San Josemaría 28 de noviembre de 2020
@sJosemaria
Ha
llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las
ansias sinceras por la venida de Cristo!, ¡por su venida cotidiana a tu alma en
la Eucaristía! –«Ecce veniet!» –¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia.
(Forja, 548)
Comienza el año litúrgico, y el introito de la Misa
nos propone una consideración íntimamente relacionada con el principio de
nuestra vida cristiana: la vocación que hemos recibido. Vias tuas, Domine,
demonstra mihi, et semitas tuas edoce me (Ps XXIV, 4.); Señor, indícame tus caminos,
enséñame tus sendas. Pedimos al Señor que nos guíe, que nos muestre sus
pisadas, para que podamos dirigirnos a la plenitud de sus mandamientos, que es
la caridad (Cfr. Mt XXII, 37; Mc XII, 30; Lc X, 27.).
Me figuro que vosotros, como yo, al pensar en las
circunstancias que han acompañado vuestra decisión de esforzaros por vivir
enteramente la fe, daréis muchas gracias al Señor, tendréis el convencimiento
sincero –sin falsas humildades– de que no hay mérito alguno por nuestra parte.
Ordinariamente aprendimos a invocar a Dios desde la infancia, de los labios de
unos padres cristianos; más adelante, maestros, compañeros, conocidos, nos han
ayudado de mil maneras a no perder de vista a Jesucristo. (Es Cristo
que pasa, 1)
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/ha-llegado-el-adviento/
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