Omar Barboza Gutiérrez 04 de diciembre de 2016
Para
abordar con certeza la actual situación venezolana, sin correr el riesgo de
asumir logros insignificantes como grandes conquistas, es necesario tener una
apreciación real de las urgencias impuestas por la profundidad de la crisis
general que afecta a la sociedad nacional, y que solo es posible enfrentarla
con posibilidades de éxito si las soluciones están precedidas por un cambio
político lo más inmediato que sea posible, que dé paso a un nuevo modelo
político, económico y social, con capacidad de superar el tamaño de los retos
planteados.
El
enfoque con el cual se aborde la necesaria y urgente transición, debe tomar muy
en cuenta la secuencia de las etapas a cumplir que a nuestro juicio, deben
estar ubicadas temporalmente en el siguiente orden: un Plan de Emergencia para
atender la crisis económica y social; una etapa de Estabilización Política y
Económica; y la etapa final de los Cambios Estructurales, tanto en las
instituciones públicas como en la aplicación de modernas políticas económicas y
sociales.
Para
acelerar ese cambio, en primer lugar, el pueblo venezolano acompañado por la
Unidad Democrática debe estar presente en la lucha social por los derechos de
todos; los diputados ante la Asamblea Nacional, que recibimos un mandato de
cambio por parte de nuestros electores, debemos constituir la plataforma de
expresión de los problemas de la gente y utilizar bien nuestra representación
para impulsar la transición democrática; el escenario internacional para
concientizar al mundo sobre las violaciones que ocurren en el país en cuanto a
las reglas democráticas y a los derechos humanos; y, la Mesa de Diálogo para
intentar seriamente el cambio democrático por la vía pacífica.
En
cuanto al Diálogo, es importante recordar que a esa Mesa llegamos como
consecuencia de la estrategia del gobierno de bloquear arbitrariamente las
salidas electorales, mediante el secuestro de diferentes instituciones que
deberían facilitar el ejercicio de los derechos políticos; y, por tanto, el
objetivo principal del diálogo debe ser la restitución del orden
Constitucional, definiendo un Cronograma Electoral que nos conduzca a eso lo
más pronto posible, que incluya un acuerdo para que por vía electoral el pueblo
decida sobre la continuidad o no del Presidente.
Desde
el punto de vista de la Unidad Democrática, es muy importante tener definidos,
desde el principio, nuestros objetivos en el Diálogo para no correr el riesgo
de un fracaso inminente; una vez definidos, fijarles los límites de tiempo para
concretarlos de manera que su efectividad sea oportuna.
Por su
parte, el objetivo del gobierno está claro: maniobrar para mantenerse en el
poder a toda costa; impedir o retrasar cualquier consulta electoral; introducir
elementos que puedan lograr su principal objetivo que es dividir a la oposición
y ganar tiempo; mientras, el pueblo pierde hasta la vida por falta de medicinas
y de alimentos.
Los
resultados hasta ahora vistos nos hacen apreciar que la estrategia del gobierno
está avanzando, y la de la oposición luce confusa y sin la coherencia
necesaria, por lo que es muy urgente revisar nuestra estrategia, ajustarla y
avanzar para el logro de nuestros objetivos. En tal sentido, me permito
recomendar que debemos empezar por ratificar como estrategia vital, la
preservación de la Unidad de la oposición como un bien inestimable en el camino
de lograr el cambio político, manteniendo una política de amplitud y
tolerancia, pero sin perder la coherencia necesaria para conducir el proceso
sin crear confusión en la gran mayoría de los venezolanos que nos siguen con la
esperanza del cambio. En segundo lugar, es también urgente la necesidad de una
conducción conjunta que funcione permanentemente y que sepa interpretar las
grandes expectativas y necesidades del pueblo venezolano.
Dentro
de la Unidad Democrática no debe haber diferentes estrategias, la común debe
seguir siendo el futuro de Venezuela por encima de los intereses personales o
partidistas. Hoy más que nunca ese es un deber histórico. Lo que está en juego
es un pueblo sufriendo, angustiado, que necesita de quienes aspiramos a
conducirlo, los mejores sacrificios y demostraciones de desprendimiento ante la
cercanía del precipicio nacional, que juntos y responsablemente podemos evitar.
Me
atrevo a señalar tres objetivos centrales inmediatos para el diálogo y para la
lucha: salida electoral; solución humanitaria en medicinas y alimentos para el
pueblo; y una navidad sin presos políticos.
Todos
debemos estar a la altura de nuestra responsabilidad histórica en estos
momentos trágicos de la patria. Mientras tanto, como escribió el Maestro
Gallegos al final de su Doña Bárbara: “una raza buena, ama, sufre y espera”.
Omar
Barboza Gutiérrez
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