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viernes, 14 de febrero de 2014

Oposición, sus trampas y sus traidores

ANGEL OROPEZA miércoles 12 de febrero de 2014
@angeloropeza182

No ha sido fácil para la oposición venezolana enfrentar durante 5 lustros a un enemigo formidable, tan excedentario en recursos como indigente en escrúpulos. Los juicios excesivamente severos sobre el trabajo de los sectores opositores suelen obviar lo difícil que ha sido aprender con el tiempo cómo se combate con muy pocos medios y siempre en desventaja a un modelo de dominación fuerte, popular y escasamente democrático, pero cuya caracterización y real naturaleza todavía están lejos de ser definidas con precisión y consenso, lo cual  ha sido un obstáculo adicional a la hora de combatirlo.

Durante ese tiempo, quienes se oponen al proyecto militarista de dominación han intentado varias fórmulas de enfrentamiento, no pocas de ellas surgidas de la improvisación y la ingenuidad política. Así, los venezolanos hemos presenciado un abanico de propuestas de "salida" que van desde la infeliz decisión de algunos sectores minoritarios que jugaron a alimentar insurrecciones y fantasías militares, hasta la inefable estrategia de la "desobediencia civil", con sus consecuentes recetas de abstención, "marchas sin retorno" y el siempre proverbial "no participo más con estas condiciones".  Todas estas "salidas" de estéril radicalismo tuvieron 2 grandes elementos en común: primero, escondían una profunda ceguera para comprender el comportamiento colectivo del venezolano y la naturaleza del momento político. Y en segundo lugar, y derivado de esto mismo, todas ellas –sin excepción– terminaron en un fortalecimiento y relegitimación del régimen, quien resultó al final en el único beneficiado de tan desastrosos e inútiles  ensayos. Las tales "salidas" resultaron así en unas auténticas trampas.

Afortunadamente, dentro de la oposición existen sectores que han mostrado una deseable capacidad de aprendizaje, y desde hace algunos años se   apostó por una estrategia que incluía alcanzar la unidad de sus múltiples factores, y asumir sin ambages la tarea de la organización ciudadana y la acumulación gradual y progresiva de fuerza popular, como la única forma viable y permanente de conquistar el poder para cambiar al país. Esta es la estrategia que más teme el gobierno, porque supone retar su liderazgo allí donde se cree todavía fuerte.

El reto fundamental que el momento actual plantea a la sociedad democrática venezolana es el relacionado con las dinámicas económicas, sociales y políticas asociadas con la pobreza. Y para competir con el oficialismo allí donde está su menguante base de apoyo social y electoral,  es decir, en los espacios que son asiento de la pobreza urbana y rural,  el discurso y la práctica política de la Alternativa Democrática debe brindar esperanza y camino a nuestros hermanos de la Venezuela profunda, hoy rehenes de un proyecto político profundamente injusto.

Con todo el respeto que merecen quienes hoy vuelven a propugnar "salidas" ya demostradamente inútiles, hay que insistir hasta el cansancio que el único trabajo político que realmente funciona, y que debería ser la agenda de la oposición en los meses por venir, es reanimar y vigorizar la conexión con las organizaciones populares, acompañar y hacer conectar entre sí las manifestaciones de protesta social y de lucha por los cada vez más vulnerados derechos del pueblo, reagrupar y fortalecer sus fuerzas internas, y colaborar con la despolarización y el acercamiento entre los venezolanos, para hacerlos más fuertes frente a un gobierno que los golpea diariamente y sin clemencia.

La situación de penuria generalizada que hoy sufre el país amerita que la oposición  demuestre capacidad de aprendizaje y evite repetir los caros errores del pasado, que resultarían en un agravamiento de las condiciones sociales y políticas de los venezolanos al permitir la relegitimación política de sus explotadores.  Nuestro camino tiene que estar siempre al lado de la gente, contra los falsos radicalismos de salidas que conducen sólo a las trampas de catarsis emocionales desordenadas, que adolecen de propuestas políticas factibles y viables para superar la situación de dominación, que no favorecen el robustecimiento de las estructuras orgánicas necesarias para el cambio político, que no contribuyen a ampliar la base popular de la alternativa democrática, y que sólo conducen a profundizar la frustración social y el fortalecimiento del gobierno.

Quienes insisten en la única "salida" que verdaderamente funciona, no son "traidores", ni indignos colaboracionistas del régimen, ni gente despreciable vendida al mejor postor. Son sólo venezolanos que humildemente han aprendido de la historia y del comportamiento político y psicológico de nuestro pueblo, y no quieren repetir los lamentables errores del pasado. Merecen el mismo respeto que quienes piensan distinto. Ya bastante daño ha hecho a nuestra cultura política la indeseable penetración del fascismo militarista y pro-cubano, para que quienes dicen oponérsele terminen adoptando sus mismos códigos de lenguaje.


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