Por Roberto Patiño
La mayor dificultad con
la que se encuentran los venezolanos para enfrentar la crisis es sin duda el
papel del Estado como un factor generador y aprovechador del caos y colapso que
padecemos.
El Estado venezolano se
ha convertido en uno de los principales generadores de violencia. Ya son
reconocidas las masivas violaciones de derechos humanos que se producen por la
acción de fuerzas de seguridad –policías, ejército, grupos de acciones
especiales como la FAES–. De igual forma, grupos irregulares conocidos como
colectivos actúan contra las personas bajo un manto de impunidad oficial.
Crisis tan delicadas y
de gran impacto en la sociedad como la alimentaria, por poner solo un ejemplo,
son instrumentalizadas desde el poder para imponer sistemas de control y
coacción como al sistema CLAP. Esto genera dinámicas de exclusión, y de
subordinación, que se ceban en los sectores más vulnerables, ampliando la
desigualdad y profundizando la pobreza.
El pago de vacunas en
alcabalas, el uso de material de ayuda humanitaria para fines proselitistas, la
coacción sobre trabajadores de la salud y la educación, son solo algunas
muestras de como el Estado se ha convertido en una amenaza clara para los
ciudadanos y el factor determinante que precariza y complica el día a día de
las personas.
En contraste, las
organizaciones y movimientos de la sociedad civil que construyen redes de apoyo
y llevan a cabo iniciativas para aliviar las diversas emergencias de la crisis
se enfrentan a un doble problema: por un lado llevar a cabo acciones en medio
de condiciones adversas en lo económico y social que dificultan la realización
y la sostenibilidad de proyectos, y por otro, enfrentarse a un Estado
victimario, que impone políticas y promueve acciones que profundizan la crisis
y la aprovecha de manera criminal e inhumana.
Precisamente por esto
es fundamental reforzar las dinámicas convivenciales de solidaridad, encuentro,
organización y articulación que desde la sociedad civil puedan contrarrestar
las lógicas predatorias y destructivas del Estado.
Hoy más nunca debemos
redoblar esfuerzos y encontrarnos alrededor de las graves emergencias que
estamos viviendo en la construcción mancomunada de soluciones. El ejercicio
activo de los valores convivenciales resulta primordial para la superación de
los terribles escenarios que atraviesa el país.
Sumarse a iniciativas
que aborden emergencias de la crisis, apoyar a grupos y comunidades organizadas
y visibilizar sus logros, construir redes de apoyo en nuestros entornos
inmediatos, son algunas de las acciones que podemos hacer y que tienen un
impacto real en nuestro entorno. Sobre todo, la activación de la sociedad civil
desde iniciativas convivenciales, sienta las bases de organización y
movilización necesarias para impulsar los urgentes procesos de cambios que los
venezolanos estamos clamando.
robertopatino.com
20-11-20
https://www.elnacional.com/opinion/activarnos-desde-la-sociedad-civil/
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