Por Eddie Ramírez, 05/11/2013
En todos los países la época de grandes masas
inscritas en partidos políticos es cosa del pasado. Venezuela no es la
excepción, pero aquí se percibe además un rechazo o al menos una falta de
simpatía por los partidos tradicionales ¿Cómo es posible que a pesar de la desastrosa
gestión de gobierno los partidos de oposición tengan muy baja aceptación?
Nadie puede negar la contribución de AD y
Copei a la estabilidad política del país, ni los avances logrados en los
cuarenta años anteriores a la marabunta roja. El listado de logros es largo y
no debe menospreciarse. Sin embargo, esa contribución se percibe insuficiente y
desde luego no enrumbó al país hacia un desarrollo sustentable. Como es sabido,
desde mediados de los años setenta los indicadores de desarrollo se
deterioraron y creció gradualmente la corrupción.
¿El retroceso se debió al agotamiento del
modelo económico de la sustitución de importaciones, al mantenimiento de los
controles sobre la economía, a la incompetencia de los gobernantes, a la
insuficiencia de los ingresos petroleros para atender a una población en
aumento por razones naturales y por una gran inmigración desde países
suramericanos o a la pérdida de valores? Probablemente un poco de todo. El
punto es que muchos predicaron que Venezuela es un país rico. y, lógicamente,
los ciudadanos menos favorecidos dedujeron que esa riqueza no les llegaba
porque los gobernantes se robaban los recursos. El plato estaba servido para
que llegara un aventurero prometiendo freír cabezas y reivindicar a los pobres.
Inicialmente los bajos precios del petróleo,
como consecuencia de la crisis asiática, le impidieron satisfacer las
necesidades de los estratos menos favorecidos, por lo que su popularidad
descendió de casi un 80% cuando inició su mandato a un 30% en el año 2002.
Gradualmente, al recuperarse la economía mundial, el precio del petróleo
aumentó. Como no fue suficiente, el régimen endeudó al país, dejó de invertir
en infraestructura, abandonó el mantenimiento e imprimió dinero inorgánico,
todo para otorgar dádivas sin resolver los problemas de fondo. Ahora se le
trancó el serrucho.
Puede especularse que los partidos
tradicionales no logran calar en la población porque insisten en predicar que
“antes se vivía mejor” y los nuevos no logran crecer por estar sometidos a un
ataque mediático masivo de desprestigio. ¿Qué pueden hacer? ¿Evitar la política
de confrontación? ¿Reconocer errores y predicar que Venezuela no es un país
rico y que es posible mejorar la calidad de vida pero que con el concurso de
todos hay que aumentar la productividad y rescatar principios y valores?
¿Permitiría esta prédica crear esperanza y ganar votos? Lo desconozco, pero
quizá es lo que los dirigentes deben evaluar, mientras que los ciudadanos de a
pie debemos dejar de atacarlos constantemente, sin que ello signifique no
opinar sobre sus actuaciones.
Como en botica: Ecarri peca de inmadurez al declarar que no conversaría con Ismael
García, quien lo aventaja en las encuestas. El afiche nazi contra María Corina,
Leopoldo y Capriles tiene un antecedente cuando los rojos expusieron a gerentes
petroleros durante el paro cívico.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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