Brian Fincheltub 26 de noviembre de 2020
@BrianFincheltub
Existe
un país en el mundo donde desde hace mucho los venezolanos no somos
bienvenidos. Ustedes dirán que me quedé corto, que perdí mi tiempo con este
artículo, pues lejos de ser un solo país, la verdad es que en la mayor parte de
los países de la región, la migración venezolana hace mucho dejó de ser
bienvenida. Nada nuevo bajo el sol, en las buenas se te abren las puertas, en
las malas se te cierran. Pero en honor a la verdad, nuestro gentilicio tampoco
es que esté libre de manchas y no por fama buscada, sino por mera lógica
estadística: un país no puede descomponerse sin que una parte de su sociedad
también se pudra. Con una inmigración tan masiva y desordenada como la nuestra,
de Venezuela sale de todo, los que nos hacen sentir orgullosos afuera por sus
logros, pero también esos que nos hacen sentir vergüenza, esos que salen a
hacer lo que también hacían en Venezuela: delinquir.
Sin
embargo, quiero hablarles del país donde peor tratan a los venezolanos, donde
la mayoría vive sin derechos, como ciudadanos de segunda, sometidos al chantaje
y a la esclavitud de unos pocos que los quieren pobres, dependientes e
ignorantes. En ese país reclamar lo que te corresponde puede ser muy peligroso,
sobre todo si eres venezolano. Levantar la voz contra los opresores se paga muy
caro, de allí que sean cada vez menos quienes se atreven a rebelarse. Pocos
están dispuestos a lanzarse en una lucha desigual que siempre termina igual:
cárcel, muerte o exilio. Incluso algunos de los vivos parecen haber muerto hace
mucho tiempo y lo que vemos en las calles son simplemente sus cuerpos deambular
sin rumbo, sin alma, sin porvenir.
En este país los venezolanos han sido privados de
todo, hasta de los más básico. Desde hace años, por ejemplo, millones de
venezolanos no saben lo que es recibir agua por tubería, tener 24 horas de
electricidad, tener servicios públicos de calidad. Algo tan simple como bañarse
en una regadera se convirtió en un privilegio de pocos. A la falta de agua se
le suma una larga lista de ausencias y carencias, una lista que siempre amenaza
con crecer para hacerle la vida mas miserable a los venezolanos. La destrucción
avanza tan rápido que quizás dentro de poco los venezolanos comiencen a
extrañar los tiempos cuando cocinaban en leña.
Son millones los venezolanos a quienes también se les
niega el derecho a la identidad. De los derechos más esenciales en cualquier
país o pretensión de país, es ese que te hace poseedor de una identificación.
Un documento que no solo te permite probar quién eres, sino también para
garantizarte el derecho de salir y entrar del lugar donde vives cuando gustes.
Los venezolanos no tenemos cédula, ni pasaportes y quienes logran obtenerlos
deben bajarse antes de la mula con altas cifras en dólares.
El país que peor trata a los venezolanos es
precisamente Venezuela, nuestro país y en el cual paradójicamente vivimos como
extranjeros. Por eso no asombra ver cómo más de cinco millones de venezolanos
han dejado Venezuela y han tenido que irse a otras naciones donde no son
necesariamente bienvenidos, a sitios tan inhóspitos para la migración
venezolana como Trinidad y Tobago. Recuperar el respeto de las otras naciones
pasa por recuperar el país, si no lo logramos, no solo millones seguirán
escapando a la tragedia nacional para tener que hacer frente a la tragedia de
la xenofóbia.
Brian
Fincheltub
@BrianFincheltub
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