LUIS MANUEL ESCULPÍ 13 de diciembre de 2016
No hay
precaución que valga. Entro al banco y colocó mi número de cédula en el
ordenador electrónico, me indica que para operaciones por taquilla hay cincuenta y dos personas por delante, tengo
un compromiso en una hora por lo que decido retírame. Al igual que miles de
venezolanos me tocaría zanquear de cajero en cajero para tener efectivo el fin de semana, para colmo el
lunes es feriado bancario.
Visite
tres cajeros sin suerte, no tenían dinero. Recordé que un amigo me informó del
lugar donde realizaban adelanto de efectivo con la tarjeta del banco donde
tengo cuenta. Allí amablemente me concedieron la cantidad máxima permitida,
nueve mil bolívares en billetes de cien y mil de diez.
Me
dispongo a concurrir a la reunión pensando que la previsión es una cualidad de
la que siempre debiéramos disponer, tendré como surtir gasolina, conceder
propinas y realizar operaciones no permitidas con el plástico. Por un día
olvide que con este gobierno no es posible tener precaución, las medidas más
insólitas e improvisadas pueden comunicarse en una rutinaria cadena.
El
domingo por la tarde oigo el rumor de la existencia de un decreto que contempla
la recolección en setenta y dos horas de los billetes de máxima denominación,
inicialmente no le doy credibilidad, por lo que me dispongo a verificar la
información resultando verídica, terriblemente cierta. La alarma se propaga a
gran velocidad, no se comprenden las razones de tal decisión, acompañada de la
prohibición de vuelos, cierre de aeropuertos y amenazas represivas contra
quienes posean “grandes cantidades ” de de esos billetes.
Entre
hoy y el jueves tendrían que cambiarse en la banca pública, es decir la del
estado, los billetes de cien ( no han entrado en circulación los nuevos) los que queden podrán hacerlo en los diez
días siguiente en dos agencias del Banco Central, una en Caracas y otra en
Maracaibo.
Setenta
y dos horas donde se agudizará el caos ya existente para esta Navidad, una
nueva cola además de las de comprar alimentos, medicinas y hasta en las
panaderías. Establecimientos que se negaran a recibir el papel moneda al igual
que los transportistas que aumentaron el pasaje a cien bolívares, ese billete
donde el papel en que esta impreso vale más que su propia denominación.
Indudablemente
los más perjudicados serán a su vez los más pobres -para quienes dicen
gobernar- los que no poseen cuentas bancarias, se manejan con efectivo para
poder desenvolverse en medio de la precariedad de la escasez y la pavorosa
inflación.
El
silencio de Merentes y los otros directivos del Banco Central resulta
verdaderamente escandaloso, el anuncio de la llegada de los nuevos conos
monetarios los hizo el amigo Ricardo Sanguino, Maduro en cadena se refirió del
decreto, Villeguitas aclaró que entraba desde hoy en vigencia y hasta Amoroso
habló de medidas represivas mientras las autoridades del instituto emisor
brillan por su ausencia.
Las
vivencias del día a día son verdaderamente tumultuosas. Nos evidencian la
necesidad del cambio político, no podemos resignarnos a vivir de desbarajuste
en desbarajuste por un par de años más. La sobrevivencia de millones de
venezolanos en la penuria, la dramática situación económica y social que
padecemos, la terrible inseguridad y el caos generalizado nos obliga a la
búsqueda de alternativas que eviten prolongar la actual situación. La fuerzas
democráticas agrupadas en la MUD tienen que enfrentar con imaginación y sentido
de grandeza el desafío planteado, dentro de la estrategia democrática y
constitucional, ello sólo será posible adelantar exitosamente recomponiendo,
ampliando y preservando la unidad. Superando las visiones parciales y exclusivistas,
colocándose por encima de intereses menudos y mezquinos, situándose a la altura
de un nuevo compromiso histórico que posibilite el tránsito hacia el cambio
político, con presencia de sectores que aún no se sitúan en el campo opositor.
Tal esfuerzo es posible y necesario.
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