Por María Ignacia Sierra, 06/09/2016
- Pana, por favor, ahora que vienes tráeme unas cosas que necesito.
- Claro vale, ¿qué quieres que te lleve?
- Anota ahí: 1 carré; 2 cri-cri para mi y 2 de leche para Mariana, 3 Flaquitos, 3 Cocosettes, Marilú y Katy las que quieras, Frescolita y Malta, todo esto para los chamos; bueno y obviamente Pirulín y Ovomaltina.
- Ok, ok. Es bastante, pero voy a hacer lo posible para llevarte todo.
- ¡Ah! Si puedes también una bolsa de Torontos para compartir con mis amigos de aquí.
Carlos es venezolano. Tiene 32 años. Creció rodeado de gente chévere;
desayunos con empanada y malta; caimaneras de fútbol en la cancha; flips para merendar; horas de cola de ida y regreso a
su casa después del colegio en los que definitivamente afianzó lazos con sus
hermanas y sus papás; piñatas en donde no podían faltar los sandwichitos de Diablito con Cheese Whiz ni los ligaditos
con Frescolita; playazos en La Guaira; y galletas Marías convertidas en
marquesas o turrones de chocolate.
Carlos se casó con Mariana. Decidieron probar suerte en otro país y se
mudaron. Les va buenísimo. Ahora tienen tres chamos. Lo han hablado mil veces,
ambos quieren que la crianza esté llena de venezolanidad, para la amabilidad,
la diversión con cosas sencillas, los sabores, la familiaridad, la cercanía, y
que a la vez se base en la tranquilidad y sutileza de un país más desarrollado.
Quieren que los amigos del colegio de los chamos se la pasen en la
casa;que prueben el chocolate Savoy; que sean caraquistas, magallaneros o del
equipo que escojan; que cuando tengan que hacer un detalle a una persona
importante le regalen una caja de Torontos o un Carré; que no se pierdan ni un partido de la Vinotinto; que los puedan llevar alguna
vez al Roraima y al Salto Ángel y que se identifiquen con ellos; y que conozcan
la técnica para despegar las tapas del Cocosette y la Susy sin que se les rompan.
Quieren que les encante el pabellón, la arepa, la carne en vara, la reina pepiada, y hasta
que aprendan a prepararlos. Quieren que duerman toda una noche en diagonal en
una hamaca y se levanten como nuevos. No quieren desvincularse y
que sus hijos tampoco lo hagan.
Nicolás, el mejor amigo de Carlos del colegio, va a visitarlo. Carlos
le pidió que les trajera chucherías y sabores venezolanos. Cada vez
que alguien los visita aprovechan para que les traigan un pedacito de Venezuela
para compartir. El tío Nico, como le dicen los hijos de Carlos y Mariana, por
ejemplo, todas las veces que ha ido les ha llevado de todo.
Pero no siempre va alguien. A veces pasan algunos meses sin que ningún
familiar o amigo los visite. La buena noticia es que Carlos y Mariana se enteraron
de que existe una tienda por internet con todos los productos que quieren
corrientemente en su casa, y pueden hacer el pedido que quieran: La
Tienda Venezolana.
Ahora será más fácil no desvincularse, será más fluida la crianza llena
de venezolanidad. Ahora tienen al alcance de un click pedacitos de Venezuela en
el momento que deseen.
- ¡Voy a visitarlos!
- Qué buena noticia, qué alegría
- ¿Qué quieres que les lleve?
- Nada, solo tu presencia.
- ¿De pana? ¿Seguro?
- Sí, es que no te he contado, ahora puedo hacer que me lleguen a mi casa los productos venezolanos que quiera.
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