Luis Ugalde S.J. 21 de febrero de 2021
Algunos han expresado su molestia al ver a Jorge
Rodríguez dialogando con el Presidente de Fedecámaras en la sede de la cúpula
empresarial. Otros se alegran de que grupos empresariales y gobierno de facto
se sienten a hablar sobre cómo salir de este desastre económico. Tampoco es
malo que la dictadura perseguidora de la empresa privada reconozca ahora que
sin recuperación de esta el país no tendrá futuro. El problema no reside en que dialoguen, sino
para qué y cómo: Sin ingenuidad ante los halagos
engañosos, con firmeza insobornable que da la trágica y urgente realidad y sin
ignorar que este regimen tiene poder para reprimir pero no para fomentar y
atraer el apoyo internacional y la inversión multimillonaria que Venezuela
necesita.
Diálogos primaverales. No nos basta con que unos cuantos dialoguen en
la cúpula, necesitamos cientos y miles de diálogos de emergencia donde
abordemos sin miedos, ni medias verdades los problemas específicos y el drama
agónico que se agrava cada día. Hablamos de diálogos y no de un diálogo, por
muy Jorge Rodríguez que sea. Diálogos exigentes con el régimen de los
trabajadores, de los productores y de los jubilados; diálogo por la falta de
agua, de luz, de gas, de libertad comunicacional y de salario; de los dolientes
educativos, de las enfermeras, médicos, farmacias… con los responsables de las
políticas de salud. Diálogo en las diversas dimensiones de la vida nacional y
en las regiones, sobre las más sentidas tragedias, exigiendo y proponiendo
soluciones. Sin confundir esta ruina venezolana con aquella China autoritaria
que con su inmenso mercado ascendente y su mano de obra barata exportadora
atrajo numerosas empresas occidentales y capitales abundantes.
Diálogos de la sociedad civil en miles de núcleos,
cada uno en su área específica planteando al gobierno de facto duras verdades
sin contentarse con palabras engañosas y exigiendo hechos y obras. Es difícil
reprimir a cientos de miles en numerosos y variados núcleos en toda la
geografía nacional y con el país entero “en modo diálogo” con verdad, valentía
y urgencia, sabiendo que cada minuto que pasa añade sufrimiento y muerte. Con
las organizaciones civiles y partidos aliados en un amplio caminar hacia la
Venezuela Libre y democrática.
Diálogos primaverales, no otoñales, ni invernales. El
otoño es bello con sus hojas multicolores, pero estas van cayendo para dar paso
a la muerte invernal. El diálogo otoñal es la última ilusión del régimen y de
una política totalitaria que ni tiene soluciones ni futuro… Los otoñales son
diálogos del que se resiste a morir, pero sus hojas de bello colorido ya están
muertas. Los primaverales por el contrario traen la vida nueva que nace
saliendo de ese invierno desahuciado y sin esperanza, que brota donde parecía
que todo estaba muerto.
Ningún país muere del todo; aunque sus libertades sean
arrebatadas, en determinado momento y circunstancia vuelven a brotar las flores
cargadas de esperanza porque sus raíces no están muertas.
No nos ilusionamos con diálogos cupulares de
comisiones parlamentarias que no representan a nadie, ni con hojarascas
otoñales, bellamente vestidas, pero ya en brazos de la muerte.
Diálogos sin caer en el “sálvese quien pueda” de quien
considera que el naufragio es inevitable, pero yo y mi empresa podemos
salvarnos tirando por la borda al resto. Hoy las soluciones parciales solo sirven
como parte integral del renacer del país entero caminando de manera indetenible
a una salida del gravísimo error político que ha destrozado el país. Unidos en
la Constitución. ¿Pero cómo ponernos de acuerdo en una eclosión de diálogos en
los que cada uno parte desde su dolor y su verdad? La unidad
indispensable está en el rechazo común al desastre reinante y en la
Constitución, hoy violada y abandonada, que expresa el acuerdo nacional y la
apuesta por la dignidad, la justicia y la libertad de todos. Todos,
absolutamente todos, civiles y militares, tenemos “el deber de colaborar en el
restablecimiento de la efectiva vigencia” (artículo 333 de la Constitución). Un
deber y un camino de entendimiento para crear una nueva realidad política
(exigida a gritos silenciosos por el sufrimiento de toda una nación) de bien
común con ciudadanía responsable y productora de soluciones.
El mundo quiere ayudar. Pero EE.UU. con la novedad del gobierno de
Biden, la Unión Europea, las democracias de América Latina, ONU, OEA … poco
pueden hacer sin una unidad activa de nosotros los venezolanos movilizados en
miles de núcleos variados, unidos en diálogos primaverales, exigiendo
condiciones aptas y organizando formulas unitarias de participaciones
electorales y de respeto del voto. Esa unidad y movilización política
atraerá apoyos económicos y democráticos sin los cuales ni Venezuela, ni Cuba,
tienen futuro humano de libertad y de justicia.
Luis Ugalde S.J.
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