Jesus Chuo Torrealba 27 de noviembre de 2016
¿En
qué pueden estar de acuerdo Laureano Márquez, el humorista y politólogo, y
Leonardo Padrón, el poeta y escritor, con Evelyn Martínez, lideresa del barrio
El Carmen, y Luis Mayorga, activista del barrio El Cardón? ¿En qué confluyeron
recientemente el sacerdote jesuita Luis Ugalde y la rectora de la UCV Cecilia
García Arocha con Marlene Mora y José Quintero, de la Asociación Civil
Pro-Catia? Todos ellos junto a otros casi 700 representantes más de diversos
sectores y organizaciones de la sociedad civil venezolana coincidieron en
suscribir un documento, denominado “Una Propuesta Ciudadana”, que constituye
toda una rareza en el actual clima político y social venezolano.
Ese
documento es de un tono inusual porque critica, si, pero también propone;
Apoya, por supuesto, pero también exige. El documento respalda a la
Mesa de la Unidad Democrática como instrumento del pueblo venezolano para la
lucha política por la democracia y la libertad, pero al mismo tiempo le reclama
a la MUD mayor coherencia y responsabilidad. El documento de la
sociedad civil apoya a la Mesa de Diálogo Nacional como espacio de lucha, pero
al mismo tiempo exige que ofrezca resultados y plantea un camino de lucha para
lograrlo. A continuación transcribimos los párrafos fundamentales de
ese texto que, para el momento en que usted lee estas líneas, ya ha recibido el
respaldo de muchísimas otras organizaciones e individualidades de la sociedad
civil venezolana:
“UNA
PROPUESTA CIUDADANA
Cambio
de modelo y de gobierno
1. El
cambio de gobierno y del actual modelo económico y político de dominación y
exclusión es urgente. Los venezolanos, sin distinción entre opositores y
partidarios del gobierno, no merecemos seguir sufriendo. Si el gobierno de
Maduro y su modelo continúan, estaremos condenados a convertirnos dentro de
poco en la nación más pobre de América Latina, y en uno de los últimos
reductos de las dictaduras militaristas del planeta. Cambiar de gobierno es hoy
una necesidad impostergable, y es una condición necesaria para atender las
necesidades de la gente que hoy no tiene acceso a los alimentos y medicinas,
que vive en la angustia permanente de la violencia y la inseguridad, que no ve
oportunidades para los jóvenes y los trabajadores, que no les alcanza su
salario para mantener a sus familias y progresar, y que le han cerrado sus
posibilidades de expresarse y elegir. Este es un grito que retumba en todas las
calles y rincones de nuestras ciudades, pueblos, barriadas y caseríos.
2. Para
cambiar la presente situación sólo existen dos caminos, el de la política y
el de la violencia. La violencia es excluyente y se reduce a destruir. Y
detrás de ella sólo hay dolor, al que luego sigue una inmensa y generalizada
frustración, ya que la violencia no resuelve ninguno de los problemas que
pretende remediar, pero sí agrava los que existen. Es injusto que el destino
de un pueblo sufriente sea más dolor y daño. Venezuela no puede estar
condenada a ello.
3. El
camino de la política, por el contrario, es complejo porque supone construir.
Y en el campo de la política existe un amplio rango de herramientas de lucha
cívica: organización popular, presión internacional, movilizaciones,
protestas, diálogo con el adversario, trabajo electoral, huelgas, negociaciones,
docencia social e incorporación de la ciudadanía, por nombrar sólo las más
importantes. Todas ellas son complementarias e incluyentes, y ninguna puede ser
dejada de lado. Hacerlo puede significar el debilitamiento y eventual fracaso
de la opción política y, en consecuencia, correr el inmenso riesgo que en su
lugar irrumpa la opción violenta.
4. La
lucha por superar la actual crisis, para lo cual el cambio de gobierno y de
modelo es condición imprescindible, debe aprovechar todos los instrumentos de
la Política. Debe entonces, en consecuencia, combinar la necesaria presión
popular y la organización de la ciudadanía, con una estrategia agresiva,
consensuada e inteligente en la mesa de diálogo. Estos instrumentos no son
excluyentes, sino por el contrario, complementarios.
5. Haber obligado al gobierno a sentarse a
dialogar es un triunfo innegable del pueblo democrático. Nuestra intención es
reforzar la alternativa del diálogo. Es necesario afrontar esta complicada y
desigual fase de la batalla política, luego del cierre de las salidas
electorales, acompañados de un testigo de excepción y de ascendencia
insuperable, como es el Vaticano, con gran confianza en la fuerza de la
ciudadanía organizada y activada.
Claves
del proceso de diálogo
1. El
trabajo político en la mesa de diálogo presidida por la Santa Sede es
difícil. La negociación será siempre asimétrica, porque el poder
institucional y de fuerza está en manos de la contraparte oficialista. Para
que el país democrático alcance logros y resultados concretos, hacen falta en
principio unidad de criterio y de acción.
2. La
unidad política es ahora más necesaria e imprescindible que nunca. La unidad
política es unidad social, es concordia, pero es, sobre todo, unidad de
objetivos y trasparencia en las decisiones. No sólo unidad de nuestro
liderazgo democrático, sino la de todos los venezolanos descontentos. Unidad
en la movilización, en la perseverancia y en la estrategia, que implica entre
otras cosas enfrentar a la oligarquía gobernante con todas las herramientas de
la política. Se requiere un trabajo unitario para maximizar y darle
direccionalidad a la inmensa legión de los venezolanos ansiosos de cambio, sin
lo cual no pasaremos de ser una mayoría numérica,pero políticamente
desagregada y desorganizada.
3. La
creatividad y la inteligencia, por el otro lado, son esenciales. Para todos es
evidente que el gobierno quiere a la mesa de diálogo sólo para ganar tiempo y
“enfriar” la presión popular, pero nunca para tomarla en serio. Nuestro reto
es que esa mesa se asuma como algo serio. Ello pasa, a nuestro juicio, por 4
condiciones:
o Asumir
un compromiso de apoyo al diálogo como proceso de negociación política, con
etapas, pasos, tiempos, consolidación de hitos y logros, identificación de
alternativas, evaluación de resultados, y con el Vaticano como mediador
confiable. Es un proceso donde se pone en tensión las fortalezas, en la mesa y
fuera de ella, para alcanzar logros tempranos y resultados totales o parciales
razonables.
o Exigir
compromisos significativos y suficientes garantías de cumplimiento de logros,
que aseguren el respeto a los poderes electos y al voto popular, como primer
paso para propender a un cambio de gobierno en el menor tiempo posible, y
evitando así que se generen nuevas y mayores frustraciones en un pueblo
cansado de tanta burla e indolencia gubernamental.
c. Atender
con especial énfasis el tema de la clara, precisa y oportuna información y
comunicación a los venezolanos y al mundo, asegurando la coherencia en el
discurso y, de ser posible, la unificación del mismo, con una eficaz gestión
de medios, convencionales y electrónicos .
d.
Diseñar y conformar una plataforma de conexión orgánica o de vasos
comunicantes entre la MUD, por una parte, como participante directa en la mesa
de diálogo, y los actores, organizaciones y movimientos sociales, por la otra,
que son los participantes indirectos en esa instancia.
Al
tiempo que se desarrollan estas actividades, directamente relacionadas con la
Mesa de Diálogo, es conveniente que las organizaciones políticas y sociales
consideren y adelanten un conjunto de acciones populares que conformen un
ambiente favorable para lograr los mejores resultados, como por ejemplo:
- Presentar a los venezolanos una propuesta
clara que invite a reconstruir el país, sobre la base del compromiso de
conformar un Gobierno de Unidad Nacional con todos los sectores, amplio e
incluyente, que haga énfasis primordial en la atención inmediata a la
grave situación social y económica de nuestros compatriotas, y que
incluya una propuesta de lineamientos principales del próximo gobierno.
- Promover la declaratoria de amplios y
diversos sectores y organizaciones no partidistas a favor del cumplimiento
de la Constitución, y exigir el respeto a su legítimo derecho
constitucional a protestar y realizar movilizaciones en respuesta a las
políticas equivocadas del gobierno.
- Convertir la mesa de diálogo en
herramienta política para la organización popular, para impulsar la
docencia social y la protesta ciudadana. Una forma de hacerlo es
debatiendo y discutiendo en asambleas ciudadanas los detalles del proceso,
recoger impresiones y recabar cuestionamientos y sugerencias.
- Impulsar un movimiento amplio de defensa
de la Constitución y la democracia, para ampliar y maximizar las
voluntades en favor del cambio político democrático.
Caracas,
noviembre de 2016″
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