Por Simón García
Somos lo que elegimos.
No estamos condenados a correr detrás de la roca que vuelve a caer. Podemos
parar. Revisar la marcha extraviada por el peso de los errores. La primera
elección es inevitable: romper, sin distracciones, con la política
insurreccional.
Elegir una estrategia
para volver a los procesos electorales mirando más allá de ellos y pensando en
reconstruir país. Afortunadamente esta opción toma cuerpo en los militantes del
G4 y es alentada públicamente por dirigentes del equipo Guaidó como José
Guerra, Américo De Grazia, Luis Florido. Enrique Márquez admitió su responsabilidad
y pidió perdón a los venezolanos. También están dando su vuelta en «u», con
prudencia, Capriles, Henry Ramos y Rosales.
Hay que elegir, con
mucho empeño y tolerancia, por sanar la fractura que se produjo desde el
lanzamiento de la candidatura de Falcón en el 2018 y recomponer la oposición
débilmente existente.
El recurso de
apoderarse de las luchas democráticas, segregando autoritariamente a los que
tienen diferencias en el cómo, no debe repetirse.
Hay que elegir a favor
de un punto final a la destrucción de la oposición por obra de ella misma.
Hay que elegir entre
una oposición monolítica y con dueños o una oposición plural en su
funcionamiento y focalizada en sus metas, donde tengan asiento nuevos actores.
Al menos tres puntos de encuentro pueden explorarse:
1) Fortalecer el
liderazgo de Guaidó como figura que impulse el cambio de estrategia, la unidad
interna y la negociación con el régimen, como lo pide la comunidad
internacional.
2) Desarrollar una
lucha común por mayores garantías democráticas para el país y las elecciones.
3) Volver a la lucha
social con propósito de reorganizar fuerzas y atender con prioridad la defensa
de las condiciones de vida de la gente.
Hay que elegir por
conquistar garantías que contribuyan a hacer creíble el ejercicio del voto. Se
trata de llegar a unas elecciones presidenciales libres, sin repetir el error
de poner como inicio lo que debe ser su resultado final. Es inútil reintroducir
cualquier forma disfrazada del «Maduro vete ya», para entenderse con quien
ejerce el poder real.
Hay que elegir un nuevo
lenguaje para la oposición que se aparte del diccionario de las agresiones, del
sectarismo y la hegemonía de una parte para favorecer un programa de objetivos
políticos y un plan de luchas sociales concurrentes.
Hay que elegir por la
unidad plural ante un adversario autoritario, débil, pero que ha salido exitoso
en su confrontación con la oposición.
Esta unidad puede
forjarse en torno a la participación en las elecciones de gobernadores y
alcaldes y las garantías para llegar a una elección presidencial en otras
condiciones. El gobierno, que responde a una lógica contraria a la democracia y
el mercado, no va a desistir de su proyecto, pero sí se puede contener y vencer
su autoritarismo electoral.
Hay que elegir por
candidatos representativos de la sociedad regional que puedan recibir el apoyo
de toda la oposición. Rehuir el patriotismo partidista que presiona por un
reparto de los candidatos entre las dos principales coaliciones de partido. La
catástrofe sería de espanto si las fracciones opositoras concurren enfrentadas.
Hay que elegir por un
discurso que inspire emociones positivas, que levante un relato regional, por
sustituir el marco de polarización nacional por proyectos de desarrollo
regional sustentables, con puntos muy básicos de defensa de los derechos de la
gente pisoteada por el régimen y expresando la geopolítica interna a cada
región.
Hay que elegir la
esperanza, la causa de las reivindicaciones del país y la alegría de luchar
entre todos para triunfar.
Simón García es
analista político. Cofundador del MAS.
21-02-21
https://talcualdigital.com/elecciones-inevitables-por-simon-garcia/
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