Luis Manuel Esculpi 29 de enero de 2019
@lmesculpi
Al no
encontrarle explicación fácil a la mutación
producida en el mapa político en los días transcurridos en este mes de
enero, en contraposición con el segundo semestre del año anterior; analistas políticos, opinadores nacionales y
editorialistas de la prensa internacional; han intentado buscar repuestas al
interesante fenómeno que ha provocado un sustancial cambio en la situación,
donde se ha combinado la sostenida presión de la comunidad internacional, con
la retoma de una iniciativa de las fuerzas democráticas.
En
cualquier análisis resulta imprescindible tomar en consideración lo sucedido
con la elección de la Directiva de la Asamblea Nacional, en primer término se
consolidó la unidad para mantener los acuerdos aprobados, proyectando así una
imagen que tanta falta hacía para el desarrollo de la política alternativa,
además es justo reconocer que los electos, especialmente su Presidente Juan
Guaido se colocaron a la altura de la exigencia planteada a partir del diez de
enero. Era lógico después del desconocimiento del proceso de mayo pasado,
pensar que los propósitos continuistas carecían de legitimidad, no fue solo un
giro formal el hablar de usurpación y no de vacío de poder, como algunos
insinuaban, dada las diversas interpretaciones y analogías existentes en torno
al texto constitucional.
El
asumir más allá de las necesarias consideraciones jurídicas que el problema planteado
era esencialmente político, constituía una premisa esencial para el análisis
del momento y permitió acertar en el diseño de la conducta política a seguir y
en la definición y ejecución de acciones que posibilitaron el apoyo y la
incorporación de centenares de miles de personas en todo el territorio
nacional, como los Cabildos y la memorable jornada del veintitrés de enero.
Desde
mediados del año pasado se venían realizando gestiones para recomponer la
unidad, basados en le definición de una ruta estratégica que el debate fue
puliendo progresivamente, ese proceso con sus avances y retrocesos obedecía a
una exigencia planteada. Ahora bien, algunos analistas atribuyen solo a algunas
individualidades quienes efectivamente tuvieron una importantísima participación
en ese proceso que permitió los logros
alcanzados hasta ahora, pero subestimando el debate y la participación del
colectivo dirigente.
Suponer
que todos, absolutamente todos, los
acontecimientos sucedidos hasta ahora, estaban “fríamente calculados “, implica
subestimar la habilidad en el manejo de la táctica política, aún estudiando todos los escenarios
posibles, siempre se presentarán factores y variables imprevisibles cuya
repuestas requieren una acertada conducción, en efecto así lo ha sido,
posibilitando la recuperación de la imagen de nuestros parlamentarios y de la
institución legislativa. La coyuntura -como suele suceder- ha producido su
propio liderazgo y este ha conectado sorprendentemente con la mayoría de los
venezolanos.
Indudablemente
la labor desplegada por algunos dirigentes en el área internacional ha
permitido despejar dudas existentes en esa comunidad, acerca de las
características de las fuerzas alternativas y sus potencialidades para acceder
al poder o activar las tareas de la necesaria reconstrucción institucional.
No
estaba en los cálculos la masiva
incorporación de densos sectores populares a la lucha, hoy víctimas de la más despiadada represión,
por ocupar un rol protagónico, de su creatividad surgió la consigna que ahora
recorre el país: “No quiero bono, no quiero Clap, lo que quiero es que se vaya
Nicolas”. Los venezolanos de este tiempo hemos sufrido en carne propia la más
grave crisis en toda nuestra historia contemporánea, podríamos también vivir en
tiempo presente el más vigoroso renacer
de todas las potencialidades de nuestra esencia como pueblo, para conquistar el
cambio en paz y reconstruir el país en libertad y progreso para todos. Que así
sea.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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