Américo Martín 04 de septiembre de 2019
Dado el aislamiento en que se halla sumido el gobierno
de Nicolás Maduro, parece suicida su empeño en reiterar las razones que lo han
puesto en condición solitaria, sin salidas claras. En sus memorias, Bill
Clinton (“Mi Vida”, las titula) afirma:
- Cuando uno está en
un agujero, lo primero que debe hacer es dejar de cavar.
Pero la aberrante sentencia N° 0234-2019 dictada por
el TSJ, evidencia que la cúpula del poder está empeñada en seguir cavando. ¿Es
toda la cúpula? ¿Es una decisión irreversible? Lo ignoro, no obstante no sería
para nada extraño que se agiten significativas contradicciones en el bloque
gobernante, a la luz de la expansión del malestar interno en todos sus niveles.
Imposible no calificar la indicada sentencia como una
aviesa provocación emanada quizá de un sector del poder preocupado porque
eventuales negociaciones lo encuentren con los pantalones abajo
Por eso lo que desconoce la sentencia no puede ser
pasado por alto, ni sin duda lo será. Arremete contra principios defendidos
tenazmente desde las postrimerías del gomecismo, y están consagrados en todas
las Constituciones y leyes de universidades desde el histórico Decreto-Ley de
Universidades de fecha 05-12-1958, dictado por mi ilustre profesor Edgar
Sanabria, para consagrar la autonomía plena de las universidades nacionales.
La socialdemocracia, la democracia cristiana, el
liberalismo amarillo y el comunismo se batieron por esta noble causa. Por
cierto, ¿quién hubiera imaginado que en 2019 un gobierno “hecho en socialismo”
se alzaría contra ella? ¿Faría, Machado, Pompeyo no lo hubieran rechazado por
alevoso?
Puedo jurar que saltarán a decir que no han tocado la
autonomía. Saben perfectamente que su médula está cimentada en el autogobierno,
la elección de sus autoridades y la autoadministración. Para lo cual fueron
creados el Claustro y las Asambleas de Facultad. La sentencia se carga los
órganos electores e impone la igualdad del voto de profesores, estudiantes,
egresados, personal administrativo y obreros. Hasta los extremistas del
pasado se hubieran reído de esa falacia.
En la relación enseñanza-aprendizaje, fundamentales
son los docentes que la imparten y los estudiantes que la reciben. Ambos
necesitan años de preparación para ascender o para graduarse. Los empleados y
obreros se guían por la Ley del trabajo. Su empleo cambia sin menoscabo
Los dos sectores-claves tienen el más alto interés en
los programas de las autoridades. Con el voto 1 x 1 y el requisito de vencer en
3 de los 5 sectores se desnaturaliza la intención de la norma. ¿En cuál
universidad autónoma de Latinoamérica se aplica tan marrullero “igualitarismo”?
Olvidaron el coraje universitario ante amenazas como
la de la sentencia. Los principios que mueven las grandes causas son
atropellados por un TSJ que nunca se enteró de los grandes sacudimientos
sociales en defensa de la Universidad. En 1928 unos cien universitarios
dirigidos por los veinteañeros Villalba, Betancourt, Leoni, Otero Silva y otros
valientes iluminaron de modernidad a un país pobre y adormecido. Gómez reprimió
pero sintió el empuje unido de muchachos y muchachas. También hoy, en resistencia
cimera, estudiantes, docentes y autoridades de la UCV –García Arocha, Bianco,
Méndez y Belmonte-, primera en el brasero. Seguirán las demás pero ya todas son
imbatibles fortines democráticos.
Los émulos venezolanos de la Reforma Universitaria de
Córdoba (1918) han sido vanguardia hemisférica. Solo les falta repetir el logro
del DEU cubano que en 1935 nombró –sí, nombró- una pentarquía para el Ejecutivo
y el presidente interino, profesor Grau San Martín.
¿Será necesario llegar tan lejos? Seguramente no, pero
si la ciega tozudez persiste recuerden que no hay hazaña inalcanzable para los
heroicos universitarios venezolanos
Américo
Martín
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