Por Tulio Álvarez
Lo repito una y otra
vez, hay que ser bien irresponsable para anunciar un “diálogo sincero” sentado
junto a Jorge Rodríguez, justo después del asalto a la Asamblea Nacional por
parte de las hordas que ese maníaco-esquizofrénico organiza. Por si el descaro
fuera poco, el mismo vocero-coordinador anunciaba una protesta que no era
huelga, ni paro; y que terminó como una manifestación cívica en que cada
ciudadano se administró como mejor le vino en gana.
Fue así que ese bombero de
mil hecatombes en el que se ha convertido Henry Ramos Allup, desde hace ya
bastante tiempo, tuvo que dar la respuesta apropiada al militarismo ramplón que
desestimó el Golpe de Estado testimoniado por un Acuerdo de la Asamblea
Nacional que no tiene desperdicio. El Presidente del Parlamento, poniendo
nuevamente en juego su integridad y la precaria institucionalidad que
representa, tuvo que retar a un Ministro de Defensa que según él tiene el pecho
“pleno de abalorios” (chapitas motivas que asemejan condecoraciones); y agregó
que estas seguramente fueron obtenidas en “batallas jamás peleadas”.
En vulgar carupanero
antiguo, el Jefe de A.D. le agarró las nalgas al comandante general de las
mafias militares; y, luego de pedirle que se colocara las armas en algún
orificio de su preferencia, lo retó a debatir sobre Democracia y Constitución.
Hay que reconocer que el envite formulado es ciertamente un acto de desprecio
mayúsculo cuyo objetivo evidente era salvar a la M.U.D. de una vergüenza mayor
ante el desencanto generalizado por los llamados de “diálogo sincero”, mientras
la gente se muere de hambre y el régimen desata la represión generalizada.
Pero también la posición de
Ramos Allup fue ventajista contra quien es la imagen de un militarismo que,
aunque gobernante, se caracteriza por su falta de experiencia en el arte de la
política y el debate de altura. Además, la tendencia moderna en Venezuela ha
sido dirigir los altos estudios en ciencias de la guerra hacia áreas más
prácticas como la comercialización y mercadeo de toallas sanitarias, pollos o
cualquier mercancía siempre que produzca algún tipo de comisión. En esa
negociadera no les gana nadie.
Pero, ¿con qué nos
encontramos ahora? En primer lugar, dejaron de lado al bendito 350 para asumir
el 333 de la Constitución; más adecuado al problema actual, ya que el derecho a
rebelión es una causa de justificación de un nuevo régimen, siempre que ganemos
y eso todavía está en veremos. A diferencia del derecho-deber de todo
ciudadano, investido o no de autoridad, de accionar con todos los recursos y
mecanismos disponibles para reactivar la vigencia de la Constitución suspendida
por los golpistas del régimen de Maduro, incluyendo a sus cómplices del alto
mando militar.
Lo otro que hay que destacar
es que al fin utilizaron el término correcto ya que procede la declaratoria de
“abandono del cargo” por parte de Maduro. Una situación definida desde el mes
de diciembre del año pasado al incumplir su función constitucional y usurpar
las funciones del parlamento. Ese es el camino que hay que seguir porque
depende exclusivamente de la calificación de la Asamblea Nacional a diferencia
del enjuiciamiento formal por los crímenes que también ha cometido y que
requiere la participación del Tribunal Supremo de Justicia y de la Fiscalía
General de la República.
¿Qué van a hacer los
golpistas aparte de la tradicional represión? La jugada la arman otra vez en el
TSJ. Pedro Carreño está muy activo buscando una cautelar que suspenda el
proceso de comparecencia del recientemente declarado “Venezolano por
Sentencia”. No se atreverán a disolver la Asamblea Nacional pero seguirán
desconociendo sus actos. Y no les extrañe que antes de sus ingeniosas
decisiones sean ellos mismos los que anulen las sentencias de los tribunales
penales que suspendieron el Referendo Revocatorio. Y algún cómplice opositor
aplaudirá la jugada.
Entiéndase bien, ya el
proceso revocatorio fue cerrado y no podemos caer en el callejón de la manipulación
de los delincuentes del régimen y los que están detrás de él. El problema no es
solo la permanencia de Maduro sino la aniquilación del régimen oprobioso que ha
destruido a Venezuela. En ese aparato están los pranes políticos y las mafias
militares, los medios de comunicación comprados con el dinero de la corrupción,
buena parte de la burguesía criolla tan complaciente a la hora de participar en
la depredación y algunos gallos tapaditos que esperan el quítate tú para
ponerme yo.
La buena noticia es que este
pueblo tan sufrido ya aprendió y ahora cuesta engañarlo. Oír a Capriles decir
lo que ha debido defender hace tres años, no tiene precio. La mayoría del
liderazgo ya se definió. Aquí no cabe diálogo engañoso, tácticas dilatorias o
manipulaciones electoreras. Lo que procede es reconocer la realidad: Maduro y
sus cómplices dieron el Golpe de Estado y derogaron la Constitución. No hacen
falta Nuncios Apostólicos que quieran engordar su curriculum vitae, ni
delincuentes internacionales al estilo Samper o Zapatero, a cuenta de
soporíferos dialogantes. Lo que hace falta es firmeza y voluntad, la misma que
se está viendo en todos los que están dispuestos a acatar el artículo 333 de la
Constitución. El usurpador caerá, el problema es que el régimen se vaya con él.
tulioalvarez17@gmail.com
01-11-16
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