Por Fernando Pereira
El
lamentable suicidio de un adolescente dentro de un centro educativo de Guatire
activa nuevamente los temores y la incertidumbre de cómo abordar la información
y el duelo con los compañeros o allegados. La Organización Panamericana de la
Salud ha advertido sobre el impacto que la pandemia ha tenido sobre la salud
mental y el aumento de la ideación suicida en adolescentes.
¿Cómo
manejar el duelo con los adolescentes allegados?
Los
duelos surgen cuando se producen pérdidas humanas o materiales, bien sea por
muerte de familiares o mascotas, desastres naturales; o por separaciones,
viajes, mudanzas, cambio de centro educativo; o por la transición de dejar de
ser niño para convertirse en un adolescente y luego adulto.
Con
los duelos, los adolescentes pueden presentar comportamientos diversos
que nos desconciertan. De pronto se tornan hostiles, herméticos o
indiferentes; también pueden mostrarse tristes, apáticos, con rabia o
desmotivados; y cuando les preguntamos “¿qué pasa?”, contestan: “nada”. No
saben o no desean expresar verbalmente sus sentimientos y emociones.
¿Cómo apoyar a nuestros adolescentes?
Comprender
que, en los primeros momentos, pueden evadir o negar la situación. La evasión puede ser la forma que consiguen
para no contactar el dolor. Pueden mostrarse indiferentes o ensimismarse,
evitando contactos con las personas que les puedan recordar la
separación; pueden inclusive encerrarse en su habitación, dormir más de
lo común, utilizar internet o cualquier recurso para desconectarse de la
realidad.
Esa
negación no la podemos calificar como desamor, indolencia, indiferencia. Muy por el contrario, es aquí cuando más
necesitan que estemos cerca, haciéndoles sentir con abrazos, paciencia y otras
expresiones de cariño que los queremos y que entendemos que no están
preparados para hablar sobre lo que está pasando. Es importante
manifestarles que cuando lo deseen estaremos dispuestos a escucharlos y a
compartir con ellos su dolor. El dolor, cuando se comparte, se
convierte en fortaleza.
Entender
que la rabia es parte del duelo. Nos cuesta aceptar que por causa de una
pérdida nuestros hijos se tornen agresivos u hostiles. Sin embargo, esas
reacciones son la forma de expresar su rechazo por la pérdida. Es importante
hacerles saber que entendemos que sientan rabia porque esa emoción les sirve
para expresar su rebeldía frente al dolor de saber y sentir que no podrán
recuperar a la persona o pertenencia perdida.
Hacer
ver que lo sucedido no es por su culpa. Los adolescentes pueden sentirse culpables
porque creen que su comportamiento o conducta pudo incidir en la enfermedad del
ser querido, en la separación de sus padres o en la decisión de un compañero.
Se les debe expresar que no fueron ellos los responsables y que si hubo una
discusión y se molestaron, su intención no fue generar un daño que pudiera
ocasionar ese desenlace, porque el amor está por encima de
circunstancias particulares o puntuales.
Aceptar
su dolor. Para
superar los duelos, hay que vivirlos. Por amor, tenemos la tendencia de querer
distraer a nuestros muchachos para “evitar” o mitigar el dolor que genera la
pérdida. A veces les hacemos regalos y no les permitimos procesar su duelo,
llorar y expresar su rabia, evasión, culpa. En ocasiones, éste es
un mecanismo de autoprotección: no hablamos del tema para no
contactar nuestras propias emociones. Es válido y necesario llorar
juntos, para que los adolescentes sientan que no están solos, que también
nosotros estamos pasando momentos difíciles y que necesitamos sentirnos
acompañados para superarlos.
¿Y los centros educativos?
Las
comunidades educativas que han sufrido un suicidio dan cuenta del gran dolor
que produce. Dolor proporcional al que sufrió ese estudiante que sintió no
valía la pena seguir viviendo.
Hay
que priorizar la creación de un clima escolar protector donde los estudiantes se sientan
aceptados. La prevención del acoso escolar y discriminación. El fortalecimiento
de espacios para la participación estudiantil. La alfabetización en
salud mental y en el desarrollo de habilidades sociales, educación
emocional, la identificación de estudiantes en riesgo y la preparación del
personal docente para saber qué hacer al hablar con el estudiante, su familia,
compañeros de clases y el trabajo en coordinación con personal de salud
mental. Hay que remitir los casos para ser atendidos por los especialistas.
25-02-21
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