domingo, 11 de diciembre de 2016

Esperar que algo cambie, por @felixpalazzi



FÉLIX PALAZZI 10 de diciembre de 2016
@felixpalazzi

Seguramente éste es el sentimiento que une a la mayoría de los venezolanos. Esperar que algo cambie en nuestros días es algo, más que legítimo, necesario. Ciertamente es demasiado seguir sometiendo a la población a la escasez de las medicinas, a la penuria de alcanzar comprar lo necesario para alimentar a la familia, a la inseguridad de saber si se regresará o no a casa; en fin, a la frustración de un futuro incierto y conflictivo.

El primer agente que debería apostar porque algo cambie debería ser el gobierno, pero, lamentablemente, se ha ensimismado con el poder. Al Gobierno le cuesta entender que él mismo sería el primer beneficiario si cambiara la situación del país. Desafortunadamente, es incapaz de realizar un cambio ya que, por omisión o intención, no puede leer los signos que le exigen cambiar el modelo y la forma de gobernar. Antes bien, las medidas que asume le dan un respiro a corto plazo, pero resultan fatales a largo plazo. Un ejemplo claro de ello, es el dakazo navideño que ha empezado a instaurar a través del Sundde. Esta acción, que puede todavía levantar la simpatía momentánea de algunos, se traducirá en rechazo y desespero de muchos en los primeros meses del año que viene, cuando el desempleo y la quiebra de los negocios sea un hecho evidente. El Gobierno debería entender que debe apostar por un cambio y no por seguir manteniendo las cuotas y espacios de poder.

La realidad ha desbordado la capacidad de acción del Gobierno. Las masacres de Tumeremo y Barlovento han develado el lado más inhumano de la fuerte descomposición social en la que estamos sumergidos. Estas masacres han dejado al descubierto el lado más violento e inhumado del Estado y la inercia con la que la sociedad civil aceptó este mecanismo, porque solo se trataba de “matar malandros”. Éste es solamente uno de los reflejos de la gran crisis estructural en la que nos encontramos.

Esperar que algo cambie es legítimo pero este cambio no vendrá por inercia o por el desgaste de la fuerza del Estado en controlar el país. El cambio en la forma de gobierno es algo inevitable, es solo cuestión de tiempo. El desgaste político y el desastre económico, en especial este último factor es algo evidente. Muchos todavía albergan sólidas y fundadas razones para no esperar ningún cambio y creer que todo continuará igual eternamente. Pero, en realidad, no solo necesitamos un cambio de Gobierno o un cambio en el Gobierno. Necesitamos un cambio y una transformación de las estructuras que favorecen tanta desigualdad e injusticia.

Las masacres anteriormente mencionadas han tenido lugar en la descomposición de nuestro tejido social. Es urgente recomponer nuestro tejido social y nuestra dimensión humana. Ello nos debe conducir a tender lazos de solidaridad, en especial con los más desfavorecidos y afectados por esta gran crisis. Debemos evidenciar con fuerza nuestra solidaridad en los grandes problemas que nos agobian a todos, pero en especial respecto de los  más pobres.

Los cristianos católicos estamos casi finalizando la segunda semana de Adviento. Desde la fe creemos que hay un futuro mejor, que está por llegar un cambio, una transformación del orden de las injusticias a uno de relaciones más humanas y fraternas. Esperar que algo cambie es el sentimiento que une en nuestra realidad a creyentes y no creyentes. Los primeros estamos firmemente convencidos de que el cambio vendrá, pero que este cambio necesita e implica cambiar nuestra forma de relacionarnos en nuestra historia y hacer todo lo posible para que las estructuras de opresión e injusticia también cambien.

Félix Palazzi
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi

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