controladas rápidamente, especialmente
cuando se compara con la situación actual.
En 1998, año previo al
inicio del actual gobierno, el número de casos fue 22.106. Desde ese momento
todos los años han terminado con un número de casos superior a esa cifra, hasta
el punto que en 2010 se habían duplicado. En los últimos siete años los casos
de malaria han aumentado con respecto al año precedente.
En 2013 los casos reportados
fueron 76.621, en 2014 aumentaron a 89.822. Desde mediados de 2015 no se han
publicado las cifras oficiales. Reportes difundidos por organizaciones
especializadas indican que el número de casos en 2015 fue 136.402, y se estima
que 2016 cerrará con una cifra cercana a los 200.000 casos.
Las evidencias son muy
contundentes. La gestión del actual gobierno en el área de control de la
malaria es la peor en la historia del país. A diferencia de 1936, cuando
teníamos un gran problema, pero también una política adecuada, ahora tenemos un
problema multiplicado por diez y ninguna política efectiva. Con el actual
gobierno hemos retrocedido 100 años en el control de la malaria. El fracaso es
total.
30-11-16
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