Orlando Viera-Blanco 30 de noviembre de 2021
@ovierablanco
“En
conclusión, la continuidad no es una reserva del G.I. Es sensiblemente
ciudadana, grupal, identitaria, es la que encarna cada venezolano por nuestro
derecho a vivir y morir en Venezuela, libremente, en democracia y en paz”
La continuidad no es un desafío estrictamente jurídico. Que sea un tema fundamentalmente constitucional, es indiscutible. Pero hablar de constitucionalidad sugiere inevitablemente hablar de los derechos y valores que la contienen, entre ellos, nosotros el pueblo de Venezuela, en el pleno ejercicio de sus valores multiétnicos, culturales, soberanos y democráticos.
¿Quiénes
somos en esencia? Somos cultura, que es identidad, que es historia. Preservar
la constitución es darle vigencia a nuestro acervo ciudadano que son tanto los
forjadores y fundadores de la patria soberana-próceres y aborígenes-como sus
hijos, seres pensantes y libres que merecen vivir en sana paz, prosperidad,
independencia y justicia. Es la tolerancia comprendida entre lo identitario y
local vs. lo homogéneo y universal, donde no tiene espacio el análisis de la
explotación y la lucha de clases.
El
preámbulo de la CBV sentencia quienes somos como República, “una sociedad
democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un
Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la
libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la
integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las
futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a
la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni
subordinación alguna”. Ese es el proyecto país, y es esa “la continuidad” que
nunca llegó desde la promulgación de la CRBV de 1999, porque es justo decir, la
convirtieron en letra muerta.
Hemos
vivido de despojo en despojo y desplazamiento en desplazamiento. Hemos sido
forzados a abandonar el territorio, vivir en la anomia y en la miseria. El
valor irrenunciable de la cultura [Art 99-C] representado en “la protección,
preservación, enriquecimiento, conservación y restauración del patrimonio
cultural, tangible e intangible, y la memoria histórica de la Nación” ha sido
permutado por la entrega de la nación a cubanos, rusos, chinos, iraníes,
turcos.
La
continuidad del Gobierno Interino no se agota en una visión normativa o
política. Es también sensiblemente social, humanitaria, ciudadana, cultural,
por lo que la lucha restauradora por la dignidad de un pueblo devastado no
corresponde a una dirección de poder sino a una plataforma civilista, que se
inicia en el preámbulo de la CBV, sigue en los artículos 5, 7, 13, 19, 25, 99,
138, 233 y culmina en el 333 y 350-C. El pueblo contra la autoridad usurpada,
reivindicada por el presidente legítimo encargado, respaldado por cada
ciudadano, quien demanda vigencia y desobedece todo mando ilegítimo por írrito
y autoritario, que atente contra la constitución.
El
éxito no es definitivo ni el fracaso total.
La
soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente
en la forma prevista en la Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante
el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público [Art 5-C] Esto no
ocurre en Venezuela. Hoy la soberanía reside en unos pocos que trafican el oro
de sangre, oro blanco y negro, y han convertido el territorio en servidumbre de
paso…El vacío que intenta llenar el 233-C son los DDHH, la vida, el futuro de
las nuevas generaciones. No es sólo el cese de la usurpación, sino el cese de
la maldad, la anomia, la amenaza, el terror, la indigencia ciudadana, la
muerte.
Si la
Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico
[Art. 7-C] y todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público
están sujetos a la Constitución. Entonces quién usurpa el poder, usurpa al
estado. La continuidad entonces es voluntad constitucional de rescatar el
estado incluyendo sus activos, patrimonio e integridad territorial.
El
Art. 13-C dispone que. «El territorio no podrá ser jamás cedido, traspasado,
arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aún temporal o parcialmente, a
Estados extranjeros…» Todos sabemos quien controla y ocupa hoy Venezuela. La
continuidad es sacudirnos la injerencia cubana y de otros, haciendo valer la
soberanía e independencia consagrada en la constitución.
El
Artículo 138 dispone «que toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son
nulos» El Título VIII, “De la protección de la Constitución”, en su Capítulo I,
“De la garantía de la Constitución”, contemplan los artículos 333 y 350, que
ordenan el deber y el derecho de restablecer por una autoridad o por los
ciudadanos, la efectiva vigencia de la Constitución que fuere derogada por
cualquier medio distinto al previsto en ella. Se trata de un mecanismo de una
garantía de restablecimiento de la estabilidad de la Constitución [dixit Román
Duque Corredor] para los casos en que fuere derogada de hecho y “para
desconocer la usurpación de autoridad y prever un régimen transitorio hasta que
se restablezca la institucionalidad constitucional quebrantada”.
En
conclusión, la continuidad no es una reserva del G.I. Es sensiblemente
ciudadana, grupal, identitaria, es la que encarna cada venezolano por nuestro
derecho a vivir y morir en Venezuela, libremente, en democracia y en paz. Por
esa continuidad [soberana, libertaria, independiente, pluralista, cultural]
lucharon nuestros antepasados. No sólo Bolívar. También nuestros padres y
abuelos…La continuidad no es de un hombre. La Continuidad somos todos. El éxito
no es definitivo. El fracaso no es total. Lo que cuenta es el valor para continuar”
(Wiston Churchil)
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico