Por Piero Trepiccione
Decía el célebre politólogo
y sociólogo alemán, Robert Michels, que las organizaciones políticas tienden
a burocratizarse con el tiempo y a desconectarse de sus bases
partidarias. Se van cerrando a la realidad creando oligarquías que se
aprovechan del poder y no terminan dando las lecturas correctas al entorno.
Cuando este fenómeno ocurre, eclosionan procesos socialesque se pueden
convertir en vectores de fuerza política en un santiamén, sorprendiendo fuera
de base a quien generalmente ostenta el poder y dejándolo sin posibilidades de
respuestas rápidas y eficientes.
Esta “oligarquización” que
menciona Michels describe perfectamente lo que le ocurrió al Psuv y a los
partidos que respaldan a Nicolás Maduro Moros en la presidencia
de Venezuela. El gobierno nunca se esperó unas manifestaciones tan masivas
como las que ocurrieron en la mayoría de los grandes y medianos centros
poblados del país el pasado 23 de enero. No fueron capaces de interpretar la
realidad social y política del país correctamente, por estar demasiado
cerrados.
El gobierno se confió en el
desinflamiento de los partidos de oposición que descuartizaron la unidad
en apenas unos meses durante 2017. Creyó que el descontento social se había
diluido al carecer de direccionalidad política y la realidad apareció de la
noche a la mañana.
Si, la realidad apareció y
habló con contundencia. Más allá del liderazgo partidista del país
que, en estos momentos, se encuentra absolutamente desconectado de la
credibilidad popular; tal y como lo reflejan, constantemente, los
diferentes estudios de opinión pública que se hacen al respecto y que dicen que
apenas un doce por ciento de los venezolanos se identifican con alguna
organización política, incluidas las que respaldan al gobierno; existe,
una sociedad descontenta, desolada, abiertamente impactada por un modelo
económico que no da respuestas adecuadas.
Esta sociedad fue la que se
expresó categóricamente sin miedo y de una manera respetuosa. Es
la acumulación de ansiedades, impotencia, frustraciones y desencantos
con la clase política la que se presentó con una fuerza inusitada. Bastaron dos
acontecimientos claves.
La juramentación de
la nueva directiva de la Asamblea Nacional, con un rostro fresco distanciado de
los últimos liderazgos que condujeron a la plataforma opositora en el país, el
pasado 5 de enero y la juramentación ante el TSJ de Nicolás Maduro para un
nuevo periodo presidencial pese al cuestionamiento de un grupo importante de
naciones del continente y del orbe. Estos desencadenantes realinearon a la
mayoría social con la direccionalidad política y en consecuencia, se
activó lo que Carlos Matus denominaba “el vector de fuerza transformadora”. Un
fenómeno capaz de producir cambios políticos en el corto y mediano plazo.
Burocratización y
descontendo
Nadie en el gobierno se
esperaba esto. A pesar de las grandes habilidades para la gerencia política
demostradas durante todos estos años por la Dirección Nacional del
Psuv y particularmente, Maduro Moros, ni siquiera los órganos de
inteligencia pudieron darse cuenta del volcán social que se activó. No es la primera
vez que ocurre algo similar en la historia política de la humanidad.
Por ello, la tesis de Robert
Michels cobra cada día más vigencia. La burocratización y el descontento de las
bases partidarias van socavando los apoyos pero también, las informaciones
cercanas a la realidad que no llegan sino absolutamente distorsionadas. Por eso
la sorpresa ha sido enorme. Por eso la capacidad de respuesta del gobierno ha
sido muy débil al menos en las primeras de cambio. Falta ver la evolución
de los acontecimientos en las próximas semanas que serán muy duras y
complejas, por encima de todo, con la incorporación de un número importante de
países de la comunidad internacional que han entrado al juego de altas
definiciones que se ciernen sobre Venezuela.
Cuando estás en el gobierno
y te oligarquizas, según la tesis de Michels, tus músculos se resquebrajan,
máxime, cuando has expuesto a la población a semejante crisis
hiperinflacionariaque va desajustando el apoyo de tus bases partidarias. En el
Paris prerrevolucionario de 1789, los nobles con costosísimas prendas y
carruajes de lujo, recorrían las calles de la ciudad sin siquiera percatarse de
la cruel realidad que atravesaban los miles y miles de parisinos de la época.
Hoy en Venezuela, salvando
las circunstancias y los actores, estamos viendo cosas similares. Un grupo
lleno de enormes privilegios, incapaz de mirar el hambre y las
necesidades que se vislumbran en el entorno. Hasta que el entorno, decidido,
les pasa por encima. ¡Sorpresas te da la vida!
27-01-19
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