Por Roberto Patiño
Iniciamos el año sumidos en
una gran conflictividad y la necesidad inaplazable de la inmensa mayoría de los
venezolanos de lograr una transición hacia la salida de la crisis. Crisis que
ha alcanzado niveles inéditos y desbordados de emergencia política, social y
económica, producto del modelo de caos y colapso dictatorial que vuelve
inviable al país.
Uno de los efectos mas
significativos de este “modelo” ha sido el de convertir al Estado en uno de los
principales factores de promoción de la violencia. Una situación que
se expresa en la violación de derechos humanos por parte de fuerzas públicas,
como la policía y el ejército, en el discurso oficial de fragmentación,
militarismo y confrontación, en la implementación de sistemas de control y
hostigamiento que condicionan el acceso a alimentos y limitados beneficios
sociales.
Las nefastas políticas de
“seguridad” producidas desde el gobierno se han efectuado sin ningún control,
monitoreo o regulación de otras instituciones. Profundizan los fallos que en
esa materia hemos venido arrastrando de forma crónica en el país, y mantienen
una situación de hostigamiento y terror en las comunidades afectadas.
En nuestro trabajo con la
iniciativa Monitor de Victimas, pudimos ver esto claramente en las cifras
recogidas entre 2017 y 2018. De los 1.639 casos de muertes violentas ocurridas
en el Municipio Libertador, 651 (37,4%) se reporta que fueron producidas por
cuerpos policiales y estatales.
En este sentido, publicamos
a finales de ese año el libro “Cuando suben los de negro”. A través de
múltiples testimonios de quienes han padecido los estragos de las OLP o la
acción de cuerpos como la FAES, se describe la durísima realidad de un Estado
que ha utilizado el argumento de la lucha al crimen para emprender una guerra
en contra de su propia población.
Ha comienzos de este año, en
la parroquia de Macarao en el barrio Kennedy de 23 de enero, la acción de
unidades de la FAES produjo un saldo de 5 caídos en enfrentamientos. Durante
esa madrugada del 8 de enero, el tiroteo mantuvo a los vecinos atrapados en una
zona de guerra, temiendo que una bala perdida los alcanzara o que la policía
entrase a sus casas buscando a los delincuentes.
Una muestra del actual
estado de las cosas en el país, en el que los cuerpos de seguridad actúan sin
ninguna supervisión, se desconoce la efectividad real de las acciones que se
realizan y se promueve una visión del ojo por ojo como forma, errada y
fraudulenta, de justicia. Operativos oficialmente declarados como exitosos al
lado del crecimiento sostenido de altos niveles de muerte y criminalidad.
Ahora, ante las protestas,
se ha venido utilizando a la FAES como una herramienta de persecución política
contra los manifestantes, con saldos de fallecidos, heridos, detenidos y
perseguidos
El problema de la violencia
no es nuevo, y como sociedad no hemos podido articular o sostener políticas que
nos permitan abordarla y contenerla de manera efectiva. Pero la actual
manipulación de la violencia por parte del Estado es un fenómeno inédito,
producto de una estrategia para mantenerse en el poder opuesta al bienestar de
los ciudadanos.
Junto con el colapso de los
servicios públicos, el secuestro de instituciones y las emergencias de
alimentación, salud e hiperinflación, han transformado al país en un Estado
fallido.
La posibilidad de una
transición significa un cambio no solo político, sino también social y
económico, en el que problemas prioritarios como la violencia sean enfrentados
y asumidos de manera responsable. Es necesario abrir un espacio para la
solución de las emergencias y detener el aprovechamiento que desde el poder se
hace de ellas.
El régimen actual busca
mantenernos atrapados en la espiral de violencia. En el difícil esfuerzo que
estamos haciendo, necesitamos tomar conciencia de esta realidad para asumirla y
buscar formas de superarla.
Coordinador de Movimiento Mi
convive
robertopatino.com
29-01-19
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