Humberto González 09 de octubre de 2016
Cada
día se ve con más claridad la estrategia del gobierno. Detrás de las
declaraciones estridentes y la ferocidad de la represión selectiva siempre
estuvo disimulada la intención real: hacer desistir a la oposición en su empeño
por convocar el revocatorio.
Para
lograr esto el régimen ha usado diversas tácticas que combinan la represión
física con la psicológica. La persecución selectiva de dirigentes de la
oposición, la producción de decisiones judiciales contra la Asamblea Nacional y
las arbitrariedades orquestadas desde el CNE envían un mensaje directo de desaliento
a la oposición y a la sociedad. Aunque tengan la mayoría cualquier intento será
inútil porque tenemos el poder para impedirlo.
Con
esta lógica el régimen ha tratado de desmotivar e inmovilizar a las fuerzas
democráticas. El efecto más inmediato es la propagación del pesimismo ante lo
que pareciera una causa perdida. Esto pone a la oposición en situación no solo
de invertir energía en las tareas propias de la convocatoria sino también en
mantener flameante la llama de la esperanza en esa lucha.
Por
eso todas las declaraciones de los dirigentes del PSUV cuestionan el
revocatorio desde el ángulo “no se puede hacer este año” o “si se hace sería el
próximo año y nosotros ponemos al presidente.” Pero ningún dirigente
oficialista ha podido cuestionar el argumento de la legitimidad de convocar al
soberano para que decida esta crisis política. Algunos tan osados como Diosdado
Cabello y Jorge Rodríguez han llegado al extremo de asegurar “es que si vamos
al revocatorio lo perdemos.”
Ante
una derrota que parece inminente, pero al mismo tiempo con fuerte presión desde
las Fuerzas Armadas y la comunidad internacional al régimen no ha quedado otro
camino que tratar de “disuadir” a la oposición de su propósito o empujarla por
una vía distinta al revocatorio o inclusive distinta a la democrática.
La
condición impuesta por el CNE de exigir el 20% de las firmas por cada estado y
no por la circunscripción nacional buscaba exactamente eso. Lo mismo que la
dramática disminución de captahuellas y otras medidas similares que seguramente
vendrán en los próximos días.
Frente
a estas tácticas que pretenden ayudar al régimen a ganar por forfait la
respuesta correcta es insistir por la vía civilista y jugar dentro del esquema
democrático, sin abandonarlo a pesar de las presiones del gobierno.
La
indignación que recorre las calles de Venezuela es tan grande que el régimen no
podrá contener la avalancha de firmas en su contra. Esa expresión masiva y
contundente desafiando todas las trampas y los fraudes puede enderezar la
torcida voluntad del CNE y obligar a que el revocatorio se realice este año
como corresponde. Esa será la conversación del 28 de octubre en la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico