Por Alfredo Infante S.J.
La Encuesta Nacional de
Condiciones de Vida (Encovi) -una iniciativa liderada por la UCAB en alianza
con otras universidades- ha venido monitoreando la situación del país de manera
integral, desde la perspectiva de la población.
Los datos de la edición
2019-2020 son una fotografía del colapso de nuestras condiciones de vida: 96 %
de venezolanos está en situación de pobreza de ingresos y 79 % en pobreza
extrema -lo que implica que 8 de cada 10 no cuentan con dinero suficiente para
costear la canasta alimentaria-; 74 % de los hogares sufre inseguridad
alimentaria moderada o severa y 30% de los niños menores de 5 años padece
desnutrición crónica. 44 % de la población mayor de 15 años está inactiva
económicamente y 45 % de la que trabaja está en el sector informal, y la
asistencia escolar se está reduciendo, sobre todo después de los 15 años.
Además, debido a la
migración, el volumen total de la población se redujo en 4 millones de
habitantes. Lamentablemente, cada año que pasa, los resultados son más
alarmantes.
El acceso a la
información pública en Venezuela es uno de los derechos negados desde el poder
de facto. Los organismos del Estado, aunque se autodenominan poder popular, no
ofrecen a la ciudadanía datos sobre la situación que se vive y son, por el
contrario, plataformas de propaganda política del régimen, donde se muestra una
Venezuela en “el país de las maravillas”. Ante este hecho, las organizaciones
de la sociedad civil se han visto desafiadas a asumir las investigaciones con
mayor prioridad y rigurosidad, con la finalidad de construir data con criterio
científico, de modo que la ciudadanía tenga acceso a una información bien
fundada y responsable.
Una de las principales
fuentes de información alternativas a las del Estado es la Encovi, que en sus
anteriores ediciones ofrecía resultados nacionales. Esta semana, los
representantes del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la
UCAB dieron a conocer el portal web insoencovi.ucab.edu.ve, en el que 85
indicadores sociales del estudio (relacionados con condiciones de vivienda,
salud, nutrición, pobreza, empleo, educación y estructura demográfica) están
desglosados por cada una de las 24 entidades federales y los 335 municipios del
país.
La publicación de esta
herramienta no es poca cosa; aunque es verdad que toda Venezuela está sumida en
una emergencia humanitaria compleja, la misma varía dependiendo de una zona a
otra del territorio, porque en estos años ha ido creciendo y profundizándose la
desigualdad entre las regiones e, incluso, a lo interno de una misma región,
entre estados y entre municipios. Por ejemplo, todos sabemos, por experiencia,
que la calidad de vida en Caracas ha caído de manera precipitada; sin embargo,
su deterioro no se puede comparar con el colapso de las condiciones de vida en
estados que otrora fueron emblemas de desarrollo como Zulia, Táchira, Bolívar,
Carabobo o Aragua, y mucho menos con entidades en las que la población ha sido
históricamente pobre, como Delta Amacuro, Sucre o Amazonas.
Esta iniciativa de
Encovi es muy oportuna, porque los resultados del estudio se hacen cercanos y
sirven a las organizaciones sociales intermedias y, mejor aún, a las organizaciones
de base, para que puedan emprender iniciativas de transformación de sus
contextos inmediatos. Así lo expresó Luis Pedro España, uno de los
investigadores de la Encovi: “La crisis humanitaria no puede seguir
esperando por que se resuelva el problema institucional. Las diferentes
iniciativas de las ONG que atienden a comunidades vulnerables ahora tendrán
información concreta para desarrollar de mejor manera sus iniciativas”1.
Hoy, los resultados de
la encuesta Encovi, desagregada por regiones, dan cuenta de una emergencia
humanitaria compleja diferenciada internamente. Incluso, podríamos hablar de
una multiplicidad de “emergencias humanitarias complejas”. Lo más
dramático es que, pese a estas diferencias, pareciera ser que la tendencia es a
una igualación hacia abajo pues, tristemente, el estudio arroja que “hay
cerca de una veintena de municipios donde el nivel de inseguridad alimentaria
en los hogares ronda el 100 %»2, según lo reveló la profesora Anitza Freitez,
coordinadora de la Encovi.
¿Cómo ofrecer esta
información tan dramática para que no nos deprima y desmovilice, sino que, por
el contrario, sirva de base para organizarnos y movilizarnos en la búsqueda de
caminos alternativos de solución? Está claro que informar no basta, es
importante hacerlo con propósito constructivo y, por ello, es clave crear y
fortalecer las capacidades de las comunidades y las organizaciones sociales, de
modo que puedan actuar en sus espacios sociales y geográficos para transformar
sus contextos y, a la vez, fomentar la interconexión en red de esta
multiplicidad de iniciativas como cuerpo social, para que todas las acciones
ciudadanas puedan convertirse en un auténtico cambio político, no de discursos
y proclamas etéreas e ideológicas, sino vinculado a las necesidades reales de
la gente, de modo que el cuerpo social, corresponsablemente, recupere la
política al servicio del bien común.
No se trata sólo de un
cambio en las condiciones de vida y las correlaciones de fuerzas, hecho que es
importante para activar posibilidades de cambio; se trata, también, de apostar
por un cambio cultural hacia la corresponsabilidad en los destinos del país;
por ello, para impulsar este proceso ha surgido como iniciativa la campaña
“Resetéate”, que busca apuntalar un cambio cultural democrático focalizado en
el sujeto social (personas, comunidades, organizaciones) que, desde su
pluralidad interna interconectada, se atreva a revertir este caos que impera y
atenta contra la vida, de manera mancomunada y pacífica.
La información
municipalizada de la Encovi no sólo pretende dar a conocer lo mal que estamos,
sino fijar una línea base que sirva para que las comunidades y organizaciones
sociales puedan construir una agenda local, movilizarse en función de incidir
en las mejoras de las condiciones de vida y, desde esa praxis, ir cultivando un
sujeto socio-político democrático capaz de pensar soluciones adecuadas para el
país.
Hemos insistido que no
basta hacer el bien, que hay que hacerlo bien y apostar siempre por el bien
mayor.
Por ello, esta
iniciativa de informar, capacitar, fortalecer la organización social y
movilizar para construir alternativa es, sin duda alguna, una apuesta por la
vida que parte de un riguroso discernimiento de los “signos de los tiempos” y
nos invita a todos a “resetearnos” para hacer posible la Venezuela de
condiciones dignas que todos merecemos.
Referencias:
1.
https://efectococuyo.com/la-humanidad/ucab-lanza-campana-para-incentivar-el-rescate-de-venezuela/
2.
https://www.lavanguardia.com/vida/20201111/49411358752/la-inseguridad-alimentaria-es-del-100–en-20-municipios-venezolanos.html
Fuente: https://mailchi.mp/366b21da7d1d/signos-de-los-tiempos-n-79-06-al-12-nov-2020
14-11-20
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