Emilio Figueredo 25 de febrero de 2021
@efigueredop
El régimen practica de nuevo la política de vender el
sofá para quitarse un problema de encima, como en el famoso cuento de Fritz y
Franz.
Por segunda vez declaran como persona non
grata y expulsan del país a la embajadora de la Unión Europea en
Venezuela, Isabel Brilhante Pedrosa, lo que es un acto estúpido de retaliación
por las recientes sanciones que le fueron impuestas a 19 funcionarios del
régimen.
Es un acto político torpe, porque en vez de lograr
morigerar la actitud de Europa hacia el régimen, lo que va a producir será un
endurecimiento y una mayor cooperación entre Europa y EEUU para aumentar la
presión y las sanciones personales que, junto a lo que haga una oposición más
unida, terminarán por concretar un verdadero proceso de negociación que
resuelva la gravísima crisis venezolana.
Al expulsar a la embajadora una probable respuesta
será que en la Unión Europea hagan lo mismo con los pocos embajadores del
régimen que aún quedan en algunos de los países que la conforman y también
puede ser que tomen medidas para sacar del espacio de Schengen a los familiares
de los jerarcas del régimen que viven cómodamente en varios países europeos.
Cortar puentes no es símbolo de fortaleza, sino más
bien de debilidad. ¿Acaso creen que el país puede sostenerse por mucho tiempo
solo con el “apoyo” de Rusia, China, Irán o Turquía?
El mundo ya no es el de la guerra fría y no existe la
solidaridad automática, lo que prevalece son los intereses económicos, y si se
pone en la balanza lo que puede ofrecer Venezuela vs lo que significa Europa en
el concierto mundial, es obvio hacia dónde se inclinará la balanza.
Incluso otros países del mundo no interpretarán esta
acción como el gobierno de Maduro cree que lo harán, sino más bien como una
destemplada malcriadez de un régimen irresponsable.
Tomado de: https://www.analitica.com/el-editorial/el-disparate-de-romper-vinculos-con-europa/
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