FÉLIX PALAZZI 15 de octubre de 2016
@FelixPalazzi
Los
jesuitas llegaron a Venezuela en 1916 para dirigir el Seminario de Caracas. Al
poco tiempo, en un lapso de 10 años, ingresaron al ámbito de la formación
laical comprometidos con la excelencia académica y la formación humanística.
Desde su llegada su presencia ha sido estimada y agradecida por unos, y
aceptada con cierto recelo por otros. Lo que es incuestionable es la valiosa
contribución de la Compañía de Jesús a la conformación de los valores de la
sociedad venezolana contemporánea.
La voz
y el testimonio de esta orden religiosa han sido de referencia en los procesos
álgidos y difíciles de nuestra sociedad. Muchos de sus miembros participaron en
aquellas “misas por la vida” celebradas en el pasado en la Iglesia “San
Francisco”, ubicada en el centro de Caracas. En estas misas la Vicaría de los
Derechos Humanos jugaba un papel importante y se escuchaba la voz de aquellos
que sufrían las injusticias del sistema. Tampoco se puede olvidar el testimonio
de la comunidad de La Vega, perseguida y hostigada por los órganos de seguridad
del Estado de aquel entonces, o la presencia imponderable del padre Olaso como
fiscal de la república. Éstos, entre otros muchos eventos y personalidades,
forman parte del gran grupo de compañeros de Jesús que marcaron la vida de
todos aquellos que pasamos por sus aulas de clases.
Siendo
el discernimiento uno de los carismas fundamentales de la Compañía de Jesús, el
pasado 6 de octubre el padre José Virtuoso, en condición de viceprovincial y
con el apoyo de su superior provincial y un grupo ampliado de consulta, emitió
un interesante comunicado sobre la situación del país. Dicho comunicado
pretende “entender el tiempo presente” y formular los “nuevos retos” que se nos
avecinan. No es de asombrarnos que el comunicado presente a la situación actual
en el marco de un “pecado estructural”. Esto quiere decir que nos encontramos
en medio de estructuras políticas y sociales que no sólo producen exclusión,
violencia e injusticias; sino que también se inspiran y se planifican desde esa
misma lógica de exclusión “donde la dignidad humana, el don de la vida y la paz
están gravemente amenazadas”.
En el
documento sobresalen algunos rasgos propios que distinguen a la Compañía de
Jesús. El primero es la lectura contemplativa y orante de un Evangelio que
ilumina a la realidad. Esta lectura es la que incentiva a todo creyente a
comprometerse con esta historia. La contemplación no se da en abstracto sino
desde la acción contemplada y discernida en el silencio y en la comunidad. No
se trata de una visión extrasensorial y atemporal. Por el contrario, es “el
tiempo de oír los clamores de nuestra gente y presentárselos al Padre a fin de
responder a su voluntad de redención en la historia”.
En el
documento se enfatiza la necesidad de discernir y decidir en comunidad nuestras
preocupaciones y esperanzas. Pero tal discernimiento debe partir de un análisis
sincero y plural de la realidad. Sin duda alguna, nos urge entender la
complejidad de nuestro presente. Por ello es de alabar que la Compañía de Jesús
tome como uno de sus retos el lograr “formular horizontes sustentados en
diagnósticos especializados y rigurosos”. Pero no basta el diagnóstico, hay que
tomar acciones concretas. Entre aquellas que enumera sobresale la atención a la
crisis de salud y alimentaria apoyando a la Conferencia Episcopal Venezolana a
la petición de apertura de un corredor humanitario. Sin duda alguna, este
documento es una voz en medio del desconcierto y la tribulación que vive la
mayoría de nuestro pueblo. Es una gran forma de rendir tributo a los 100 años
de la presencia de los jesuitas en Venezuela.
Félix Palazzi
Doctor
en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi
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